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XIII

El resto de la semana fue muy normal, tal vez la semana más normal que había tenido Savannah en meses, no había tenido episodios de descontrol mental ni mensajes sobre los problemas mentales de su hermana. El sábado en la mañana la despertó Noha con un mensaje:

Noha: Ya es hora de levantarse, ¿Qué te parece si te das un baño y bajas a la puerta de tu edificio? Te estaré esperando (;

Savannah se restregó los ojos y leyó el mensaje sin salir de su cama. ¿Qué hora es? Reviso su reloj y noto que eran las nueve de la mañana. A pesar de que cuando vivía en el bosque se despertaba puntualmente a las siete, desde que había llegado a la ciudad, los días en que se podía levantar tarde eran sagrados para ella.

S: Es muy temprano, Noha. Deja dormir.
Noha: En verdad ya es muy tarde. Alístate.

¿Qué? ¿Muy tarde? Savannah salió de mala gana de la cama y se dirigió al baño. Rápidamente se  ducho y se colocó un vestido salmón de verano, se hizo una trenza en espiga y salió del pent-house comiendo un pan recién tostado.

Savannah cruzo el lobby y al llegar a la entrada del edificio quedo boquiabierta. Noha estaba recostado en el capó de un auto clásico descapotable color rojo pasión. Pero no fue el auto lo que había sorprendido a Savannah sino Noha quien vestía con vaqueros entubados, llevaba la camisa blanca dentro del pantalón con cinturón de cuero, zapatos apaches, sombrero y gafas oscuras por el sol.

Al ver a Savannah se quitó las gafas y le sonrió ampliamente.

—Como estas, preciosa —Noha la atrajo hacia él y la beso dulcemente.

Savannah se sonrojo y se comenzó a sentirse acalorada no precisamente por el sol, sino por la pícara sonrisa de Noha quien lucía más coqueto que nunca con las gafas de sol y el sombrero.

—No muy bien. Me despertaste temprano y ni si quiera me dejaste desayunar bien.

Noha se rio mientras le abría la puerta del copiloto a Savannah, luego se sentó en el asiento del piloto, se quitó el sombrero y encendió el motor. Piso el acelerador un poco haciéndolo rugir el auto y presumiéndoselo a Savannah, luego hecho a andar.

—No sabía que también tuvieras un auto.

— ¡Ja! Además de mis cuatro motos, ¿Un carro? Sería lo máximo. Pero en realidad no es mío —mencionó Noha con una mueca de decepción—. Este Chevrolet Corvett es el tesoro de mi padre, ha invertido mucho dinero en él.

—Se nota, está muy bien cuidado —admitió Savannah.  

—Solo me deja usarlo en ocasiones especiales —comentó Noha mirando a Savannah por momentos para no descuidar la vista al frente.

— ¿Y porque este es un momento especial? —preguntó curiosa.

—Es una sorpresa —Noha le guiño un ojo a Savannah lo cual aumentaba su intriga.

Salieron de la ciudad y en poco tiempo se  hallaban en carretera, Savannah disfrutaba de la comodidad que le ofrecía el Corvett, el viento en su cara y la hermosa vista del paisaje; además de la compañía de Noha quien sabía conducir el auto ágilmente a alta velocidad.

Transcurrida una hora aproximadamente, Noha comenzó a disminuir la velocidad, luego se desvió de la carretera y se dirigió por un camino de piedra y arena; a pocos metros se comenzaron a ver puertas rejadas que daban a otros caminos. Noha avanzo unos pocos metros más y se estaciono frente a una puerta de rejas la cual tuvo que abrir manualmente. El camino era delineado por palmas y al fondo se veía una casa, continuo el recorrido hasta que se acabó el camino y comenzó a andar sobre el prado hasta llegar a la casa.  

The redheadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora