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Mayo 15 de 2006

Los últimos años habían sido un caos, Anahi hacía unos meses había oficializado nuestro noviazgo lo que la volvía intensa.

Estaba cansado, viaje tras viaje era agotador. Además Natalia era alguien a quien debía mantener alejada. Ella pensaba que seguía jugando conmigo pero estaba listo para que algo de ellos me sorprendiera.

El duque Josh de Hamilton se había vuelto importante a nivel político y económico, no se que habían hecho él y su padre, pero consiguieron el respeto de mi madre.

Si me preguntaban por el amor, sólo podía decir que Anahi era alguien que me mantenía firme en este proceso de maduración. Estaba siendo totalmente alterada mi paz mental, Natalia se convirtió algo lejano y oscuro en mi vida.

Ella se alejaba de mi, y me desperaba no entendía que había hecho conmigo sólo sabia que era capaz de nadar la fronteras que fueran necesarias para tenerla cerca de mi.
Lo peor de esto era que ella se daba cuenta, se daba cuenta que estaba loco por ella.

Era mi amante, la mujer perfecta. Eramos ella y yo, pero no podía hacerla mi esposa. Claro que en nuestros encuentros le prometía que si se separaba de el Duque Hamilton yo era capaz de casarme con ella.

Margarita insistía que  me alejara de Natalia, ella no me daba las razones sólo me decía: Alejate de ella, no te enamores. Ellos no son buenos para nosotros.

Ya era tarde, Natalia era mi debilidad y mi pecado, era mi causa por la que sería culpable toda mi vida.
Aunque no pudiera ser mía, yo si era suyo.

— Christopher — mi madre entró a mi oficina — Te espero en mi oficina.

Me pareció extraño el tono de mi madre, tal vez había malas noticias de Polonia o de Reino Unido.
Acomode mi traje, y caminé hasta su oficina. Una reunión familiar otra vez, pensé.

El Rey estaba cruzado de piernas con su whisky en mano, mi abuela tenía su cigarrillo prendido y mi madre estaba con sus papeles ¿Qué tenían en común? Que los tres estaban totalmente serios. Pensé por un momento que habían descubierto que engañaba a Anahi, pero luego me acordé que mi hermana estaba en ello y jamás podría fallarme.

— Toma asiento, cariño— comenzó la reina madre.— Necesitamos que no interrumpas y sólo escuches — aspiró su cigarrillo y largo el humo. Odiaba ese olor asqueroso a tabaco.

— Comprendo— respondí esperando que mi madre hablará.

— Hijo, ya eres un hombre de veintiséis años y pronto estarás cumpliendo tus veintisiete años. El protocolo de la realeza inglesa demanda que el Príncipe sucesor a la corona debe estar casado a esa edad. La dama que fuera elegida por el Príncipe debe tener alguna cualidades— mi madre miró a mi padre y continuo— Debe pertenece al ámbito real, duquesa si es posible con un estudio previo, debe ser una mujer simple, adorable que sea virginal en relación a su forma de ser, la inocencia no prescribe aquí, pero si se habla de una dama virgen. Sabemos que es difícil encontrar a alguien asi, pero ya tenemos a alguien en vista.

— ¿Es broma? — pregunté incrédulo.

— No, hijo — respondió mi padre— Alexandra, dile quien es la muchacha.

— Hijo sabemos que sales con la hija mayor del Duque de Alphor, pero sus fotos en periódicos no ayudan a la imágenes que se necesita para una Princesa que acompañar al futuro Rey.

— ¿Quién es mamá? — dije tomando mi frente.

— Lady Dulce de Alphor, es una mujer importante para la realeza. Trabaja en una guarderia tiene el título de maestra y jamás apreció en los diarios. Sus padres la cuidaron para nosotros.

Secret of the prince: ¿Qué hay de mi? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora