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Un corto paseo.
Sin un motivo aparente, salí muy apresurada de mi casa. El día mostraba su mejor cara, un sol radiante acompañado de una corriente de viento un tanto intensa, por lo que sé, este tipo de clima es típico de la zona. Mi improvisada caminata no tenía rumbo fijo, por lo tanto me dispuse a disfrutar con tranquilidad del ambiente, confiando en mi sentido de orientación.
Apenas había recorrido un par de cuadras, cuando torpemente tropecé con la persona que estaba delante de mí.
Cuando choqué, sentí con claridad como algo de lo que traía la otra persona, caía al suelo. En ese momento entendí a la perfección que aquel día empeoraba cada segundo.
Con quien choqué, era una chica, muy enojada por cierto.
La muchacha volteó hacia donde yo estaba y clavó sus rasgados y muy furiosos ojos, en mí. Yo con un gesto disimulado moví la cabeza para ver qué era lo que se cayó al suelo. Cuando noté que eran empaques de comida rápida, pude entender el enfado de la chica. ¡Qué torpe soy!
Buscando alivianar las cosas, quise ir a recoger el desastre pero ella me detuvo, tomando mi brazo.
—Déjalo ahí—dijo.
—Lo lamento, yo solo quiero ayudarte—contesté.
—Creo que ya hiciste suficiente—respondió.
Su gesto se veía tan duro, cosa que no concordaba con su apariencia. Aquella chica, era una niña bastante linda a decir verdad. Su piel era clara, cabello castaño y un tanto ondulado, de rostro y rasgos finos, ojos alargados y labios bien formados, su figura era curvilínea y un poco voluptuosa. Aquel día, vestía un par de jeans holgados, tenis y remera blanca, muy sencilla pero con lo simpática que era, le lucia muy bien. Todo en ella me parecía lindo, pero un detalle en especial llamó mucho mi atención. Sus ojos. Aquellos ojos alargados y poco prominentes me daban mucha curiosidad, me atraían a pesar que en ese momento reflejaban las inmensas ganas de golpearme que tenía.
Admitiré que tomé mi tiempo para observarla con detalle, de hecho fue su voz la que me regresó a tierra.
— ¿Algo más? —Preguntó, buscando una compensación.
—Sí, claro. — Saqué mi cartera y busqué un par de billetes para compensar el desastre que causé. Extendí mi mano y ofrecí lo que había en ella. La muchacha los tomó y sin agradecer o despedirse se marchó.
Después de esa embarazosa escena, mis ánimos se encontraban más allá del suelo, lo único que quería en ese momento era regresar lo más rápido a casa, no solo por la vergüenza, sino también porque ya no tenía ni un solo centavo.
Al llegar, mis padres se sorprendieron por lo corto que estuvo mi paseo. Ambos estaban terminando de acomodar el living, y entre cajas, herramientas y polvo, mi madre al verme entrar, preguntó:
— ¿Tan aburrida es la ciudad?
—No, para nada de hecho es bastante agradable, solo que de repente me sentí algo indispuesta para seguir con el paseo. —intente sonar lo más convincente.
— ¿Estás bien? — Preguntó preocupada— ¿Quieres que vaya a la farmacia por algo?
—No mamá, descuida que no es nada, solo necesito descansar un poco. —dije con un tono simpático.
—Comprendo, ve y descansa.
Fui directamente hacia mi pieza y cabizbaja solo quería descansar lo que la noche anterior no pude. En seguida, al entrar lo primero que vi, fue el majestuoso desorden que esperaba pacientemente ser arreglado.
— ¡Ash! — Renegué—De ninguna manera organizaré hoy.
Liberándome de mis zapatos, rápidamente me tumbé sobre la cama, saqué el móvil de mi bolsillo y tomando mis auriculares, procuré escuchar música hasta dormir.
Y por cierto, ¡Vaya bienvenida! Que tuve.
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AL FINAL DEL ARCOIRIS
RomancePara: Mi tesoro ¿Sabes cuál es tu mayor tesoro? ¿Alguna vez te lo has preguntado? Yo jamás había pensado en eso antes. Hasta que llegué a Capella, la ciudad que me entregó mi propio tesoro. De este regalo del destino, aprendí mucho. Comencé a enten...