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Iván

Ya ha pasado una semana desde que hablé con Paula. Una puta semana que se me ha hecho eterna y sobre todo extraña, como si sintiera un vacío dentro de mí.

Estaba tan acostumbrado a ver todos los días esos ojitos marrones y esa dulce sonrisa...

«Joder, Iván, ¿qué clase de cursiladas son esas?»

Por enésima vez, reviso mi móvil. Ningún mensaje, ninguna llamada. Ninguna señal de vida. ¿Pero qué carajos le pasa a esta mujer? ¿Acaso no se muere por verme como yo a ella?

Sin poder aguantar más, salgo a buscarla. Necesito que me diga algo, lo que sea, o me voy a morir de la angustia.

Cuando estoy a pocos metros de su casa, me llevo una sorpresa al ver a un chico en la puerta, como si estuviera esperando. No, no puede ser...

Entonces la puerta se abre, y la veo saludar al idiota con una amplia sonrisa en el rostro. ¿Quién coño es ese?

A continuación, hablan un poco y después se dirigen a algún lugar. La rabia se apodera de mi cuerpo, causando que apriete fuertemente los puños.

¿Para esto quería que nos alejásemos unos días? ¿Para irse con otro a mis espaldas?

Furioso, me encamino al primer bar que veo. Necesito olvidar la escena que acabo de presenciar, o me volveré loco.

Bebo y bebo durante un largo rato hasta que el camarero me impide que siga tomando. Maldigo entre dientes y salgo del lugar sin saber qué demonios hacer. No puedo ir a casa, mis padres me matarán si me ven en este estado.

De repente, la imagen de Alice viene a mi mente. Quizás pueda darle lo que quiere...

A pesar de lo borroso que veo, consigo marcar su número. Esta me contesta al instante.

—Te estaba esperando —dice en tono seductor.

—Dame la dirección de tu casa —suelto sin pensar, y ella me la da encantada.

No va a ser una mala noche después de todo.

Cuando llego a su puerta, tengo que sostenerme en la pared para no perder el equilibrio. Mierda, todo me da vueltas. A duras penas logro ver el timbre.

Alice me recibe mordiéndose el labio, ansiosa.

—Pasa, estoy sola.

Obedezco y, una vez dentro, su boca busca la mía con puro deseo. Agarro su cabello con mi puño y la estampo contra la pared. Ambos tocamos nuestros cuerpos en señal de desesperación.

Paula...

Envuelve mi cintura con sus piernas y aprieto sus nalgas, sin dejar de besarla. Me guía a lo que creo que es su habitación y cierro la puerta detrás de mí, para después tumbarla sobre la cama.

Pero, entonces, gruño por el fuerte dolor de cabeza.

Lo último que veo es la furtiva mirada de Alice...

Cuando despierto, observo a Alice de pie frente a la cama, y me quedo inmóvil. ¿Qué coño hago aquí?

Esta se cruza de brazos.

—¿Ya se te pasó la borrachera?

—Un... poco —frunzo el ceño —¿Lo hemos hecho?

Por Dios, que diga que no.

—No, te quedaste dormido —dice claramente molesta, y suelto un suspiro de alivio. Menos mal. No me lo perdonaría nunca —Aunque podemos terminar lo que empezamos... —apoya sus manos sobre la cama y gatea hacia mí.

Me levanto de un salto de la cama, esquivándola.

—Nunca debí venir aquí —digo, incrédulo.

—Pues viniste, y tenías tantas ganas de hacérmelo... —toca su entrepierna, en un inútil intento de seducirme.

—Adiós, Alice —salgo rápidamente del cuarto, escuchando una carcajada por su parte.

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No aguantaba las ganas y decidí subir otro capítulo.

Muchas gracias por sus votos y comentarios. Ojalá les esté gustando la segunda temporada tanto como a mí :D

Tú, mi debilidad © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora