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Más que matemáticas
Pasando la segunda clase, Emma y yo decidimos fijar una cita todos los miércoles. Con la finalidad de ayudarme con las matemáticas. Claro, aparentemente esa era el único objetivo pero más allá de eso, a medida que pasaban las semanas, habíamos logrado crear un ambiente cómodo y apacible entre ambas, algo más que una relación exclusivamente de asuntos académicos. De hecho recuerdo que una vez platicando, me confesó su deseo de estudiar para ser doctora. No fue muy específica, pero la ilusión que le daba, era muy evidente. A partir de aquellas tutorías, nos fue inevitable conocer ciertos aspectos íntimos y divertidos de la otra.
Mis calificaciones habían cambiado significativamente desde las tutorías con Emma, por lo tanto ya no reprobaba ningún examen y cumplía puntualmente con todas las tareas. Era más que obvio que la mera presencia de Emma, causaba un efecto positivo en mí.
Cierto miércoles, consideré oportuno dejar de lado los aburridos textos escolares y reemplazarlos por un tiempo de calidad entre ella y yo. Seguimos la rutina que teníamos trazada para ese día, hasta el momento donde, estando en mi habitación, Emma se disponía a sacar sus pertenecías para empezar con lo que debería ser la clase. Y fue entonces el momento perfecto para explicarle lo que tenía en mente.
—Entonces, hoy no estudiaremos.
—No.—sus ojos expresaban confusión, por lo tanto me apresuré a contarle lo que pretendía hacer —.Estaba pensando en hacer algo diferente, quizá salir algún lugar o ver una peli, ¿qué te parece?
—Me parece una fantástica idea, además te mereces un descanso, por ser tan buena alumna. —Sonaba muy entusiasmada.
—Bien, me alegro que estés de acuerdo, pero ahora ¿qué quisieras hacer?—cuestioné.
— Mmm, no lo sé, más bien ¿A dónde quisieras llevarme? —A las estrellas, quise contestarle.
—No tengo idea— contesté.
— Ya veo, sabes, hace tiempo quería llevarte al parque, bueno más bien, al barrio donde pasé mi infancia—. Hubo un pequeño silencio, que buscaba mi aprobación, por ello asentí para que sepa que estaba de acuerdo.— El parque es pequeño pero inspira una tranquilidad asombrosa— Agregó.
— Entonces, no nos tardemos más, andando— Concluí.
Media hora después, estábamos atravesando un corto pasaje que nos conduciría a la entrada del parque. Emma tenía razón, el espacio que ocupaba era muy chico, pero el ambiente que ofrecía era sumamente acogedor. Al entrar nos topamos con una cancha de básquet que a su vez, era usada para jugar cualquier otro deporte. En el duro asfalto se dibujaban chuecas líneas, que formaban rayuelas asimétricas, aquellos trazos eran hechos por algunos artistas de joven experiencia. Cuatro bancos de cemento rodeaban la cancha y detrás de ellos, escasos juegos infantiles se hacían presentes. El césped crecido, las firmas urbanas que se exhibían en los juegos, las risas de los niños que se encontraban allí, todo ello proporcionaba un realismo mágico a todo el lugar.
Atada al poste de la canasta de baloncesto, estaba una soga, el otro extremo era batido enérgicamente por un larguirucho niño. Mientras tanto, otros tres chiquillos saltaban en el arco que formaba la cuerda. Los niños lucían alegres y despreocupados, las sonrisas en sus rostros solo expresaban la felicidad de estar juntos. Por algunos minutos los observé intentando suponer cosas sobre ellos, cosas que serían irrelevantes, pero a mí me causaban cierta curiosidad. Me pregunté si ellos ignoraban el hecho de que algún día crecerían, y para ese entonces ¿se amarían con la misma intensidad que lo hacían a sus ocho años? Y ¿si uno de ellos no está el próximo verano?, bueno en realidad aquellos cuestionamientos eran absurdos e inútiles para aquel pintoresco grupo de infantes porque con solo verlos reír era obvio que no les interesaba en lo absoluto el mañana, se divertían hoy, el después ya se sabrá después.
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AL FINAL DEL ARCOIRIS
RomancePara: Mi tesoro ¿Sabes cuál es tu mayor tesoro? ¿Alguna vez te lo has preguntado? Yo jamás había pensado en eso antes. Hasta que llegué a Capella, la ciudad que me entregó mi propio tesoro. De este regalo del destino, aprendí mucho. Comencé a enten...