Amarillo

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Un par de mensajes

Cierto martes por la tarde, tendida en mi cama con el portátil sobre las piernas me encontraba curioseando un poco en las anchuras del internet, cuando mi móvil comenzó a vibrar un par de veces. Desde la mesita de noche, el teléfono lograba iluminar mi oscura habitación con insistentes mensajes. Tomé el dispositivo y revisé superficialmente las notificaciones. Era Emma. El mensaje decía lo siguiente"¿Cómo te fue en mate?" Su ayuda había sido muy útil, pero conforme pasaban los días, nos adentrábamos a nueva materia y eso hacía que las cosas se complicaran para mí.

"Reprobé en la última lección, apenas respondí bien un par de preguntas y esas fueron de los temas que me explicaste la otra vez." Esa fue mi rápida, por no decir inmediata respuesta, a su mensaje. Ella, al contrario contestó el mío, un par de horas después. No le di importancia a ese insignificante detalle porque simplemente asumí que estaba ocupada o algo parecido.

Emma, en su texto me preguntaba sobre mi fallida lección y se excusaba por no haber podido contestar antes. "Marie, lamento responder tarde, pero tuve que salir con mi abuela", Obviamente no le eché mucha cabeza al asunto y pasé por alto la tardanza. Hubiese sido bastante irracional de mi parte recriminarle cosas tan absurdas como esas, fue por ello que le expliqué lo poco importante que era eso.

Hablamos por unos minutos más y planificamos una segunda clase al día siguiente, ella estaba dispuesta ayudarme y, yo de aprender. Charlar con Emma me había hecho tan feliz, aunque fuera por unos minutos, y mi entusiasmo era muy evidente.

Después de la llamada, fui directo al comedor para cenar con mi familia. Al entrar me senté cerca de Peter. No tardé mucho en sentir las curiosas miradas de mis padres sobre mí. No tenía ni la mínima idea del porque, y tampoco quería saber. Ignorando la intriga de mi familia, agarré los cubiertos y decidí empezar a comer.

—Hija— habló mi madre.

—¿SI? ¿pasa algo?—respondí al llamado.

—No pasa nada, cielo, solo que luces muy feliz o entusiasmada, pareciera que te han dado una noticia maravillosa— agregó con un tono un poco burlesco.

—¿¡Qué!?— Pregunté un tanto asombrada y risueña a la vez.

—Lo que quiere decir mamá es que tienes una cara de tonta enamorada, a lo mejor tu novio te ha escrito y por eso estás con esa sonrisita —se mofó Peter. Mis padres al escuchar lo que mi hermano dijo rieron por lo bajo.

—Hijo por favor, tu hermana ya es una señorita y se puede enamorar y eso no la convierte en una tonta— intervino mi madre.

—¡Mami! No estoy enamorada ¿qué les hace pensar eso?

—Tu cara de tonta enamorada— añadió, mi metiche hermano.

—¡No me fastidies!— le grité al mocoso de mi hermano. Solté un hondo respiro y proseguí.—Estoy feliz porque mañana vendrá Emma y me ayudará con mate y de esa manera no volveré a reprobar, eso es todo —les comenté, un poco irritada.

—Comprendo.—Mi madre hizo una pequeña pausa—. Esa nueva amiga tuya, me agrada mucho, me parece que es una buena compañía para ti.

—Lo es— contesté.

—Entonces siendo así yo también me alegro que aquella muchachita te ayude con matemáticas, porque eso de estar reprobando cada vez y cuando ya me estaba disgustado. Y es mejor para ti que pongas de tu parte porque a la próxima lección suspendida olvídate de tu teléfono— habló mi padre por primera vez en la discusión.

—Si, pa —respondí y seguí comiendo.

Olvidaron el tema de mi "tonto enamoramiento" por un rato y empezamos a charlar de otros temas. Creí haber dado por terminado el asunto, cuando inesperadamente mi joven hermano decidió retomarlo y opinar cosas que en su momento no debía.

—Entonces Mar, estas feliz porque mañana veras a Emma y ella es tu tonto enamoramiento —dijo sin tan solo pensarlo antes. Peter ni siquiera pudo terminar de decir lo que quería, porque mis padres lo interrumpieron para regañarlo fuertemente.

¡Que has dicho! Peter, no quiero volver a escucharte diciendo tales barbaridades. Tu hermana no tiene esa clase de gustos para que la molestes con esas cosas. Qué tipo de educación te hemos dado para que digas semejantes groserías—Regañó mi padre—.Que no vuelva a pasar ¿Entendido?— preguntó seriamente y  mi hermano solo agachó la cabeza.

La carita burlona del pequeñito, se había convertido en una apenada y llorosa. Era obvio que lo que dijo no lo había dicho con intenciones de ofenderme, simplemente quería molestarme con el hecho de estar enamorada, su propósito no era fastidiar a mis padres con temas que se consideraban prohibidos en casa. Yo estaba enfadada y avergonzada por el desacertado comentario del pequeño, pero fue innecesario reprenderlo por sus inocentes palabras.

—Solo es una amiga— dije, intentando justificarme de algo que nadie literalmente me había acusado, pero que en el fondo pude interpretarlo.

—Mar, no te justifiques, nosotros sabemos que eres normal. —Volvió hablar mi padre.

Terminada la cena, ya en mi habitación, reflexioné sobre lo que mi padre dijo. "Ser normal" ¿A qué se refería con eso? ¿Que conlleva ser normal? ¿Ellos saben que soy normal? ¿Cómo pueden saberlo? ¿Soy normal? Y la pregunta más importante de todas... ¿Qué sucede si no lo soy? 

AL FINAL DEL ARCOIRISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora