19.

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XIX.

Esa noche, Savannah se hospedo en su vieja casa del lago. Al amanecer cabalgo con Galatea hacia el lago como solía hacerlo y nado un poco hasta que el frio la obligo a salirse del lago. Durante todo el día estuvo reflexionando sobre su viaje ¿En verdad se emprendería en la aventura de ir hasta Suiza a buscar a su hermana? Tal vez era una idea estúpida. Por momentos desistía, pero luego recordaba que ya tenía el pasaje en su maleta, y que a pesar de lo estúpida que pudiera sonar su idea, sabía que su hermana la necesitaba.

Se sentó en el estudio donde antes repasaba los temas que su madre les enseñaba. De su mochila saco una bolsa de arándonos y de la biblioteca una de sus viejas libretas para escribir. ¿Por dónde iba a empezar? ¿Cómo llegaría hasta donde su hermana? Savannah comenzó a escribir notas en la libreta y a formar un esquema elaborado, debía tener un buen plan para llegar hasta donde su hermana.

¡Un punto de partida! Eso era lo que necesitaba. Savannah y su familia solían ir a menudo a la casa de la tía Georgina en Zúrich. A pesar de que eso había sucedido algunos años, ella aun recordaba cómo llegar hasta la casa. Una vez allí, ¿Qué hare? Podría intentar infiltrarse en la casa y buscar más información sobre el lugar donde tenían a su hermana.

¿Y luego qué? ¿Cómo entrare, la veré o la sacare? ¡Esto es inútil!

Savannah se exaspero. Su plan sonaba imposible. Aun así, ella estaba dispuesta a seguir su plan hasta donde pudiera.

Al medio día ataco la alacena de la cocina y acabo con las reservas de comida enlatada que había dejado su padre antes de irse a la ciudad, se sentía nerviosa por el viaje y por todo lo que iba a hacer. Después de comer se despidió de su casa, su verdadero hogar, no el lujoso pent-house de la ciudad. Se montó en la moto de Noha, confirmo que el combustible fuera suficiente y se dirigió de regreso a la ciudad al aeropuerto.

Savannah dejo la moto en un estacionamiento dándola por perdida, ya que ella se iría a Suiza y Noha no estaba para rescatar su preciada motocicleta. Una vez en el aeropuerto espero ansiosa en la sala para abordar. Miraba los aviones por la ventana, se imaginaba el escape de Samantha, y revisaba una y otra vez las cosas en su maleta. Su vuelo era en la noche, lo que implicaba que su llegada seria en la mañana. ¿Qué tan loca podía estar para emprenderse en un viaje así no más de un día a otro?

¡Al fin! Dieron permiso para abordar el avión, y a Savannah le complació saber que su puesto estaba junto a la ventana. El puesto de al lado estaba desocupado, era el otro pasaje que tenía, el pasaje sin dueño que había quemado la noche anterior. Savannah miro por la ventana mientras terminaban de abordar al avión y se preparaban para despegar. Intentaba distraerse observando la llegada de los demás aviones y el despegue de algunos pocos. También contaba cuantas ventanas tenían y de que aerolíneas eran. Estaba demasiado ansiosa.

Su maleta la habían considerado de mano así que la dejaron subirla en la cabina de pasajeros. Saco una botella de agua y tomó unas efectivas píldoras para el sueño, si iba a poner en marcha su plan de infiltrarse a la casa de Georgina en la mañana, lo mejor sería dormir y descansar durante el vuelo. Además, teniendo en cuenta que no tenía lugar para quedarse en Zúrich, no sabía hasta cuándo podría volver a dormir cómodamente.

El botón de abrocharse los cinturones se encendió. El avión comenzó a moverse por la pista, cogió velocidad y se elevó fuertemente, Savannah sentía que la presión la aplastaba en su asiento. Cuando el avión se estabilizo, se soltó el cinturón y admiro el paisaje por la ventana. Todo se hacía más chico mientras las nubes aumentaban impidiéndole la vista.

Bueno, aquí vamos.

En su maleta busco su celular y los audífonos, pero dudo antes de encender su celular. Si lo encendía, encontraría en la pantalla los mil mensajes de Noha. Arrepentida, guardo el celular de nuevo en su maleta y prefirió viajar sin música. Entre cruzo sus manos sobre su regazo y cerró los ojos, al cabo de un rato las pastillas harían efecto y ella quedaría profundamente dormida.

The redheadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora