La casa de los gritos, un sitio encantado para contener a espíritus tan antiguos como malignos que intentaron apoderarse del mundo como lo conocemos, con su apetito por la venganza que alguna vez se les fue negada. Muchos jóvenes recuerdan las historias que les contaban sus abuelos y abuelas mientras tomaban una taza de leche caliente, sobre aquel sitio al que no debían acercarse o sus almas serian consumidas como un platillo de entrada para los espíritus. Aquellas historias incluso llegaban a relacionar la casa de los gritos con Albus Dumbledore, ya que era muy posible que el poderoso director de Hogwarts fuera quien encerró a esos espíritus que llegaron al pueblo de Hogsmeade, una noche de luna llena y aún se dice que si pasas cerca de los terrenos de la casa de los gritos, bajo la luz de la luna llena, lograrás escuchar a los espíritus furiosos esperando el día en que puedan salir a exigir el pago de sangre que se le debe.
La luna había llegado a su punto más alto aquella noche, los abuelos les contaban historias a sus nietos mientras sus padres descansaban, el pueblo de Hogsmeade mantenía un ambiente relajante, personas en las calles caminando a sus hogares, abrigados por las brisas heladas. Un aullido interrumpió la calma asustando a varios niños y niñas que estaban junto a sus abuelos que no pudieron evitar sonreír.
– Los espíritus estuvieron cerca de cobrar esta noche o peor. Han sido liberados de su prisión y está noche vagaran por el pueblo buscando pequeñas manos, brazos y piernas que devorar.– De inmediato los pequeños magos y brujas empezaban a esconderse bajo la protección de sus abuelos.
Nada más lejos de la realidad, en ese mismo instante, lejos ya del gran sauce boxeador en los terrenos de Hogwarts, dos magos caminaban al interior de la escuela escuchando al igual que muchos otros estudiantes que estaban en sus salas comunes, en el baño de prefectos y en el balcón del Fénix, el grito desgarrador de un joven que entraba a la torre del director.
– ¿Escuchaste eso?.– Preguntó Iván mientras subían las escaleras.
– Creo que toda la escuela lo escuchó, realmente es un menso. No puedo entenderlo ¿Enserio pensó que era una buena idea ir?.–
– Supongo que la emoción le ganó.– Le contestó Iván a Alan una vez que ya entraban al pasillo.
– Pudo morir el idiota. Y yo casi meto la pata yo me entretuve con el menso de Criss y digamos que me descuidé un poco, pensé que Florian estaba a salvo.–
– Tranquilo pandita, estuve yo al menos aunque Jennie si que pudo haber hecho algo más.–
– Sabes como es Iván, ella puede ver la bondad y ser amable hasta con el basilisco de Slytherin, aunque esté devorando a una de sus mascotas. – Iván soltó un sonrisa al escuchar eso.
– Te pasas, pero es cierto, ñam ñam es demasiado amable e inocente, no es bueno que mantenga eso ¿Lo sabes no?.–
– Si, lo sé pero me agrada que sea así, a veces pienso que me equilibra mucho cuando pierdo el control, con todo lo que ha pasado, ella es una luz en mi vida.– Iván asintió con la cabeza y luego dijo tratando de animar a su amigo que parecía estar un poco bajoneado.
– Vamos panda, cuando hablas de "Perder el control" es porque tienes bambú al frente tuyo.– Alan intentó contenerse pero no pudo evitar reír un poco.
– Es que es tan sabroso, deberías probarlo algún día tigreton.–
– No gracias, nuestros animales quizás comparten territorio pero dudo que me guste el bambú.–
– Ña ña ña ña Tienes que probarlo tigrito, probar algo nuevo.–
– Iván, Alan vamos, apresúrense. – Escucharon los jóvenes y cortando su conversación se apresuraron viendo que frente a la gárgola de la escalera del caracol, estaba el profesor Flitwick junto a Janis Blackstone y varios de los prefectos de las cuatro casas, totalmente sorprendidos. Al parecer ya se habían enterado de lo sucedido.
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Crónicas de Hogwarts
FantasiHan pasado décadas desde la caída de Lord Voldemort, pero aún quedan seguidores ocultos entre las sombras, buscando el momento de volver al poder bajo el mando de un nuevo amo, un poderoso hechicero o hechicera que en los últimos siete años ha hecho...