—¿A dónde te apetece ir? —dice Bruce a medida que caminamos sin rumbo.
—Donde tú quieras, me da igual.
Soy la persona más indecisa del mundo.
—Está bien, te llevaré a una de las mejores cafeterías de la ciudad —pronuncia con una sonrisa, y alzo las cejas.
Cuando llegamos, me quedo anonadada por la decoración vintage del local. Es una cafetería pequeña, sencilla, pero no por eso deja de ser hogareña. La cantidad de dulces que nos reciben provocan que mi estómago proteste.
Nos sentamos y la camarera nos atiende rápidamente.
—Buenas tardes, ¿qué desean? —pregunta amablemente. Es joven, rondando los treinta, y muy atractiva.
—Yo un chocolate caliente —contesto con una pequeña sonrisa —Y un croissant de aquellos —señalo la barra —Que tienen buena pinta.
—Oh, vaya que sí la tienen —ríe, y mira a Bruce —¿Y usted, joven?
—Un café, por favor, y otro croissant —me guiña el ojo.
La camarera toma nota y nos deja solos.
—Cuéntame, ¿qué estudias? —curioseo. Nunca lo he visto en mi facultad, ni en la de diseño.
—Sé que estás intrigada por saber todo de mí, así que te complaceré —bromea, y río —Estudio Fisioterapia.
Vaya, eso explica todo.
—Interesante —chasqueo la lengua —¿Y qué tal de amores? —me atrevo a preguntar.
Es extraño que, siendo un chico bueno y atractivo, no tenga pareja o alguna pretendienta por ahí.
—Pues... por ahora no busco nada, tuve una relación bastante tóxica.
Eso me coge por sorpresa.
—Nunca lo hubiera imaginado —digo, sincera —Pareces tan...
—¿Tan qué? —inquiere, intrigado.
—No sé, tan simpático y bueno —respondo, frunciendo el ceño —Algunas personas se vuelven más cerradas tras una relación como una forma de protegerse a sí misma.
—No es mi caso —sonríe, orgulloso —Siempre conservé mi esencia, a pesar de todo.
—Cuánto me alegro —musito —Nunca deberíamos olvidar quiénes somos.
—Cierto —asiente —Y hablando de amores, ¿qué tal tu relación?
Inmediatamente me tenso al pensar en él.
—Bueno, hace unos días tuvimos una discusión —explico, recordando sus dolorosas palabras en el cementerio...
—Es algo normal, espero que se solucione —me da una sonrisa de boca cerrada.
—Gracias, yo también lo espero —cuando me vea preparada, hablaré con él.
La camarera regresa con nuestros pedidos y procedemos a comer. Indudablemente hicimos una buena elección, los croissants están deliciosos.
Poco después nos marchamos y él se ofrece a acompañarme a casa, lo cual no es necesario, pero insiste. Ya en la puerta de mi casa, me despido de él con un beso en la mejilla.
🌙🌙🌙
Después de cenar, subo a mi habitación para seguir estudiando. Al cabo de un rato, mi móvil suena, desconcentrándome.
Lo desbloqueo y observo un mensaje de un número desconocido.
Pincho en él con el ceño fruncido, quedándome totalmente helada al descubrir una foto.
Esa mano... y esa barbilla... Maldita sea. No puede ser él.
Cubro la boca con mi mano, sin poder creer lo que estoy viendo.
Él, el chico que creí que me quería, se atrevió a engañarme de la peor manera.
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SE VA A ARMAAAAAR :O
No me odiéis, please
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Tú, mi debilidad © #2
Teen Fiction-¿Y por qué tendría que creerte? Una lágrima se desliza por su mejilla, y me siento tan miserable. Nunca me perdonaré el daño que le hice. -Porque, aunque me cueste aceptarlo, tú eres mi debilidad.