Jungkook reɑcciones [EDITANDO]

26

Tic tac, tic tac, tic tac,tic tac. Asi de desesperante sonaba el reloj en tu habitación. Eran las cuatro de madrugada y estabas sentada en tu cama agarrando fuertemente tus sábanas
¿Por que estás despierta tan tarde y ni siquiera tienes celular en mano? Se preguntarán. Pues la respuesta, era sencilla. Tenias un miedo eclipsante.

Recordabas sus palabras perfectamente, como si te las hubiera dicho hace segundos.

"Esta noche pasará algo interesante, mi pequeño corderito."

La forma en la que lo dijo fue escalofriante. Lo dijo suave y lento, como si saboreara el miedo que sentías. Una parte de ti te decía que estaba bromeando, pero otra te decía que algo trágico pasaría esa noche.

¡¿Por que, por que lo hice enojar?! Pensaste.

Sentiste un leve escalofrio en tus muslos. La luna se volvió más brillante.

—Shhh—

Alguíen había susurrado. No había nadie en la habitación salvo tú. Debía ser él, estabas segura.

—¿Hola?

Silencio sepulcral, miedo abismal.

—¿Hola? —repetiste.

—Hola, mi bello corderito.

Se te paró.

El corazón.

—¿Que haces aquí?—preguntaste susurrando.

—Te dije que hoy pasaría algo interesante, mi bello corderito.

Tic, tac, tic, tac...

—No quize que veas la realización por miedo a que hulleras de mi. Sin embargo deseo que veas el resultado,  mi hermoso corderito.

Oh no...¿Le habrá hecho algo a Jimin? Sólo estaban hablando, él no merecía un trágico final.

—¿Dónde estás? —preguntaste con la garganta seca.

—Estira hacia arriba tu precioso cuellito, corderito.

Alzaste tu cuello hacia arriba y viste a Jungkook acostado boca arriba en el techo. Emitiste un grito feroz.

Jungkook bajó lentamente flotando hasta quedar en cuatro patas sobre tu cama.

—Te ves mucho más hermosa bajo la luz de la luna. —dijo acariciandote la mejilla.

Querías mirar a cualquier dirección salvo a sus ojos.

—¿Por qué me evitas? —preguntó visiblemente ¿Triste?

—Te tengo miedo.

—Oh, corderito —rio él risueño —Yo nunca te haría daño.

Jungkook se levantó de la cama y te tendió su mano para que la tomaras. La aceptaste dudosa.

Ambos saltaron de la ventana, aterrizando totalmente estables. Jungkook se agachó un poco mostrándote su espalda.

—Sube—dijo serio.

Con recelo saltaste a su espalda y enrollaste tus piernas en sus caderas. De pronto él empezó a correr muy rápido. Más rápido que un guepardo. Atravesaron un bosque desolado. Los cuervos recitaban sonidos espeluznantes y los animales salvajes rondaban por los alrededores.

Jungkook te bajó de su espalda. Miraste detenidamente el bosque en el que estaban.

—Pase lo que pase, jura que siempre estarás conmigo —dijo Jungkook apoyando su cabeza en tu hombro.

—Lo juro—mentiste.

—Ven —dijo agarrandote de la mano.

Caminaron unos cuantos pasos hasta encontrarse con una gran roca.

—Pasa al otro lado—te susurró Jungkook.

Caminaste con el corazón en la garganta hasta allí. Miraste al suelo y encontraste un cuerpo con mordidas profundas en todas partes. Estaba desnudo, y le faltaban sus genitales. Sus ojos ya no estaban, igual que sus orejas. Su boca estaba abierta ahogando un grito de horror.

—J-Jung... Kook ¿Por qué...?

Míraste a su dirección, Jungkook estaba recostado en un piedra mirando sus uñas.

—Soy un vampiro celoso, que te puedo decir.

—Eres un monstruo...

Jungkook alzó una ceja.

—Un monstruo que te ama, corderito.

Jungkook se levantó mientras relamia sus labios. Notaste que su lengua era de un rojo intenso, seguramente era sangre seca.

—No debiste...

—¿Que? ¿Asesinar al idiota de Jimin? No se si lo sabías corderito, pero él se quería meter entre tus piernas.

—Aun así ¿Quien te crees para tomar las vidas de los demás? —preguntaste sin pensar, dejándote llevar por la rabia.

—Un vampiro enamorado —dijo sonriendo.

Te quedaste callada.

—T/N se que es difícil de asimilar, pero tu destino soy yo, quieras o no.

Saliste corriendo. El terror que le tenías a esa atractiva criatura era inmensa. Solo querías huir de allí y de él.

Corrias y corrias fuertemente como jamás habías corrido. Tus piernas esquivaron todo tipo de piedras y plantas. Oíste una risa burlona que hizo eco por todo el bosque. Seguiste corriendo más y más hasta quedarte sin aliento. De repente sentiste un fuerte golpe en tu nuca. Antes de desmayarte escuchaste su única voz.

—Eres mía, mi bello corderito. Vamos a iniciarte.