Julio 10 de 1996
Me gustaba la vida en el Palacio, me gustaba que los empleados estuvieran atrás mio, y lo mejor de esto era cuando podía escaparme y ninguno de ellos decía nada.
Lo malo eran las excesivas clases de etiqueta, la forma de vestir hablar y caminar, era cansador tener que dirigirte a tu madre como su Majestad en público, o servir a los Duques sólo porque eras un niño ¿Qué locura verdad? Como podía ser que el próximo Rey tenía que servir a viejos con mujeres joven, un aliento a tabaco asqueroso y actos de desprecio, que yo solamente podia hacerle a ellos. Pero como tenía diez años, ellos pensaban que a mi, el Príncipe Christopher de Gales futuro Rey de la corona de Alexandra II me iba a tratar como mayordomo, pues no conmigo.
Mi madre había invitado al Duque de Edimburgo y al Duque de Windsor, tenían una cena en la que hablarían sobre el próximo Tour que mi madre y mi padre harían, claro que en esos planes mi hermana y yo quedabamos en el Palacio con la Reina madre, por que niños no hacían los Tours del Reino de Inglaterra.
Es decir que pasaríamos medio año sin ver a nuestro padres, excelente. Notese el sacarcasmo en ellos, verdad.En fin, la cena habia empezado y los Duques creyeron conveniente que yo les diera té, pues yo no era amable como Margarita.
— Príncipe, dos de azúcar — dijo con voz ronca el viejo gordo de Windsor, mi madre me miró rogando sin hablar que no hiciera lo mismo que con el primer ministro.
— Ya viene Martin a servirle — mi madre acomodó la servilleta en su falda.
— Esta bien su Majestad, el protocolo real dice que los Príncipes pueden hacer esto — la sonrisa del Duque fue maliciosa y asquerosa con esos dientes amarillos y podridos. Bueno, quería desafiarme pues juguemos.
— Christopher— habló mi madre, su tono era más que llamado era una advertencia.
— Duque— dije poniendo mis manos atrás— ¿Cómo ha pasado sus vacaciones en las Bahamas? — el hombre suspiró.
— Dos de azúcar — respondió. Okey, sabía mi madre que eso me causa una rabia inexplicable. Asenti y fui a buscar su té.
— Aquí está, Duque — respondí. Mi madre me miró preocupada.
— Gracias, Príncipe — respondió.
— ¿Puedo retirarme? — le pregunté a mi madre. Ella asintió.
Me apure en salir de allí, sabía que el grito del Duque sería pronto y no por que le había apretado su dedo, sino por mi cucaracha de juguete.
— Príncipe — Martín me descubrió espiando por el pestillo de la puerta.
— Martín —dije nervioso— No estuve aquí— el grito del Duque se sintió por todo el comedor del Palacio. Me encerre en mi habitación sabía que pronto llegaría mi abuela, pero llegó mi madre.
— Hijo — dijo tocando mi espalda para que la mirara, fingia estar dormido porque sabía que el castigo era severo aunque no tuviera la culpa — No te voy a castigar— susurro mamá en mi oído. Me di la vuelta y la miré — Hijo, en algún momento debes dejar de ser así.
— Pero mamá, soy el Príncipe ¿Porque debo hacer ese trabajo?
— Por que para ser Rey, cariño. Primero debes aprender que tú estas para servir al pueblo.
— Pero el Duque no es parte del pueblo — dije molesto.
— Aunque no lo quieras admitir, si lo es — ella se levanto de la cama— Hijo, si algún día serás Rey, primero debes aprender a servir — mi madre salió de la habitación.
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Secret of the prince: ¿Qué hay de mi? #2
Teen FictionVoy a ser feliz. Voy a aceptar lo que siento, voy a valorar lo que tengo. Porque pase lo que pase, todo estará bien. ° LIBRO #2