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VII.

Durante el resto de la semana Savannah prefirió tomar distancia de Noha, sabía que era lo correcto. Gracias al descubrimiento de su nuevo celular, Savannah estaba un poco más actualizada y cerca de la modernidad; había aprendido a usarlo al derecho y al revés, tomaba fotos, bajaba aplicaciones y descubrir la internet le daba otra forma de realizar investigaciones, a pesar de que prefería los libros intentaba adaptarse.

Annette le había enseñado a usar diferentes redes sociales y a descargar música en su celular. En su repertorio de música tenia a Bach, Chopin y Tchaikovsky entre otros, y un poco de música similar a la que habían escuchado con Noha. Casi parecía una adolescente común y corriente.

Era domingo por la tarde. Savannah contemplaba en su celular una foto suya con su hermana. En el armario de su padre había encontrado un álbum de fotos sacadas con la vieja Nikon de papá. Estaba su madre, la casa, su yegua en competencias, eran muchos recuerdos. Savannah había grabado en su celular algunas de las fotos más importantes y en especial una foto reciente con Samantha la cual intentaba plasmar en la pared con lápiz y carboncillo. Comparo la foto de su celular con el dibujo de la pared, faltaban algunos retoques para terminar pero se sentía orgullosa de su trabajo.

Su estómago gruño, era tarde y a pesar de que ya había almorzado, sentía hambre. Salió de la habitación de Samanta y dejo la cerradura con llave como siempre, solo Savannah tenía acceso a esa habitación.

Savannah quería arándanos, era su fruta favorita pero ya se los había acabado todos, no quedaba ni un solo paquete en la alacena. En realidad, la alacena pocas veces tenia comida. Resignada, se colocó una chaqueta y salió del pent—house, había un super mercado a pocas calles de allí; compraría unos arándanos y se regresaría a seguir dibujando.

La tarde estaba soleada, muchos estaban en los parques disfrutando del domingo. Camino hasta el súper y recorrió cada pasillo hasta encontrar los arándanos. ¡Espera! Unos chocolates no harán daño, ¿Cierto? Savannah retrocedió unos pasos y agarro una cajita de chocolates; desde que había llegado a la ciudad se había dejado cautivar por los dulces, especialmente los chocolates suizos.

Pasó sus caprichosas compras por la registradora y salió del súper en dirección hacia su casa. Se distrajo quitándole la envoltura a un chocolate para saborearlo y del callejón dos sombras se acercaron velozmente e inesperadamente chocaron contra ella.

¡Maldita sea! Chocarme se esta volviendo costumbre.

Savannah casi no podía respirar, las dos personas la estaban aplastando, rápidamente  se quitaron de encima de ella ¡Eran Annette y Román! Los 3 estaban un poco confundidos. Savannah estiró la cabeza para ver hacia el interior del callejón, había una persona tirada en el piso. Savannah abrió los ojos como dos platos de la impresión e inmediatamente se paralizo, parecía estar en una clase de shock. Nadie pronunciaba palabra alguna, con el dedo índice señalo a la persona en el suelo, se movía intentando reincorporarse. Román lo noto e intercambiaron cortas miradas con Annette, no sabían que explicación dar.

— ¡Nos vamos! —Annette y Román se reincorporaron, ágilmente agarraron a Savannah por sus muñecas y salieron a correr llevando a Savannah casi a rastras.

— ¡No, Esperen! A donde vamos —La adrenalina invadía a Savannah, no entendía lo que acaba de pasar. Todo había transcurrido en fracción de segundos. Intento detenerse pero le ganaban en fuerza y velocidad así que tuvo que acondicionarse al ritmo que llevaban los otros dos.

Annette y Román corrían muy rápido, más de lo que Savannah pudiese a pesar de que solía trotar en las mañanas. Recorrieron algunas calles en dirección opuesta hacia donde se dirigía Savannah, lentamente comenzaron a disminuir la velocidad verificando que nadie los siguiera y finalmente se detuvieron frente a una panadería.

The redheadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora