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Enero 2 de 2017

A veces vamos tan deprisa que no nos detenemos a mirar los regalos que nos da la vida. De vez en cuando es bueno pisar el freno y observar que pasa alrededor de cada uno.

Un año nuevo, y comienzo de ciclo empezaba para mi y Natalia, mi novia había comenzado con los papeles de divorcio. Sabía que iba a demorar, mi divorcio con mi ahora ex esposa había durado casi dos años o más. Ahora me sentía extraño, mis hijos estaban con su madre mientras que en Londres nos preprabamos para la típica salida real hasta la catedral.

Mientras me ponía mi camisa miraba hacía la ventana, nunca había observado que la vista de mi habitación daba a las calles de Londres. Me acerqué al ventanal y vi a la gente que esperaba nuestra salida,  aún el pueblo seguía pidiendo por mi ex esposa. Fotos mías y de ella abundaban la revista, era abrumador salir a algún lado desde que estaba divorciado.

Volví por mi traje, me miré al espejo. Mi barba estaba larga, nunca la había dejado así. A mi ex esposa no le gustaba larga y se ocupaba de cortarla cada domingo. Estuviéramos en Londres o China, ella lo hacía. Era como una costumbre nuestra.

Había pasado el tiempo y ya no era quien fui, había empezado de nuevo. Conocí gente que decidí no tenerla en mi vida, desde otros lugar había empezado a proyectarme, y eso incluía a mi novia. Quería lograr lo que tenía en mente, y eso era casarme con Natalia.

Siempre me costó decir "no", o hacer lo que mi corazón mandaba. Pero eso ya era diferente, todo se había vuelto distinto.

— Señor — Martin entró a mi habitación.

— Dime, Martín— dije terminado de ajustar mi corbata.

— La Duquesa de Hamilton esta aquí — lo miré sorprendido, pensé que Natalia aun estaba en Italia con Josh.

— En un momento bajo — respondí buscando mi regalo para ella.

Natalia desde que nos conocimos hacía años, amaba los regalos. Amaba los detalles pequeños como anillos de diamantes o algún que otro pendiente que sólo nosotros dos supiéramos que significaba.

Recuerdo cuando me  case con Dulce, antes de ese día había hecho un pulsera para ella, y ella una para mi. Sólo para que ninguno se olvidará del otro. Dulce se había puesto histérica, pero recuerdo que a pesar de eso, seguí utilizando la pulsera.

Abrí mi cajón para sacar su anillo nuevo, en la parte trasera tenía nuestras iniciales, una linda esmeralda decoraba la parte delantera.
Cerré el cajón y miré mi mano, aun tenía puesto el anillo de oro que Dulce me regaló en nuestra boda. Ese anillo fue hecho por su propio joyero, su padre era Duque; uno de los más importantes de Londres, y ella había ocupado parte de su herencia para regalarme un anillo de oro, en la parte delantera tenía grabada una corona con detalles de diamantes. Era momento de sacarlo de mi dedo, supongo que me había acostumbrado a llevarlo en mi dedo y por eso no me lo quité antes.

Me lo saqué de mi meñique, lo miré un segundo y ahí me di cuenta que tenía grabado algo en la parte trasera. Lo acerqué para leer que decía. "¿Me seguiras amando en la mañana?". Sonreí sin darme cuenta, aun recordaba su rostro cuando nos habíamos casado, estaba aterrada.

La puerta de mi habitación se abrió, y en ella apareció Natalia exquisitamente vestida con un pantalón de estileto y una camisa de seda color verde mostaza.

— Feliz Navidad mi amor— se tiró a mis brazos. Dejó un beso en mi labios, y se separó de mi — ¿Qué es esto? — tomo el anillo de mi mano, y lo observó— Justo venía a hablar de esto contigo— tiró el anillo en cualquier parte de la habitación — Tengo esto para ti — en su mano había una pequeña caja de terciopelo roja con un moño dorado de tela.

Secret of the prince: ¿Qué hay de mi? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora