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II.

El pitico de la alarma sonó fastidiosamente a las siete en punto de la mañana, Savannah se levantó de mala gana y se bañó rápidamente. Al salir del baño se torturo mirando la falda gris plisada, las medias veladas, las baletas negras, la camisa blanca de manga larga y el chaleco gris claro de tela que complementaba el uniforme de su nuevo instituto. Después de vestirse, corrió por el corredor hacia la habitación de Samantha, pero noto que la habitación estaba vacía; ella ya no estaba. La semana pasada había vuelto la tía Georgina y se la había llevado, la despedida había sido tortuosa para ambas, ya que estarían completamente solas en diferentes países.

—Todo estará bien —Se dijo a si misma frente al espejo de la habitación de Samantha.

Se devolvió por el corredor y bajo las escaleras hasta el primer piso, agarro unas tostadas y salió hacia su nuevo instituto.

Savannah estaba atónita. Instituto Cromwell, así se llamaba el instituto donde su padre la había inscrito. Después de la entrada, la mayor porción de área estaba ocupada por zonas campestres, el camino de piedras y gravilla la conducían hacia una rotonda con una fuente en el medio y sillas alrededor, en una de las sillas se hallaban unos jóvenes en uniforme como ella charlando, el resto del paisaje estaba vacío de estudiantes. La rotonda tenía caminos hacia tres edificios de dos pisos con arquitectura hecha en vidrio opaco que no permitía ver al otro lado. Savannah se sentía perdida, no sabía que camino coge lo cual era irónico porque así estaba su vida.

— ¿Se puede saber que hacen ustedes aquí a esta hora? —Preguntó una señora a los estudiantes—. Deberían estar en sus salones, las clases ya van a comenzar.

Una estudiante rubia le respondió a la señora pero Savannah no alcanzo a oírla. Los estudiantes se levantaron y recogieron sus cosas, al parecer ya se iban. La señora se fijó que había una estudiante nueva, Se volteó hacia Savannah y le dedico una sonrisa cálida indicándole con la mano que se acercara.

Savannah camino lentamente hacia ella mientras la detallaba, tenía el cabello castaño recto hasta los hombros y un blazer color hueso que combinaba con su pantalón. Por alguna razón le acordaba a la tía Georgina.

—Tú debes ser una de las hermana gemelas, ¿no es así? —la voz de la señora era suave y cálida.

Savannah asintió.

—Yo soy Savannah.

La señora la miro un poco confundida.

—Pero, yo esperaba a dos como tú.

Savannah sintió un punzón en el pecho, su hermana debía estar ahí junto a ella acompañándola. La extrañaba demasiado.

—No, solo estoy yo —Savannah lo dijo más para ella misma que para la señora.

—Ya veo —la expresión de la señora reflejaba su desconcierto—.  Muy bien, pues yo soy la directora del colegio, puedes decirme Evelina y estoy disponible para lo que necesites. Tú padre me contó lo sucedido y sé que estás pasando por momentos difíciles, así que si necesitas algo yo te puedo ayudar.

Savannah sentía que las lágrimas inundarían sus ojos, tras la forma en que Georgina las había separado; Evelina era la primera persona que se comportaba amable y atenta con ella.

—Muy bien, entonces te ubicaremos —Le anunció Evelina al notar que Savannah no pronunciaría otra palabra.

Del bolsillo del blazer saco un papel aburujado y lo desdoblo.

—Este es tu horario, tenía previsto que tu llegada fuera hoy —Le dijo a Savannah entregándole el papel.

— ¡Annette! —Evelina  llamo a una de los estudiantes que se dirigían a otro edificio.

The redheadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora