Especial San Valentín

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Nota de la autora: ¡Sorpresa! Para celebrar el crecimiento de este relato y el aumento de esta pequeña familia he decidido colgar un capítulo hoy, 14 de febrero, para honrar el amor que siento por esta historia y, especialmente, por aquellas personas que la siguen y me regalan cariño continuamente de mil maneras. Creo que la mejor forma de agradecerles mi apoyo es esta, regalando un capítulo adicional. Sin más, disfruten del capítulo inesperado y les espero el martes nuevamente con los episodios ordinarios. 


La claridad de la mañana me obliga a abrir los ojos, los restriego y voy directa a lavarme la cara. Ayer Tae se fue poco después de las ocho, el vuelo de Hyeon ya había salido, pero no se había ido por eso, sino porque me conoce y me dejó tiempo para organizarme para ir a clase, es adorable. Hoy, desayunar me parece un poquito más aburrido sin él, y la cama me ha resultado incluso más solitaria que cuando llegué y dormí aquí sola por primera vez. Pensar en todo lo que pasó sigue haciendo que me sonroje, de eso no cabe duda. Sacudo mi cabeza, como suelo hacer cuando quiero que un pensamiento abandone mi mente, y me preparo rápidamente para ir a clase. Corea ya me parecía preciosa cuando llegué, pero ahora es todavía mejor. Vislumbro al cabo de unos minutos la facultad, verla me provoca diversas sensaciones agridulces, pienso en que me encontraré con Tae, con los chicos, que les voy a contar todo a las chicas y me siento genial. Sin embargo, recuerdo que Nate está en mi clase, recuerdo lo que fue capaz de hacer y me entra el pánico cuando me pongo a pensar lo que será capaz de hacer. Suspiro profundamente, me dirijo a clase y encabezo el pasillo, evado todo tipo de miradas por temor a encontrarme con alguna de las personas que fueron a la fiesta. Camino rápido para evitar, también, cualquier tipo de pregunta sobre lo que pasó.

Al levantar mi mirada para calcular cuánto tiempo me queda para llegar a clase en un pasillo que se me antoja más largo que nunca, me encuentro con la mirada de Tae. Seguidamente, me encuentro con su sonrisa, que se dirige a mí. Empieza a caminar en mi dirección, pretendo saludarlo, pero se me adelanta y, cuando se pone a mi altura, agarra mi mentón y me da un beso corto. Tengo los ojos como platos porque no me esperaba esta escena en el pasillo donde, en hora punta, está caminando todo el mundo.

- Tae, nos mira mucha gente -le recrimino en voz baja y pongo mi pelo tras mi oreja.

- Eso es, para que nadie tenga dudas de que eres mi chica -me guiña un ojo.

Se aleja sin dejarme responder y se une a los chicos, estos lo reciben con vítores. Me recuerda a la primera vez que nos vimos, desde luego nuestro encuentro fue muy diferente. Sin ninguna duda, si alguien me llega a jurar ese día que unos meses más tarde estaría dándome un beso con uno de los 'descendientes de Apolo', tal y como los llamaba Hana, no me lo habría creído en absoluto. Me sonrojo notando que mucha gente me mira, así que me apresuro entrando a clase y me uno a Iseul y Hana. Me reciben alegremente, siempre es maravilloso estar con ellas. Estamos hablando alegremente, nos pisamos las unas a las otras en nuestras palabras, todo son risas hasta que levanto la mirada e, inintencionadamente, veo a Nate. Tiene su mentón apoyado sobre sus manos, mira muy serio hacia el frente esperando a que llegue la profesora que nos tiene que dar clases ahora. Cuando aparta un momento sus manos para sacar su material soy capaz de ver el color morado del golpe que Tae le asestó en la mandíbula, aunque a Tae todavía se le pueden ver resquicios de sangre en el labio, no tiene ni comparación con la marca de Nate. Las chicas se giran para averiguar lo que estoy mirando tan atentamente, Iseul pone una mano sobre mi hombro en un intento de tranquilizarme.

- Ignóralo -me dice.

Yo simplemente asiento, fingiendo que ignorar a una persona que te ha hecho eso sin sentir miedo es fácil, pero la realidad es que siento el gélido aliento del miedo en la nuca, ¿quién se sentaría tranquilamente en la misma sala que una persona que ha intentado agredirle de la peor forma posible? No necesito sacudir la cabeza para que esos pensamientos abandonen mi mente, la profesora entra en el mismo instante en que empiezo a darle vueltas a la cabeza, así que consigue paralizar todo pensamiento.

Imagina con Taehyung: vida universitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora