|Capítulo 34| Sin Fortuna En Dravrah
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Ya me había sostenido de su cuello por miedo a caer, sin dejar de observar al degenerado en el piso.
Era un hombre joven de no más de veinticinco años, no recordaba haberlo visto en New York como guardaespaldas de Ally. Tenía un rostro agradable a la vista, pude ver algo de inocencia en sus ojos oscuros que ahora estaban repletos de pánico.
—Lo siento, lo siento, —se disculpaba mirando horrorizado a Austin. Pude ver su genuino arrepentimiento —, lo siento, lo siento...
—Aléjalo de nosotras —ordenó Ally a Mitchell —. Repórtalo a las autoridades. —Mitchell asintió y obedeció después de entregarle el paraguas.
El joven pervertido temblaba adolorido por su mano aplastada bajo el zapato de Austin. Cerró los ojos gruñendo de dolor cuando Austin lo piso con más fuerza.
Quizás, realmente, no pudo controlarse en tocarme. Empecé a sentir lástima por él, empatizando con su descontrol físico hacia una mujer atractiva que tenía en sus brazos. El cerebro no es precisamente un buen aliado para algunos de nosotros.
Aparté la vista abrumada, fijándome en el buen Mitchell que esperaba pacientemente a que Austin levantase su pie, para así poder llevarse al pervertido. Ambos nos dimos cuenta que no tenía planeado dejarlo tan fácilmente.
—Suéltalo —le dije.
No me gustaba ver a Mitchell bajo la lluvia esperando a que Austin lo dejara hacer su trabajo.
Me ignoró.
—Bjorn —llamó.
Miré de reojo al oír fuertes pasos golpear contra los charcos que creó la lluvia.
—Joven Señor —resonó la gruesa voz del enorme hombre de expresión endurecida que salió de la oscuridad.
El rostro del robusto hombre brillaba, recibiendo la lluvia sin ningún problema; sus gigantes manos se encontraban cerradas en puños; sus muy peludas cejas contribuían a su mirada de matón total.
Vi de inmediato a Austin, sospechando lo peor.
—Rómpele las manos.
Mi sospecha no se equivocó.
—No necesito tu ayuda —hablé antes de que el guardaespaldas matón diera un solo paso para cumplir la orden.
Tosí un poco más de sangre, entendiendo que hablar me hacía mucho daño.
Me miró como a un asqueroso parásito.
Le sostuve la mirada, ignorando lo humillante que era ser vista así.
No debería seguir teniéndome en sus brazos si le repugno tanto —pensé con rencor.
—No te estoy ayudando —me corrigió con voz molesta.
Apreté la mandíbula con fuerza, recordando que a este tipo desagradablemente gélido le soy completamente indiferente. Y su "ayuda" es en realidad, únicamente, por Axel.
—Suéltame —ordené con dientes apretados, conteniendo las ganas de toserle la sangre en su perfecto rostro.
Movió un poco sus labios apretándolos ligeramente, y, entonces, dejó de mirarme. Avanzó hasta donde aún se encontraba Rhys sosteniéndole los brazos a la escolar ensangrentada. Sin dificultad, extendió los brazos, ofreciéndome como si fuese un maldito objeto sin ningún valor para él.
Era una pena que mi peso o mi altura no le causaran ni un mínimo esfuerzo. Tengo una gran necesidad de verlo sufrir.
—Suelta a la niña —dijo, iniciando un acuerdo de intercambio.
Bien, ahora sí que estoy completamente convencida de su desagrado. Resulta que para Austin Lindemberg vale más una asquerosa escolar ordinaria que una valiosa heredera legitima de una de las familias más poderosas del mundo.
No me sorprende.
—Muy bien, Austin, tu niña está a salvo por ahora —habló Ally, dándole la orden de liberarla con un asentimiento de cabeza a su guardaespaldas Rhys —. Debes saber que el golpe en el rostro de Acri no está perdonado. —Aclaró la situación mientras la escolar corrió detrás de Austin apenas sus delgaduchos brazos fueron liberados.
Rhys me arrebató de los brazos de Austin, protegiéndome con su muy bien reconocido recelo malhumorado.
Él si que entendía mi gran valor, lo cual me conmovió.
—Gracias, Rhys —tosí otro poco de sangre.
No volví a mirar a Austin Lindemberg, ahora más que nunca entre él y yo solo existía el desagrado mutuo, nunca existirá más.
Sin decir más, nos alejamos, siguiendo el camino hacia la entrada del hospital.
—Mitchell, ellos se encargarán del degenerado —oí decir a Ally siguiéndonos.
Antes de ingresar al hospital, me sobresalté al ser testigo de los fuertes gritos del hombre al que seguramente ya le habían roto las manos.
Fue un sonido espeluznante que la fuerte lluvia se encargó de encubrir.
—Es despiadado —murmuró Ally, contrariada por los gritos que ambas oímos.
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Una semana ya había pasado desde aquel particular día en el que Ally y Faby irrumpieron en la fraternidad de los gemelos y Axel. Una semana desde aquella noche en la que Austin me aseguró que: «El caos que ahora te domina, contamina a todos los que te rodean». No he podido dejar de recordar a detalle sus palabras, se han convertido en mi conciencia cada vez que Ally me pregunta «¿Cómo te sientes?», utilizando su tono de voz paciente, como si yo fuese a destruirme en cualquier momento. También cuando Faby me mira una y otra vez, pendiente de cualquier mínima señal de cambio en mí; cada vez que ellas me prestan demasiada atención es imposible que la voz de Austin no resuene en mi cabeza, repitiendo palabra por palabra todo lo que me dijo esa noche.
Antes de haberlo oído, la preocupación y la atención de mis dos mejores amigas me era una fortuna, lo recibía con mucho gusto, agradecida de tenerlas; sin embargo, ahora, en toda esta semana, he sentido mucha culpa y remordimiento por culpa de aquellas verdades que Austin Lindemberg no vaciló en decir.
El infeliz me nombró «dueña de la tragedia». Aseguró sin pensarlo dos veces que el mal me persigue.
Pero, lo que más se repite es ese último consejo que me dio: «Acepta tu debilidad y márchate, es lo que debes hacer»
¿Es realmente lo que debo hacer? Se oye muy sencillo de cumplir, muy predecible.
Fácilmente podría hacer una maleta e irme sin decir más. Podría cambiar mi nombre y apellido, podría convertirme en alguien más. Comprar una modesta casa en algún bosque de algún rincón del mundo y vivir allí hasta mi muerte.
También podría morir ahora, en este preciso segundo y lugar.
Hay muchas maneras de marcharme.
¿Cómo realmente debería irme?
.CAPÍTULO COMPLETO EN LA APLICACIÓN DREAME.
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Generación Élite ✓
FantasyNacida para heredar la fortuna y logros de su madre, la vida de Acri Reinhardt debía ser perfecta. La ausencia de sus padres, el abandono de su hermano mayor; nada fue ni remotamente comparable con el daño que su estabilidad mental sufrió tras prese...