14. HORA DE HABLAR

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Mientras mantenía los ojos cerrados, escuchó un aullido.

Pero no era de Peter. Provenía de una zona más lejana.

Despegó sus párpados para ver cómo el licántropo aullaba, respondiendo a la llamada. Miró por última vez a Tony y se alejó corriendo, dejándole malherido y con el cadáver ensangrentado de Roy no muy lejos de él.


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Richard despertó sobresaltado.

Alguien golpeaba con fuerza la puerta de casa.

Su mujer se abrazó a él, muerta de miedo. El hombre se deshizo de las sábanas y se calzó las zapatillas, saliendo de la habitación. Su mujer, no queriendo dejarle solo, caminó detrás de él mientras le veía recoger la escopeta junto a la entrada.

Richard abrió la puerta y apuntó hacia delante, y su mujer gritó al reconocer al nieto de los Collins, Tony Stark, ensangrentado y sosteniendo al mejor amigo de Peter en sus brazos.

El hombre bajó el arma y la mujer se llevó las manos a la boca, horrorizada.

—Lo encontré dando tumbos por la calle—mintió el chico, intuyendo que los Parker no tenían ni idea de la condición de su hijo—. Salí porque la cuadra se había quedado abierta y le vi a lo lejos. No pude hacer nada para salvarle.
—Santo Dios...—lloriqueó la mujer—. Esas bestias... Tengo que decírselo a Peter.
—¡NO!—negó Tony—. Es... es muy tarde, señora Parker. No creo que sea buena idea que lo despierte para contarle esto. Es mejor que le dejemos dormir y... mañana...
—Tienes razón—asintió el hombre, recogiendo el cadáver del can—. Gracias por traerlo a pesar del peligro que suponen las calles esta noche. ¿Quieres quedarte?
—No se preocupen. No tardo nada en volver a casa. Lo que sea que haya por ahí, ya se ha ido.

Se alejó, intentando disimular la cojera de su pierna izquierda.

—Esos monstruos...—gruñó Richard mientras Mary cerraba la puerta—. Pagarán por todo el caos que están causando en nuestro pueblo. Esto no va a quedar así.


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Como tras cada luna llena, Peter despertó entumecido. Aquella mañana, tras encerrarse en el baño intentando que sus padres no le vieran, distinguió varias heridas en su piel, una de ellas junto a la nariz en forma de arañazo.

Tenía las manos llenas de sangre seca. Debió de darse un buen festín la noche anterior.

¿O había tenido alguna pelea? Era difícil adivinarlo, teniendo en cuenta que nunca recordaba nada.

Se dio una ducha concienzuda, frotando para retirarse toda la sangre.

Se vistió, cambió las sábanas y bajó a desayunar.

No tenía apenas heridas en las extremidades, pero no sabía cómo ocultar la de la cara.

Tuvo que decirle a su madre que, la gata que a veces se colaba en casa en busca de alimento y cobijo, había dormido con él y le había arañado por accidente.

Salió por la puerta de atrás y silbó, listo para dar un paseo con sus perros.

Laica salió de su caseta, pero no Roy.

Extrañado, volvió a silbar. Al no obtener respuesta, se acercó a la caseta y la halló vacía.

—¿Qué pasa aquí?—se extrañó—. ¿Dónde se ha metido?
—Peter...

Luna llena (Starker, Thorki & Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora