— ¡Samantha! —la llamo exasperada su madre—. Siéntate a estudiar, necesito ir a la ciudad.
Samantha bajo por las escaleras con el rojizo cabello recogido en una coleta y la cara llena de pintura.
—Creí haberte visto sentada en el estudio, ya veo que en realidad era tu hermana—.
— ¡No quiero! —Protesto Samantha–. Estoy pintando un nuevo cuadro. Además no me gusta el francés, y Savannah aún no está estudiando.
—Tu hermana ya está en el estudio repasando su clase de francés –Aseguró su madre indicando con su cabeza la dirección donde se hallaba Savannah.
Samantha rodeo lentamente a su madre mientras esta se dirigía de salida y se apresuró en dirección al estudio. Savannah se hallaba concentrada en un libro sobre una larga mesa antigua situada en el centro de la habitación. El estudio era un lugar acogedor con aire barroco y una inmensa biblioteca la cual cada vez contenía más libros, ya que su padre siempre que volvía traía libros nuevos para ellas.
Samantha asomo la cabeza antes de entrar al estudio. –Toc Toc. ¿Llegue tarde?
Savannah sonrió cálidamente, atrajo una silla hacia ella y le dio unas palmaditas para que su hermana se sentara a su lado.
— ¿Hace mucho estabas aquí sentada? —Preguntó Samantha con remordimiento. Su hermana era preciada para ella, no podía hacerla esperar mientras ella pintaba.
—Hace poco tiempo, no te preocupes —Respondió Savannah.
Durante dos horas las gemelas se concentraron en el mismo libro y practicaron entre ellas. Sus padres encontraban muchas deficiencias en el aprendizaje tradicional por lo que Savannah y Samantha jamás habían asistido a una escuela normal. Su madre, quien había sido profesora en la universidad, les dictaba clases a diario sobre las materias obligatorias. Además de recibir educación home Scholling su madre también les había inculcado el amor a los deportes, la lectura y a las artes, básicamente a cualquier cosa que fuese lúdica, recreacional o necesitase de imaginación.
Las gemelas habían terminado de estudiar y mientras Samantha continuaba con su pintura, Savannah leía un libro sobre historia barroca, hasta que escucho un estruendo en el segundo piso.
— ¡¿Estas bien?! —Preguntó Savannah agitada al llegar a la habitación donde se hallaba su hermana. –Subí lo más rápido que pude.
—Sí, estoy bien —Samantha se agacho y para recoger un montón de pinturas del suelo–, solo se me cayeron todas las pinturas de la repisa cuando intentaba bajar una.
Samantha y Savannah eran muy artísticas; tenían una habitación llena de cuadros, pinturas, oleos y las paredes estaban llenas de dibujos hechos por Savannah con carboncillo.
Savannah se arrodillo y la ayudo a recoger todas las pinturas y reparo en el cuadro que su hermana estaba pintando.
—Que linda torre inclinada —Savannah detallo el cuadro y se recogiendo su cabello para pintar con ella.
— ¿Si te gusta? Aun no la termino. Es la Torre de Pisa, está en Italia, lo leí en uno de los libros de arquitectura de la biblioteca—. Señalo Samantha orgullosa.
Savannah rio.
–Lo sé, se mas de historia que tú, hermana.
Samantha regreso a su pintura.
—Me encanta esa imagen de la torre, la veo y me siento como si estuviese allí—. La voz de Samantha sonaba esperanzada.
—Lo sé, siento lo mismo.
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The redhead
RomanceElla es pelirroja, sus ojos son azules y su piel demasiado blanca. No es de la ciudad, eso es seguro. Jamas ha usado un celular en su vida, ni una laptop ni una TV. Es reservada, no habla mucho y se limita a observar. Nunca se ha enamorado, en re...