27. Amuleto de la paz.

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"No puedes cambiar tu destino, pero puedes acudir a él"

° P O C H É °

Cuando llegué a casa, no había nadie, así que sin más, fui a mi habitación y me iré en la cama, para que segundos después, quedar profundamente dormida.

— Concéntrate — me dijo aquel gran hombre colocando un espejo frente a mi.

Sin hacerle mucho caso, me acerqué para ver mejor mi reflejo, vestía con unos pantalones deportivos grises y una camisa de color blanco.

— María José, ahora — dice el hombre posando ambas manos sobre mis hombros, le doy un rápido vistazo para después volver mi vista al reflejo.

Para ahorrarme problemas, opté por hacer lo que me pedía. Me concentré y mis ojos se volvieron completamente negros, hice un leve movimiento de cabeza y el espejo se rompió en miles de pedazos, causando un sonido estruendoso.

— Muy bien.

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— ¡No escaparás! — exclamé entre risas, mientras el demonio dejaba fer sus alas y comenzaba a volar. — ¡Oye, eso es trampa! — imité su acción y empecé a perseguirlo en el aire.

Pasados unos minutos, llenos de risas y reclamos, logré atraparlo, solo que, cuando me abalancé contra él, ambos chocamos con una de las estructuras de piedra y caímos al suelo. Me senté para sobar mi cabeza, ya que dolía gracias al impacto, y Jason estaba a mi lado, extendido en el suelo. Compartimos una mirada cómplice y comenzamos a reír.

— ¡María José! Hora de tu entrenamiento — llamó mi padre.

— Nos vemos Jay — me despedí de mi amigo y fui directamente a la sala de entrenamiento, donde me esperaba mi hermano. — ¿Ale?¿qué haces aquí?.

— No lo sé, papá me llamó — él se encoje de hombros mientras sigue jugando con una de las dagas.

— Hoy practicarás tus habilidades con él, quiero ver que tan capaz eres de utilizar tus poderes con otros — interrumpe nuestro padre, colocándose al lado de Ale.

— Yo no voy a lastimar a mi hermano — sentencio cruzándome de brazos, dispuesta a no hacer nada para herirlo.

— No te estoy preguntando María José, hazlo — ordena, Ale nos da una mirada confusa, y claro, no sabe lo que está pasando.

Asiento con la cabeza, dispuesta a hacer lo que me pedía. Me volteé hacia uno de los espejos que había por ahí, y volví mis ojos completamente negros, me volteé hacia donde estaba Alejo, y con un pequeño movimiento de mi mano, le arrebaté la daga sin mucho esfuerzo.

— Bien.

Me volteé hacia mi padre y con mi otra mano, hice otro pequeño movimiento y el mismo, voló en el aire, me miró confundido y yo sonreí con arrogancia. Lancé la daga contra él y la frené en su cuello, perforando un poco su piel, haciendo que brotara un poco de sangre.

— ¿Aún quieres que los use? — pregunté enojada a mi padre.

— Hazlo, no eres capaz — me retó, sorprendiéndome, no era la respuesta que esperaba. 

— Como quieras — murmuré, para después, mover mis dedos y cambiar la dirección de la daga, y clavarlo en su pecho.

Hija del Infierno - TERMINADA - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora