25. Dorados.

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"Me enamora que a ti te guste lo mismo, me enamora cuando te vienes conmigo..."

Maratón 3/3

° P O C H É °

— Que lindo — escuché que aplaudieron detrás de nosotras.

— Ay no puede ser — murmuré y me volteé. 

— ¿Qué quieres Noah? — dice otra voz detrás de nosotras, yo me volteo sorprendida.

— ¿Teresa? — pregunto anonadada.

— Qué hay Poché — me sonríe con arrogancia. — Hola Calle — saluda a Dani.

— Pero tú... — comienzo, pero me interrumpe.

— ¿Cuánto crees que me llevó recobrar mi memoria? — se cruza de brazos. — Por cierto, me debes mis alas — dice molesta,

— Ahhh... — me veo interrumpida de nuevo.

— Lamento interrumpir su pequeña reunión, pero yo vengo por ti María José — informa Noah.

— Lo siento Noah, no tengo tiempo para ti — gruño.

— No es que tengas tiempo o no querida, la guerra es dentro de cinco meses y necesito una tregua — lo veo sorprendida.

— ¿El nene necesita una tregua? — me burlo.

— Solo dame una tregua, María José — dice molesto.

 — Bien, trece días, no más, no menos — él solo asiente y se retira.

Dani nos veía confundida, sabía que no entendía nada, pero decidí que sería mejor explicarle después.

— Fui a visitar a tu amigo, Ariel — ella apretó los dientes.

— ¿Está bien? — preguntó.

— Si, solo en el círculo nueve, nada del otro mundo — dije con aires de superioridad.

— ¿Por qué está ahí? — pude ver como apretaba los puños.

— ¿Yo qué? El que dicta sentencia es tu Dios todo poderoso, cúlpalo a él — me encogí de hombros.

— Poché — me regañó Calle. Rodé los ojos.

— Quiero mis alas de vuelta — ordenó.

— Si, de acuerdo — dije sin rodeos, ella me vio sorprendida.

—¿Así sin más?.

— Si, no las quiero de trofeo allá abajo, solo que tendrás que ir tú por ellas — me encogí de hombros, ella solo asintió para después perderse en la oscuridad del bosque, dejé salir un suspiro.

— ¿Qué fue todo eso? — preguntó la castaña acariciando suavemente mis alas, quienes estaban algo tensas por el momento.

— Solo... — me callé — tengo que darle sus alas a tu amiga, antes de que las cosas se pongan feas — estiré mis alas tratando de liberar tensión.

— ¿Por qué se las quitaste? — dijo de nuevo con curiosidad, yo hice una mueca.

 —Yo... — balbuceé — estaba enojada con el cielo, y cuando hice eso, hubo una fuerte guerra, en la que estuvieron involucrados Alejo, unos amigos y yo, cometí muchos errores, a algunos los mandé al infierno, donde mi padre los castigaba, otros lograron huir y no los volví a ver, y a otros los maté, pero Teresa se quedó, y era un problema — pasé una mano por mi cara, frustrada — era un problema porque ella era la líder de esa rebelión contra nosotros, era muy poderosa, y en ese entonces yo era una niña inmadura, así que decidí cortar sus alas y causar un fallo en su cabeza, haciendo que olvidara lo que había pasado en los últimos mil años.

Hija del Infierno - TERMINADA - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora