IV.
Savannah no asistió al instituto en los dos siguientes días. Antes de regresar a las clases decidió salir a trotar en los alrededores para no perderse y al volver a casa noto el desastre que había causado durante esos dos días. La mayoría de las cosas se hallaban tiradas en el suelo y todo estaba desorganizado y fuera de su lugar.
Los anteriores días Savannah había estado practicando Gi Gong para intentar recuperar el control en sí misma pero el dolor en su pecho regresaba cada tanto tiempo. Había descubierto que cuando llegaba al límite se descontrolaba completamente y con su mente emanaba una onda de fuerza a su alrededor, esto explicaba porque todo lo que se hallaba en las repisas ahora estaba en el piso y porque semanas antes había creado aquel remolino en el cuarto sobre su cabeza y la de Samantha.
Savannah tomó un refrescante baño mientras unía todas las ideas que se le habían ocurrido en esos días que explicaran porque le sucedía esto, y que causaba el dolor en el pecho y la voz de Samantha en su cabeza. Es la conexión de gemelas. Pensó instantáneamente.
—Cuando Samantha o yo sentíamos algo la otra lo sentía también —Se dijo en voz alta escribiendo Sentir—Conexión sobre el vapor que se condensaba en el vidrio por el agua caliente.
Savannah parecía haber descubierto un acertijo.
— ¿Y qué pasa si ella está pasándola mal y yo siento su dolor? ¿Ella estará sintiendo lo mismo que yo? —Agarro la toalla y se enrollo en ella—, tal vez la conexión no solo funcione si estamos juntas sino también a distancia.
Savannah se vistió con el uniforme y recogió el cabello que caía en su cara con un moño rosado, agarro los cuadernos nuevos que había comprado en una tienda de útiles y se dirigió al instituto.
—Buenos días —saludo fuertemente el profesor de filosofía. Era un señor de unos cuarenta años con el cabello rubio largo recogido en una coleta, pero parecía ser muy pulcro.
—Buenos días —Respondieron los seis alumnos que ocupaban el salón de filosofía avanzada.
Era el segundo día de clase de Savannah y sus dos primeras horas estaban ocupadas con filosofía, en el salón podía reconocer la cara de Annette, Megara y el chico de cabello despeinado de la clase de lenguas extranjeras.
—El día de hoy quiero que hagan una lectura del texto que les voy a entregar —entrego las fotocopias a los alumnos— y en parejas, pasaran al frente de la clase y expondrán su tema. Tienen cuarenta minutos.
Savannah leyó el título de sus fotocopias. La crisis de la escolástica. Miro de reojo al resto de los estudiantes, ojeaban las fotocopias con más seguridad que ella.
—Noha, ¿haces el trabajo conmigo? —Megara le sonreía ampliamente al chico despeinado de piel morena y hablaba cálidamente, a diferencia de su forma de hablarle a Savannah en la clase lúdica.
—Lo siento no tenemos el mismo tema, Megara —respondió el chico con una mueca de lastima.
—Tengo el mismo tema que tú, Megara —aseguró Annette comparando las fotocopias. Megara la siguió hasta su puesto y se sentaron juntas a leer.
Al otro lado del salón otra chica ya se había emparejado con el alumno que tenía su mismo texto, lo que significaba… ¡No puede ser! Savannah tenía el mismo texto que el chico con el que Megara estaba flirteado hacia unos minutos antes.
El chico miro fríamente a Savannah, estaba petrificada. Miro las fotocopias y cayó en cuenta que debía reunirse con ella. Le devolvió la mirada y le dedico una sonrisa socarrona.
ESTÁS LEYENDO
The redhead
RomanceElla es pelirroja, sus ojos son azules y su piel demasiado blanca. No es de la ciudad, eso es seguro. Jamas ha usado un celular en su vida, ni una laptop ni una TV. Es reservada, no habla mucho y se limita a observar. Nunca se ha enamorado, en re...