Se me hace imposible creer que ya no esté aquí, peleándose conmigo o diciéndome cualquier tontería. Él era mi hermano, la persona que me protegió desde que nací. Era parte de mi ser, y me lo arrebataron de la noche a la mañana.—Cariño —mamá toca la puerta, pero la ignoro —Come algo, anda.
—Déjame, no quiero salir de aquí —me acurruco en la cama de Alex y cierro mis ojos, rogando al cielo que simplemente se trate de un sueño y Alex esté aquí, acompañándome.
Me niego a creer que nunca más estará conmigo.
—No puedes seguir ahí encerrada, hija, por favor, hazlo por mí —suplica mamá, manteniendo la compostura a pesar de su dolor.
Resignada, me levanto de la cama y le hago caso. Lo último que quiero es que sufra más por mí.
🌙🌙🌙
Cojo su sudadera favorita y la aprieto contra mi pecho, aspirando su perfume. Le encantaba oler bien, sobre todo cuando se iba a encontrar con Nat. Lágrimas empañan mis ojos y me recuesto en su cama, recordando todos los momentos que viví con él y que ya nunca más volverán.
—Paula, ha venido Iván —informa mamá tras la puerta, sacándome de mis pensamientos.
—Dile que no quiero ver a nadie —musito. Lo adoro, pero necesito aislarme del mundo y estar aquí, con mi hermanito, aunque no sea físicamente.
—Él insiste, cariño —murmura —Está preocupado por ti.
Tomo una respiración profunda y salgo de la habitación, encontrándome con él. Mamá nos deja solos.
—¿No me oíste, Iván? —mascullo, observando sus preciosos ojos azules que me miran con dolor.
—No quiero que pases este duelo sola, bonita, déjame acompañarte —suplica, pero niego con la cabeza.
—Lo siento, algo se rompió dentro de mí, y por ahora no me veo preparada para seguir con nuestra relación —mi voz se quiebra, pero me obligo a ser fuerte.
—Está bien, te esperaré el tiempo que haga falta —me mira por última vez, y se va.
«Perdóname», digo para mis adentros.
🌙🌙🌙
—Cariño, déjame pasar —suplica mamá.
—Está abierto —murmuro.
Ella se tumba a mi lado mientras me acaricia el cabello.
—Sé que ahora mismo nada tiene sentido para ti, créeme que para mí tampoco —pronuncia, abatida —Pero no quiero que te aísles, no es bueno para alguien tan joven como tú.
—Perdón, mamá, pero ya tomé una decisión —comento, observando la foto de Alex entre mis manos —Dejaré la universidad, yo... no me veo capaz de seguir. Prometo que el año que viene la retomaré.
—Si así lo quieres, está bien, tómate tu tiempo para sanar —tengo suerte de tener una madre tan comprensiva y que me apoya a pesar de todo —Pero recuerda que la vida no se detiene por nadie.
—Lo sé, pero... es tan doloroso —rompo a llorar —Yo pensé que moriríamos juntos, de viejitos, no de esta forma tan cruel.
—Shh... intenta descansar —susurra mamá, consolándome como solo ella sabe hacerlo —Pensar tanto solo nos destruye más.
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Tras dormir un rato, abro el cajón para guardar su foto y frunzo el ceño al ver una libreta al fondo. La abro para ver el contenido y leo el nombre de mi amiga en una de las páginas, junto con un texto.
Natalia...
Hoy sonreí como no lo hacía en mucho tiempo. Desde la muerte de mi padre, quizás. El motivo erás tu, sin duda. Al fin liberé todo el amor que sentía por ti y que oculté durante años como un cobarde. Mi padre tenía razón, no hay nada peor que engañarse a uno mismo. Siempre tuve la idea de que si te decía sobre mis sentimientos, tú lo usarías para dominarme, para aprovecharte de mi vulnerabilidad. Creí que el amor me haría una persona débil, ¿puedes creerlo? Estaba tan equivocado... Ojalá pudiera regresar el tiempo para plantarte un beso en tu cumpleaños número quince, delante de todos. Ahora sé que el amor es la única cosa en este mundo capaz de curarnos, y de hacernos felices. Afortunadamente yo lo encontré en ti. Tú eres el único sol capaz de iluminarme por el resto de mi vida.
Oh, Dios, qué hermoso, desconocía esta lado tan sensible de Alex, pero he de admitir que me encanta. Nat debe leerlo, se pondrá feliz.
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*llorando desconsoladamente*
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Tú, mi debilidad © #2
Novela Juvenil-¿Y por qué tendría que creerte? Una lágrima se desliza por su mejilla, y me siento tan miserable. Nunca me perdonaré el daño que le hice. -Porque, aunque me cueste aceptarlo, tú eres mi debilidad.