criminal Mind

22.5.- Una Pesadilla?

Abrí los ojos de a poco, seguía
escuchando esa voz. Sí, era Luis,
entonces no había soñado todo esto,
no era una maldita pesadilla, era una
realidad. Tenía la boca seca, pastosa,
seguro por los analgésicos, traté de
sentarme, pero el cuerpo me pesaba
demasiado y la verdad no quería
nada más que dormir, nada más que
morir, si después de todo, ya lo
estaba para todo el mundo. El único
que sabía que estaba con vida era el
maldito asesino y psicópata, que
trataba de matarme constantemente
y que a la vez me amaba y me
cuidaba. Pero el objetivo ya estaba
insertado como un chip en mi
mente... El debía morir y yo debía
hacerlo.

-¿En qué piensas tanto?, ven dame
la mano, veremos si puedes caminar
un poco, daremos un paseo por la
playa más tarde, ahora a lavarte y a
comer algo.

Me tomó la mano, luego el talle y a
un costado de él me sostuvo: mis
píes casi se arrastraban, no tenía
voluntad de moverme.

-Laura, debes hacer un esfuerzo,
¡camina!

Dejé caer mi cuerpo aún más, con
todo el peso; él me apretó más,
tironeándome hacía arriba.

-¿Así será el juego entonces? .
Juguemos, yo tambíén puedo.

Me tiró nuevamente a la cama,
quedé boca abajo, sin querer moverme.

-Entonces, no quieres moverte, no
quíeres caminar, no quíeres comer, te
estás portando como una niña
malcriada, mimada y necesitas un
castigo.

Se sentó en la cama. me tomó de los
brazos. me arrastró hasta sobre sus
rodillas y como a una niña pequeña, me dio de nalgadas; sus manos
daban golpes duros, secos, temblé
por completo y un grito me sacó del
letargo.

-¡Ay maldito loco, me duele! Del
puro dolor ya me habían dado ganas
de hablar aparte de gritar, las
lágrimas corrieron por mi cara. No
me pegues más, por favor... Luis, te
haré caso, no me golpees más.

-Maldición, tú me haces golpearte
con esa actitud. Yo te amo, no quiero lastimarte, pero es la única forma,
para que hagas caso.

Su cara se veía perturbada, en verdad
no mentía, la parte digna, buena, que
aún le quedaba a ese ser humano
me estaba hablando y... me amaba.

-Ya no te haré enojar, lo prometo.

-Ven acá. vamos al baño. te lavarás.

Caminé ayudada por él, cojeaba, las
piernas me temblaban y mi trasero palpítaba por las nalgadas recibidas
recíenternente.

-Ay, espera.

Mí respiración era entrecortada. El
me atrajo a su cuerpo de frente, con
un brazo me sostuvo del talle y con el
que tenía libre, acarició mís cabellos
y sacó el pelo que tenía colgando por
los ojos.

-No hay prisa, cuando estés lista
seguiremos, podría llevarte en brazos,
pero no es la idea, quiero que
camines, que te muevas.

-SÍ... lo sé.

Llegamos al baño, me dejó sola
mientras me lavaba. al rato volvió con
un vestido tipo artesanal de color
crudo. hermoso. con corsé hacía
arriba.

-Mira lo que te compré, estoy seguro
que te quedará como si fuera tuyo,
tengo tus medidas en mis manos.

Lo miré con una sonrisa de medio
lado. Me lo coloqué. El me ayudó, era
exacto para mí, hecho a medida. Me
cepilló el cabello, luego me preparó
el desayuno. Comí muy poco, tenía
náuseas.