Luna llena (Starker, Thorki & Stucky)

17. LUNA LLENA

Peter se había confinado en su casa las siguientes semanas que precedieron a la muerte de Roy.

La sensación de pérdida se mezclaba con un profundo sentimiento de culpa que apenas le dejaba fuerzas para salir de la habitación.
Con el transcurso de los días, se había obligado a hacer vida con sus padres, ayudándoles en los quehaceres de la casa y el huerto, pero rehusaba de socializar con sus amigos, dejando siempre en claro que no deseaba ser molestado por nadie.

—La muerte de su perro le ha afectado demasiado—le explicaba su madre a Thor Odinson aquel mediodía, cuando el rubio se dirigió hacia allí para intentar sacarlo de casa—. Nos está ayudando, pero está muy seco y apenas habla. Me preocupa bastante.
—¿Cree que me dejará subir a verle?—preguntó, a lo que la mujer respondió con un encogimiento de hombros.
—Puedes intentarlo. El nieto de los Collins ha pasado algunas veces, pero no quiere verle. Steve también lo intentó.
—Quizás deje que hable con él.

Mary lo dejó pasar, y Thor subió las escaleras hacia el piso de arriba, llamando a la puerta.

—Underoos, soy Thor—lo saludó desde el otro lado—. Peter—Tocó varias veces más—. Peter, Peter, Peter, Peter...

Su táctica dio resultado. El muchacho abrió la puerta con gesto desganado. Tenía mejor cara que como la había descrito Stark días atrás, y no se veía tan cansado, pero a sus ojos les faltaba el brillo de viveza que era usual en él.

—No quiero ver a nadie, Thor—le espetó.
—Oh, vamos. Que le vetes la entrada a Tony lo entiendo, porque es muy pesado, ¿pero a mí? Somos colegas.

Parker resopló con hastío y se hizo a un lado para dejarle pasar.

Thor ocupó la silla colocada junto a la ventana, y echó una mirada de arriba abajo al muchacho.

Llevaba puesta una camiseta blanca de estar por casa, con algunos manchurrones que el tiempo había amarilleado, y unos bóxers grises con rallas negras.

Observándolo detenidamente, se percató de que lucía un tanto más delgado.

—No puedes seguir así—le dijo—. Te vas a quedar raquítico. ¿Estás comiendo algo?
—Lo que me obligan mis padres—respondió, de pie, cruzado de brazos—. En fin, agradezco tu visita, pero no quiero ver a nadie.
—Pues lamento lo que te voy a decir, Peter, pero vas a tener que vernos a Bucky y a mí sí o sí.
—¿Va a venir?

Thor se pasó ambas manos por la cabellera rubia, echándosela hacia atrás.

—¿No recuerdas que toca esta noche?

Peter perdió la mirada hacia ninguna parte, con las cuencas de sus ojos moviéndose rápidamente de un lado a otro mientras hacía trabajar a su cerebro.

Cuando lo entendió, se dio una palmada en la frente.

—Mierda.
—Sí. Mierda. Menos mal que he venido, o de lo contrario mañana no lamentarías sólo el haber matado a tu perro.

El chico arrastró los pies hacia la cama, dejándose caer.

—Soy un monstruo.
—No lo eres—terció su amigo—. Bueno...Si con monstruo te refieres a que tienes alguna anomalía, impropia del orden natural, y eres de apariencia terrible... Sí. Lo eres. Lo somos—añadió—. Pero podemos controlarlo, y tú podrás más pronto que tarde.
—Ya, pero hasta entonces, Remus Lupin es inofensivo a mi lado—gruñó, mirando las humedades que coronaban una de las esquinas de la habitación.
—Tú eres más bonito transformado.
—Apenas recuerdo las cosas que hago—continuó, haciendo caso omiso a los intentos del otro por bromear con la situación—. No quiero poner en peligro a más personas.
—Necesitas tiempo—insistió el rubio—. Como neófito, aún te estás acostumbrando al cambio. Créeme, yo pasé por eso. Es sólo cuestión de tiempo que llegues a ser consciente de tu estado. Tendrás impulsos, sí, pero con entrenamiento lo podrás controlar. Una vez lo haces, la transformación resulta incluso divertida. Aullar a la luna es muy liberador.