10 - La primera prueba

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– Los campeones deberán obtener una llave dorada oculta bajo el lago negro, usando su varita mágica y un regalo que les entregara Aurelios Abbott.– En ese momento Adam Queen señaló lo que traía el mago en sus manos, un cofre de madera que Iván ya había visto, una caja de madera con el símbolo de una planta bastante extraña en su centro. Aurelios Abbott en ese momento se acercó al director y abrió el cofre dejando ver en su interior, tres frascos de vidrio que contenían unas plantas que Iván reconoció por sus clases de herbología, eran branquialgas.– Branquialgas damas y caballeros, los campeones tendrán una hora para entrar y salir con las llaves en sus manos. La prueba dará comienzo cuando suene el silbato. Así que a la de tres: uno... dos...tres.–

El silbato sonó y los tres campeones se tragaron las branquialgas que hace un momento Aurelios les había entregado a cada uno mientras hablaba Queen. Luego de eso, saltaron al lago luego de quitarse los zapatos y calcetines entre una explosión de aplausos. Una vez que pasaron unos minutos, el director Queen junto a Aurelios Abbott extendieron sus varitas y apuntando hacia el cielo frente a las gradas, realizaron movimientos circulares que luego llenaron de un vapor todo el lugar para luego empezar a tomar color y generar tres visiones de lo que ocurría bajo el agua. Al igual que las pantallas de los cines a los que a Iván le encantaba ir con sus padres en América.

Los tres campeones nadaban con sus cambios hacia la profundidad del lago, cada uno respirando y nadando con las aletas que les habían salido. Al comienzo todos estaban nadando en la misma dirección, pero no tardaron en separarse. Lo que hacia más interesante la prueba pero a la vez, molestaba bastante porque los estudiantes podrían llegar a perderse algún suceso de algún campeón mientras miraban a otro. Sin embargo, Iván solo quería centrarse en su amigo, Victor Black que había llegado a la punta de unas enormes algas que formaban un auténtico bosque que ocultaban algo que brilló en el fondo. Ahí debería estar la llave y Victor pensó en lo mismo.

Nadando a una increíble velocidad, atravesó las algas que movió con su varita y brazos mientras avanzaba hasta llegar a tierra. Iván esperaba que encontrara la llave ahí, pero para su sorpresa, no había más que tierra, rocas y algas. No había signo de la llave o de alguna luz que le pudiera ayudar. Iván estaba un poco preocupado ya que en ese mismo instante, en otro punto del lago, Natasha Petrov ya había logrado vencer a una tropa de Grindylows sin mucho esfuerzo con un simple hechizo y Florian perseguía una luz lejos de él con la esperanza de encontrar la llave para ser el primero en completar la prueba. Mientras que Victor no había hecho nada en todo este tiempo.

Por fortuna su suerte iba a cambiar, tras atravesar gran parte del bosque de algas que tenía delante de si, Victor Blackstone logró llegar al límite que dejaba ver algo que le dejó boquiabierto, incluso, Iván pudo reconocer que su amigo soltaba una que otra grosería. Delante de si, había un campo enorme repleto de llaves de todas las formas y tamaños que podrían existir, pero todas se podían ver oxidadas y las que no, eran llaves de plata. Obviamente no era lo que el joven Gryffindor esperaba o deseaba encontrar, pero algo era mejor que nada. Victor Blackstone se sumergió hacia el lago de llaves y empezó a buscar como un autentico condenado lanzando llaves oxidadas y plateadas por todas partes. Estaba peor que el profesor Kurer cuando no encontraba ese aparato que usaban los muggles para hablar desde largas distancias.

– ¿Y tú?.– Preguntó Natasha viendo lo que parecía un pequeño castor frente a ella nadando bajo el lago. Algo que era bastante extraño tomando en cuenta donde estaban, el lago negro de Hogwarts, la escuela de magia y hechicería de Reino Unido. Por un momento pareció simple coincidencia pero no era así, cuando el castor ya estaba mucho más cerca, logro verse que traia algo en su cuello, un collar muy lindo que traía tres llaves dorada.

–¡¡Victor!! ¡¡Busca un castor!!.– Gritó April.

– No te pueden escuchar.– Le dijo Silver que estaba sentada a su lado.

Crónicas de HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora