Epílogo

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Emilio siempre creyó que la frase «Y vivieron felices para siempre» solo se vivía en los cuentos de hadas que su madre le contaba cuando el era muy pequeño. Pero desde que Joaquín le dijo que si quería ser su novio, desde ese momento, el sabía que esa frase sería lo más real que pudo haber escuchado.

Las manos le sudaban.

—¿Estás listo?— pregunto Diego mientras entraba a la habitación.

—¿Hay mucha gente?— pregunto Emilio nervioso.

—Solo unos cuantos de prensa, las 20 fanáticas que fueron invitadas y sus acompañantes, tu familia y la de Joaquín— respondió Diego. Emilio de repente se sintió nervioso.

Un pequeño niño lacio entro corriendo a aquella habitación.

—¡Papi!, ¡Papi!— el niño tomo la mano de Diego.

—Espera me, binnie, estoy hablando con tu tío Emilio— reprendió Diego.

—Choi Valdez Soobin, ¿Que te a enseñado tu padre de educación?, Debes saludar a tus tíos ¿Sabes?—  el pequeño niño corrió a los brazos extendidos de Emilio.

Soobin se sentó sobre el regazo de su tío y volteó para acomodarle la corbata.

—Tío tonto— dijo el pequeño de 5 años riendo.—La corbata debe ir asi— el niño le acomodó bien la corbata.

El pequeño tomo las flores de color blancas y el pañuelo morado que estaban en la mesa detrás de él.

El pequeño acomodó el pañuelo y las flores, después quitó las flores y así estuvo durante un rato, mientras el y Diego hablaban.

—Es hora de bajar— entro Romina y detrás de ella entro Niurka.

—Es muy pronto aún— dijo Emilio tomando al pequeño niño de los brazos.

—Joaquin no tarda en llegar, está a diez minutos— y con eso, Emilio no necesito más para levantarse con el pequeño en brazos -el cuál aún se encontraba acomodando el pañuelo- y bajo las escaleras.

Salió a su patio trasero.

La puerta de cristal se encontraba abierta, la piscina se encontraba con pelotas de todos colores y con luces en el tobogán, los arbustos tenían formas de jirafas, las mesas se encontraban con  manteles blanco con detalles dorados y con diferentes centros de mesa, algunos eran Stitch hechos de rosas azules y negras -obviamente pintadas- otros tenían peceras de cristal con bonitos pescaditos dorados y rojos y por otro lado estaban los centros de mesa los cuales eran pequeños globos aerostáticos con dulces y el nombre de Joaquín y Emilio grabados, había una alfombra con la bandera LGBT para llegar al altar, la mesa de dulces estaba repleta de todo tipo de dulces y cupcakes.

El pequeño Valdez termino con su tarea de acomodar el pañuelo y las flores de su tío y miro con asombro el patio.

—¡Paleta!— grito el niño levantando sus brazos y moviendo sus piesitos.—Tio Mailo, ¡Paleta!— el pequeño se removió entre los brazos del mayor y este lo bajo.—Tio Mailo, tío Mailo, tío Mailo— llamo el pequeño, quien se encontraba saltando y con una sonrisa de oreja a oreja, sus pequeños ojos haciéndose dos medias lunas.

—Dime, pequeño— Emilio se puso en cuclillas a la altura de Soobin.

—Paleta, ¿Puedo?— el niño pregunto.

—¿Ya le has dicho a tu padre?— pregunto Emilio.

El menor negó.

—Dile, y si el dice que está bien, entonces te daré una paleta— el pequeño entro corriendo a la casa, Emilio lo siguió con la mirada y logro ver cómo Soobin solo entró giro la cabeza a ambos lados y volvió a salir al patio.

Emilio ¡Soy tu fan!  (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora