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Julio 22 de 2006

Habían pasado unos meses, la insistencia de mi madre al saber que mi tiempo estaba siendo  poco me alteraba.

Estos meses se convirtieron en los peores, la boda de Natalia y Josh Hamilton llego en junio. Esta vez si fue todo legal, aquella estúpida mujer se había ganado mi corazón con mentiras absurdas. Ese mismo día juré que no volvería a verla, lo que cumplí hasta que tuve una llamada que devastó todo en mi.
Lord Mountbattens, mi capitán y guía en la marina, había muerto. La guerra contra el mar podía ser aún peor que un campo de guerra. El agua era una maravilla que el mundo no respetaba, pero los marinos sabíamos que el mar podía ser más peligroso que un ciego tratando de aprender a disparar.
Esa analogía me la había enseñado mi capitán que ahora descansaba en la eternidad. Natalia aporvecho este susceso para acompañarme, ya que su actual esposo estaba en Francia.
No la lleve al funeral, habría cámaras y muchos reporteros esperando mi palabra,  ya que la información sobre mi pronto casamiento y mi dama; que aún no sabía que sería mi esposa, se había filtrado. Obviamente que mi abuela había hecho esa jugada para apurar mi compromiso.

Pero mi cabeza esos meses estaban sobrepasado de sentimientos, tuve que asistir a la boda como amigo del Duque Hamilton, todo era protocolar pero sólo Margarita entendía mi dolor. Solo ella podía saber que sentía, porque aunque ella se hiciera la fuerte, ella también se había enamorado de Hamilton.

La vi feliz, Natalia sonreía camiando al altar con una felicidad que jamás pude ver cuando estuvo conmigo, eso me destruyó. Y aún más crecieron mis dudas cuando ese 17 de junio tocó mi puerta para acompañarme al funeral.

Primera vez que lloré delante de ella, me dio vergüenza ya que Lord Mountbattens siempre dijo: no le regales a una mujer tu debilidad porque sabrá como destruirte con eso mismo. Palabras sabías que no supe seguir.

Pero en fin, hoy era el cumpleaños de mi amada Natalia, su esposo el Duque Hamilton preparó una fiesta en su mansión. Anahi había llamado toda la mañana pero decidí ir a practicar polo, necesitaba canalizar todo estos sentimiento en algo que no tuviera que ver con mi novia, y con el amor que tenía por una mujer que no era mía.
Que inoportuna fue sido la vida conmigo ¿verdad? El Príncipe de Gales que podía  tener a cualquier damisela que quisiera, no tenía a la que después de todo lo que había tratado de hacer para destruirme, seguía amando.

Mis días estos meses fueron un completo infierno, en las mañanas me encontraba imagiandome como sería despertarme feliz junto a Natalia.
¿Qué me había hecho esa mujer? No había un minuto en mi día que sus ojos, su cuerpo y sus labios no fueran un constante recordatorio de lo poco que la tuve, y lo rápido que se fue.

Siempre me preguntaba ¿Qué tan malo podía ser amar? Y ahora entendía que podía llegar a cambiar la vida de un hombre por completo. Pero debía hacer algo, tenía que madurar y dejar atrás todo eso que lograba quitarme la paz mental.

Mientras estaba con Lassi, mi yegua Blanca de dos años, disfrutaba de la soledad que tenia en mi campo privado, en realidad tuve. Porque aunque quisiera tener privacidad, no la tenía.
Los paparazzi siempre buscaban alguna que otra imagen mía, las exclusivas eran para ellos como encontrar petróleo en el jardín de sus casas. Para mi eso significaba tener que estar atento a cada movimiento, ser perspicaz era lo principal para la realeza.

Estaba cansado de esto, dejé a mi yegua en su corral y me subí a mi automóvil, llegué al Palacio para comenzar a prepararme mentalmente para lo que sería la fiesta de cumpleaños de la Duquesa Hamilton.
No quería asistir, pero sabía que Anahi iba a insistir para que la acompañará.

Entre al baño de mi habitación, cargué mi bañera con agua caliente y puse una sales que me recomendaron para que mi columna descansará luego de cabalagar.
Mi teléfono se prendió era un mensaje de Natalia : Mi mejor regalo sería verte hoy cuando sople las velas. Maldita, borré el mensaje y dejé mi teléfono aún lado.

Secret of the prince: ¿Qué hay de mi? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora