3. Ataque

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"esfuérzate por progresar, no por perfección..."

° P O C H É °

En cada melodía, te recuerdo otra vez
Y encada fantasía, cuando tú no me ves
Te extraño
Y cada nota me hace daño
Y en la monotonía vi que no pude encontrar
Fuerzas para hablar, tanto que decir, nada que aceptar
Nunca fuiste tú, siempre he sido yo
Y hoy justo al final, yo te juro
Que no
No voy a dejarte ir
No quiero vivir así
Y ese miedo que el amor me da sin ti
Esta vez no va a pasar
Yo no me voy a rendir
No te dejare llorar de amor por mí

No, no, no, no, eso no me gusta, no tiene sabor — dice el productor de música. Frunzo el ceño.

— ¿Es una broma? Es lo mejor que hemos escrito — me cruzo de brazos dejando mi guitarra a un lado.

— Tranquila Majo — Cris pone su mano en mi hombro, pero la apartó bruscamente.

— No, usted es un idiota que no sabe valorar el esfuerzo, y creo que no queremos hacer ningún trato con usted — casi lo quemo con la mirada, pero en serio me molestaba que no valoraran nuestro esfuerzo.

— De acuerdo — dice el productor para después salir del lugar.

— ¡¿Pero qué te sucede?! — me grita Sebastián.

— No me grites — digo tranquilamente.

— ¡Era nuestra mejor oportunidad María José! —

— No me grites Sebastián — dije quitandome los guantes de cuero tratando de mantener la calma.

— ¡Eres una maldita idiota!¿Dónde demonios conseguiremos una mejor oport...? — no lo dejé terminar.

— ¡Te dije que no me gritaras! — pude sentir un rugido que venía desde lo profundo de mi, podía sentir como mis ojos cambiaban de color y salían mis colmillos.

Sebastián solo me miró con seriedad, todos estaban casi acostumbrados a ver mis cambios que ya no se sorprendían con facilidad. Me di la vuelta y salí de la habitación, tenía que calmarme.

— ¡Poché! — gritaron detrás de mi, voltee. — Solo dime cuando llegues a tu casa ¿si? — asentí. Me volví y seguí caminando hasta mi motocicleta.

(...)

La tranquilidad del bosque oscuro me calmaba, muchos no se atrevían a venir por la cantidad de bestias que habían, pero yo era un demonio beta, casi tan poderosa como un demonio de tercer nivel, como mi padre.
Las bestias que habían en el bosque podían ser desde vampiros hasta elfos, todos peligrosos, a su manera, claro.

Yo había sido atacada varias veces por trasgos, centauros, sirenas, elfos, y una vez casi me mata una quimera. Pero en todas las batallas he salido victoriosa. No me gustaba pelear, y menos cuando no conozco mis límites, el alejarme de mi padre ha hecho que no descubra ni la mitad de mis habilidades, solo unas cuantas. Como sea, desde que enfrenté a la quimera, nadie se metía conmigo, es por eso que podía estar tranquila en ese lugar.

Seguía tan perdida en mis pensamientos que no me di cuenta que estaba rodeada. Me levanté rápidamente del suelo escuchando.

>vampiros<

— Vaya, vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? La mascota de Lucifer — sonríe el alfa.

— Sam — digo entre dientes.

— Que grata sorpresa volvernos a ver, ¿no crees María José? —

— ¿Qué es lo que quieren? — traté de tranquilizarme, eran demasiados, más de 200,y yo era solo una.

Hija del Infierno - TERMINADA - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora