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Seguimos moviéndonos al ritmo de la música hasta que Alex aparece en mi campo de visión hecho una furia. Se lleva a Nat de la pista sin siquiera darle derecho a replicar.

Es un bruto.

Termino mi ron rápidamente para ir en busca de Iván. Quiero bailar con él. Aún no hemos tenido nuestro momento, y estoy ansiosa.

—Iván, ¿ocurre algo? —inquiero al verlo, parece confundido.

—No, nada —esboza una pequeña sonrisa —Es solo que me duele un poco la cabeza... y será mejor que me vaya a casa.

—Voy contigo —digo sin pensar. Él niega con la cabeza, y frunzo el ceño.

—No quiero echarte a perder la fiesta, bonita —pronuncia —Quédate con Nat, ¿sí? Y por favor, no bebas mucho.

Me da un corto beso en los labios y luego se va como alma que lleva el diablo.

¿Qué carajos le pasa?

Mis alertas se disparan cuando, por el rabillo del ojo, veo a Alice encaminándose a la puerta, como si fuera detrás de él.

Los sigo disimuladamente y me escondo para escuchar la conversación. Algo me oculta Iván, y pienso averiguarlo como sea.

—¿Acaso no te gustó? —alcanzo a oír la voz de Alice, pero no sé a qué refiere —¿O es que me tienes miedo?

—No pensé que fueras así, simplemente —contesta Iván en un tono seco —Se supone que Paula es tu amiga.

—Pues sí, pero lo primero es lo primero —responde —Me gustas demasiado, y estoy dispuesta a todo por ti...

—Lo siento, pero a Paula no la cambio por nada ni nadie —dice, y mi corazón da un vuelco —Y ahora, si no te importa, tengo que irme.

—Sé que me buscarás tarde o temprano —es lo último que dice la arpía.

Já, eso nunca pasará.

Vuelvo a la fiesta más tranquila y me encamino a la barra. Ya que estaré sola, al menos seguiré bebiendo. No sé cuánto tiempo pasa hasta que empiezo a marearme. Mierda.

—¿Dónde dejaste a tu amiga? —me giro confundida hacia el dueño de la voz. Es el hombre lobo.

—Con mi hermano —respondo, y suelto una carcajada —Es su novio, ¿sabes? Es mi mejor amiga y mi cuñada.

—Vaya, así que tiene novio —sonríe —No importa, la Maléfica que me gustó desde el principio fuiste tú.

—¿Qué? —me echo a reír —Estás muy desesperado, hombre lobo.

—Si no me quieres creer, está bien —se encoge de hombros —Cuéntame, ¿qué haces aquí tan sola?

—Mi novio se fue hace rato —digo tomándome otro trago —No se sentía bien.

—Qué idiota —menciona, y lo fulmino con la mirada —Si tú fueras mi novia, nunca te dejaría sola.

—Mi n-novio es el m-mejor de todos, ¿oíste? —balbuceo, acusándolo con el dedo índice.

—Está bien, si tú lo dices —murmura antes de arrebatarme la bebida.

—¿Qué demonios haces?

—Será mejor que no bebas más.

Resoplo.

—Tienes razón, ya me está afectando —contesto bajándome del taburete —Iré a buscar a mi amiga.

—Te acompaño —más que una pregunta, es una afirmación. Me encojo de hombros y caminamos entre la gente.

Siento que me tambaleo cuando el lobo me sujeta.

De la cintura.

—No me toques, atrevido.

—Perdón, perdón —levanta los brazos en señal de paz —Creo que la he visto, ven.

Lo sigo como puedo y sonrío cuando veo a Nat y a Alex. Mi amiga me mira con extrañeza, mientras que Alex se acerca con las manos en puños. Oh, no.

—¿Quién coño eres y qué le has hecho a mi hermana?

—Tranquilo, solo impedí que siguiera bebiendo —contesta de lo más relajado—Y después la acompañé a buscaros.

—Es verdad, Alex —consigo decir a pesar del mareo que tengo —Él fue muy amable.

—Bueno, pues gracias por cuidarla —le tiende la mano y él la acepta con gusto.

Nat aprovecha para acercarse a mí.

—¿Dónde está Iván?

—Me dijo que le dolía la cabeza y se fue—explico —Ya te contaré cuando esté totalmente sobria.

Lo único que quiero en estos momentos es dormir.

Tú, mi debilidad © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora