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—Pau, te esperamos aquí —informa Nat, sentándose en las escaleras con mi hermano. Asiento y me dirijo a la facultad de Diseño con paso acelerado. 

Al fin desenmascararé a Alice por tantas jugadas que me ha hecho.

Diviso su figura saliendo de la facultad y la detengo bruscamente por el brazo. Ella se gira confundida.

—¿Paula?

—Zorra hipócrita —sin poder contenerme, le propino una fuerte bofetada —¿Por qué no te atreves a decirme de frente que te ofrecías a Iván a mis espaldas?

Su mirada se vuelve inexpresiva.

—Fue él quien me buscó —se encoge de hombros —El diablo ofrece el plato, mas no obliga a comer.

—Al fin conozco tu verdadera cara —río —Si Iván fue a tu casa es porque estaba despechado conmigo, y solo quería desquitarse con alguien. Tú fuiste su opción más fácil.

—Y bien que se desquitó... —sonríe, provocando que apriete los puños —Parecía que había estado mucho tiempo conteniéndose.

—Sé muy bien que no pasó nada —afirmo, levantando el mentón —Lo siento, pero te quedaste con las ganas. Iván nunca será para ti.

—Ya veremos —masculla, retándome.

—Ni se te ocurra acercarte a él, porque te arrepentirás —amenazo, mirándola con puro asco —Maldita falsa.

Ella no dice nada, pero sé que está rabiosa por dentro. Giro sobre mis talones y me encamino a mi facultad de nuevo.

Por fin solté lo que tenía que soltar. Estoy aliviada, sí, pero también decepcionada. Nunca le perdonaré que se haya hecho pasar por mi amiga para después clavarme la puñalada.

Aunque no sé por qué me sorprende, si de personas como esa está lleno el mundo.

—¿Y bien? ¿Qué pasó? —pregunta Nat cuando me ve.

—Se quitó la máscara por fin, e incluso se atrevió a desafiarme —murmuro, furiosa —Por su bien espero que no se acerque a Iván.

—Descuida, hermanita, eso no pasará, al menos no por ahora —menciona Alex —Recuerda que no sabe que está ingresado.

—Pues sí, pero no nos podemos confiar—respondo, preocupada —Lo visitaré por la tarde.


Iván

Froto mis ojos, somnoliento, y doy un respingo al ver a alguien a mi lado. Maldita sea, tiene que ser una jodida pesadilla.

—Maldita acosadora —escupo, incorporándome de la cama —¿Cómo coño me encontraste?

—Les pregunté a tus papis y me lo dijeron —contesta encogiéndose de hombros —Me tenías tan preocupada...

—Vete de aquí, jodida loca —parece una completa película de terror, solo le falta el cuchillo.

—Qué pena, venía a contarte sobre la discusión que tuve con Paula...

Frunzo el ceño cuando la menciona.

—¿Qué pasó con ella? —espero por su bien que no le haya hecho nada.

—Nada, se quiso pasar de lista —responde mientras da vueltas por la habitación —Pero me las pagará.

—Como le hagas algo, juro que te rompo la cabeza yo mismo —espeto, furioso.

En ese instante entra la enfermera, y me dirijo a ella sin pensar.

—Enfermera, por favor, saque a esta loca de aquí —suplico.

—Ya lo oyó, señorita —le dice a Alice, esta la fulmina con la mirada —O me veré obligada a llamar a los guardias.

—Chao, bebé —me tira un beso, y juro que me entran ganas de vomitar.

Al cabo de unos minutos Paula aparece en mi campo de visión, mirándome preocupada.

—La enfermera me contó que había entrado alguien sin permiso —pronuncia —Fue ella, ¿verdad?

Suelto un suspiro.

—Sí.

—Esa maldita... —murmura en voz baja.

—Escúchame, bonita, quiero que tengas cuidado, ¿sí? —digo seriamente. No se me olvidan las amenazas de Alice. Esa loca es capaz de todo.

—¿Por qué? ¿Por ella? —suelta una carcajada —Y un cuerno.

—Lo digo en serio, está rabiosa.

—Más lo estoy yo —se cruza de brazos —Si quiere guerra, guerra tendrá.

Esta mujer siempre tan terca...

Tú, mi debilidad © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora