Amarillo

54 5 0
                                    

11

Solo es agua

La lluvia iba cesando de a poco, entonces consideramos prudente irnos del lugar. Mi madre sabía que estaba junto a Emma, por eso me pareció una buena idea, invitarla al almuerzo. Además en mi casa, Emma siempre era bienvenida.

En el camino el clima nos hizo una mala jugada, y volvió a llover escandalosamente, dando como resultado, quedarnos empapadas de la cabeza a los pies.

Al llegar a casa, mi madre no nos permitió entrar en ese estado. Por ello, nos hizo despojar de la ropa mojada, en el pasillo. Mientras que ella iba por un par de toallas.

El hecho de quedarme en ropa interior frente a Emma me incomodaba mucho, intentaba ser discreta y con lo que quedaba de ropa cubrirme lo posible. Pero al parecer, a Emma este tema no le importaba en lo más mínimo. Allí estaba ella, desvistiéndose sin recelo o pudor alguno. Se liberó del abrigo y camiseta, quedándose únicamente en sujetador. Aquel sostén negro, abrazaba perfectamente su no muy abundante busto. El color en específico contrastaba de maravilla con su piel. Sus voluptuosas piernas encajaban con ese par de bragas negras. Cuando usaba jeans ajustados o incluso el uniforme escolar, sus piernas resaltaban y ahora semidesnuda frente a mí, cientos pensamientos culposos poseían mi mente.

Nunca antes había visto una chica en ropa interior, al menos que sea un bikini o algo por el estilo, por ello no podía quitarle la mirada de encima. No es justificación, pero era imposible ver a otro lado teniendo a Emma de esa manera, frente a mí.

Pronto llegó mi mamá con las toallas, nos ofreció una a cada una.

—Cariño ve al baño de Marie y toma una ducha caliente, con eso evitaras pescar un resfriado. —le dijo mi madre a Emma.

—Si señora. — contestó Emma.

—Tú Mar, busca ropa que puedas prestarle a Emma y luego ve a mi baño a ducharte también. —asentí.

Amabas entramos con miedo a ser pilladas por mi papá y hermano. Por suerte mi madre nos tranquilizó al decirnos que ellos estaban afuera, comprando pizza para el almuerzo.

Emma se dirigió a mi baño y con prisa abrió el grifo de la ducha para empezar a bañarse. Mientras tanto yo, estaba buscando un par de pijamas afelpadas. Lastimosamente no habían limpias y tuve que acudir a un par de pijamas de algodón. Tomé el que me correspondía y con cuidado, fui a dejarle uno a Emma. Al entrar al baño sentí la humedad y olor a shampoo, lo que significaba que ella ya estaba dentro de la ducha, lo que a su vez significaba que ya estaría desnuda, cosa que me ponía muy nerviosa porque las paredes de la cabina eran transparentes.

Temerosa por ver de más, cerré con fuerza los ojos y dejé el pijama sobre el estante. Mi intención al cerrar los ojos de esa manera, era evitar alguna escena tonta que suelo causar cuando estoy nerviosa. Pero mi esfuerzo no sirvió de nada. En cuestión de segundos escuché un "gracias Mar" y como si nada regresé a verla y le respondí con un "no hay de que".

Lo que hice se puede definir sencillamente como estúpido. Todo fue tan rápido, pero pude apreciar el cuerpo desnudo de Emma. Unas cuantas burbujas cubrían inútilmente ciertas partes de su cuerpo pero al final vi todo lo que no debía haber visto.

— ¡Santo Dios!—exclamé.

— ¿Qué?—preguntó confundida.

—Que ya me voy. —intenté arreglarlo.

Salí con prisa y me dirigí al baño de mi madre para tomar yo también una ducha. Me tardé mucho en la bañera, al salir Emma estaba en el living compartiendo con mi familia, papá y Peter ya estaban en casa, junto a las dos cajas de pizzas familiares que compraron.

No tenía idea de lo que charlaban, pero parecía que era gracioso puesto a que todos reían al hablar. Sin pensarlo tanto, me uní a la plática. Después de comer, mi madre propuso una maratón de películas. Emma y mi hermano se ofrecieron para recoger el desastre que dejamos al comer. Mientras ese par de revoltosos estaban ocupados, me apresuré a reproducir la primera película de la saga de Harry Potter. A Peter y Emma les fascinaba la magia de esta historia, a mi no mucho pero me complacía verlos felices.

Durante toda la sesión películas, Emma y Peter se la pasaron jugueteando y riendo sin prestar atención a la televisión, cuando vi como reían y tonteaban, me arrepentí de haber puesto eso, en vez de algo para mí. Al final, de Harry Potter y el cáliz de fuego, por fin el par de "chiquillos" agotaron toda su energía y cayeron dormidos como dos niños pequeños.

Mamá llegó al living y tomando en sus brazos a Peter, me aconsejó.

—Mar, ya es tarde, yo creo que deberías despertar a Emma, ya vayan a la cama.

— ¿Ir a la cama?

—Claro, deberían dormir. Convence a Emma para que se quede esta noche, ya es tarde y no debería regresar a su casa, puede ser peligroso.

—Verdad mamá.

Mamá se marchó, dejándonos solas en el living. Al irse, voltee a ver a Emma. Se veía muy tranquila y no quería interrumpirla, pero debía despertarla.

—Emma—la llamé, sacudiéndole de manera delicada el hombro.

— ¿Qué hora es?—preguntó, reincorporándose en el sofá.

—bastante tarde. –respondí.

—oh, vaya ¡qué pena!, ya me voy.

— ¿Estás loca? , te dije que es tarde por eso mismo, porque debes quedarte. —Bajé un poco más la voz. —Por favor, quédate.

—No, no quiero causar molestia, aparte que mi madre se enfadará mucho, es más apuesto que mi celular debe estar colapsando de tantos mensajes de ella.

—Debes entender que no molestas, y no te preocupes, mi mamá puede llamar a la tuya y explicarle la situación–Hice una pequeña pausa, al ver que no estaba del todo convencida. — Insisto, quédate por favor.

—Déjame le escribo, y tú habla con tu mami— se la notaba un poco indecisa pero lo importante es que no se iría, al menos no hoy.

Mi mamá llamó a la de Emma, la señora le otorgó el permiso pero sonaba muy enojada, seguramente al regresar, un buen regaño no faltaría.

Le di las buenas noches a mi mami y fui para mi habitación. Emma ya estaba allí, sentada en una esquina de la cama escribiendo un mensaje de texto, que seguramente era para su mamá.

—Mi ma ya habló con la tuya, y te deja quedar. —no contestó, solo me brindó una leve sonrisa., pronto nos iríamos a dormir, fue un día agitado.

Hubo una pequeña pelea por quien dormiría en el sleeping y quien en la cama. Emma se reusaba a dormir en la cama porque según ella, yo me enfermaría por dormir en el suelo. Cosa que no tenía sentido. Al final accedió dormir en la cama, después de explicarle que ella era mi invitada de honor, y si no dormía en la cama me iba a sentir como una pésima anfitriona.

Antes de quedarnos dormidas, Emma sacó su mano del borde de la cama y yo con mucha timidez me atreví a tomarla. Ella al sentir mi tacto, rio un poco y me aferró más fuerte

—Gracias Emma, gracias por estar conmigo hoy. Sabes el día, empezó siendo un desastre y termino maravillosamente bien.

—No hay de que, más bien gracias a ti por confiar en mí y dejarme estar cuando más lo necesitas.

Todo fue perfecto, desde que llegaste al parque, la lluvia, el arcoíris, la pizza y todo en sí, pensé.

—Sí, estuvo todo muy bien, ¿recuerdas el arcoíris que vimos en el parque?

—Cierto, lo había olvidado. Estaba muy lindo, ¿verdad?— Emma contestó.

— ¡Sí, lo estaba!—respondí, enérgicamente— ¿Qué crees que hay al final del arcoíris?

— No tengo una respuesta exacta, pero supongo que un tesoro.

— ¿Qué tipo de tesoro?— me convertí en una pequeña niña curiosa.

—No tengo idea, pero lo averiguare.

Ambas reímos por eso.

AL FINAL DEL ARCOIRISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora