Rojo

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Ya una semana en Capella.

Mi casa aún se encontraba hecha un desastre por la reciente mudanza, todo estaba fuera de su lugar, ropa todavía en cajas, anaqueles vacíos, juguetes desparramados por todas partes. La situación era realmente caótica para ese entonces.

Aquella mañana de sábado, desperté con un terrible dolor de cabeza, ya que me mantuve despierta toda la noche. Con mi malestar encima y un increíble hambre, salí de mi cama para ir a la habitación de mis padres, seguramente ya estaban despiertos y juntos veríamos que desayunar.

Al salir al living, me tomó por sorpresa ver a mi familia desayunando de la manera más tranquila. Su gesto tan despreocupado me molestó de sobremanera, ver que no habían tenido la amabilidad de despertarme para comer juntos me hacía sentir ofendida.

Haciendo notar mi mal gesto, entré a la cocina y abriendo bruscamente la puerta de la nevera tomé la leche y luego de la despensa agarré los cereales. Terminando de servir el desayuno en un pozuelo, salí de allí para sentarme en el comedor junto a mi familia.

Me senté allí nada más, sin darles los buenos días o al menos regresarlos a ver. Mi actitud borde, ya estaba al tope en esos momentos.

Al notar mi comportamiento, mi padre llamó mi atención:

—Buenos días señorita ¿Se le ha olvidado cómo saludar? — Preguntó con un tono que amenazaba severidad.

—Buenos días, familia. —Repuse— Gracias por despertarme para comer todos juntos — dicho eso, les ofrecí una sonrisa irónica.

—Ya eres grande, ciertas cosas ya las puedes hacer sola. —. Añadió mi padre—Además debes dejar de ser tan floja, Marie.

— ¡Perezosa! ¡Perezosa! — Gritaba a todo pulmón, Peter, mi pequeño hermano.

— ¡Cierra la boca! —Grité, enfadada.

—Suficiente, ¡Ya fue suficiente! — Intervino mi madre—.Apenas empieza el día y no quiero escuchar discusiones.

—Está bien, lo siento. — Intenté calmarme o habrían problemas, además mi madre tenía razón, no hacía falta arruinar todo un día solo por una mala noche.

—Marie, no entiendo que te sucede hoy, pero no es justo que te despiertes malhumorada y contagies a los otros con tu mala energía. — reprendió mi madre.

—Lo lamento, solo que ayer no dormí en todo la noche, mi cabeza es un torbellino y a su paso revuelve miles de pensamientos. —Suspiré—. Es que me preocupa mucho como voy hacer ahora, los amigos y la escuela, ¡Todo! —Con mis manos cubrí mi cara en señal de preocupación.

—Comprendo, cielo, entiendo que enfrentarse a lo nuevo siempre da miedo, pero a veces es necesario dejar ese miedo para darle frente a las cosas nuevas que la vida te pone delante. —Hizo una pequeña pausa para tomar mis manos y acariciarlas—.Además, eres una niña valiente que podrá lidiar con todo esto.

Mi madre es una mujer bastante emocional, puede ser muy severa cuando lo amerita pero a su vez, cuando Peter y yo, nos sentimos preocupados por algo, ella siempre tiene las palabras correctas para darnos la fuerza suficiente para seguir. Para mí, mi madre es mi mejor amiga, tenemos un vínculo muy fuerte. Además de eso, estoy segura que no podría vivir sin ella, pero a decir verdad, ¿Qué hijo puede vivir sin su madre?

En la mesa, mis padres sugirieron que salir a caminar y tomar un poco de aire fresco me serviría de ayuda para despejar mi mente y manejar las cosas con poco de calma. Yo accedí. En un principio quise ir junto a Peter, pero mis padres asumieron que me sentaría mejor el paseo, si iba sola; Quizá tenían razón, pero una parte de mi, disfrutaba mucho pasar tiempo con el pequeño duendecito de diez años.

Cuando terminé de poner en su puesto lo "arreglable" que había en mi habitación, tomé una rápida ducha para posteriormente vestirme. Hallar el conjunto perfecto para salir fue una tarea un tanto compleja gracias al desorden.

Tuve que buscar en varias cajas antes de encontrar un par de vaqueros, que se adaptaban con sutilidad a mi esbelta figura, una camisa blanca que contrastaba con mi negra cabellera y una chaqueta oscura que resaltaba mi pálida piel y un par de zapatos que hicieran juego con lo demás. No soy de maquillarme mucho, así que opte simplemente por delinearme los ojos para destacar el color verde de los míos, y un suave labial rosa para mis finos labios. Siempre he puesto mucha atención a mi imagen, por lo tanto salir arreglada de casa era mi prioridad.

Al ver mi reflejo en el espejo, quedé encantada con mi apariencia.

— ¿Estás lista? —Me pregunté a mi misma. 

AL FINAL DEL ARCOIRISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora