El no dormir parecía afectar su cuerpo, algo muy normal, caminaba un poco lento y sentía sus ojos doler cuando había mucha luz; sin embargo su mente era algo muy distinto esta siempre estaba en acción procesando cada posible resultado a sus acciones, que suerte que ese día solo tenía pensado montar un altar, algo sencillo, un lugar donde pueda sacrificar alguna que otra oveja a cambio de algunos ítems de los dioses oscuros. Porque no era desconocido que así como Karmaland tenía dioses buenos a los que se les rendía tributo en la iglesia o los lugares sagrados, también están los dioses oscuros a quienes por alguna razón les encantaban los sacrificios de ovejas, lo había comprobado una vez arrojo la segunda, ya que por error mato la primera antes de tiempo, y los dioses mandaron un rayo directo a su altar dándole a entender que lo escuchaban.
Se le paso un día entero en esculpir su pieza central y colocar cada uno de sus pesados ladrillos negro como la brea; para cuando llego el ocaso estaba llenando el surco que cabo alrededor de su altar para llenarlo de lava que debió recolectar por sí mismo.
No pudo evitar aprovechar la ausencia de su vecino más cercano para hacerle una pequeña travesura, una jugarreta que a ojos de cualquiera, incluso los suyos, era como un berrinche de niño de quince años. Odiaba hacer algo tan obvio y tonto, pero tenía que dar la talla a las expectativas que tenían en él. Todos creían que no era más que un chico bueno que se encontraba dolido y frustrado, así que arrojar un poco de lava sobre las jaulas de vidrio reforzado de la granja de Auron quedaba a la perfección con su descripción, Auron obviamente sabría que el acto provenía de él, lo vera como su manea de cobrarle por haberlo defraudado y pensará que todo habrá acabado luego de eso. Y por supuesto, se habrá equivocado. Grande fue su sorpresa y su satisfacción cuando vio como los animales se encontraban moribundos gracias al calor que se generó en el lugar. Sonrió para sí mismo y se fue tarareando una canción que llego a su mente.
Una vez vio al de cabello azabache quitando la lava que le había dejado como un presente para luego alimentar y darle agua a sus animales, los cuales al parecer se había dado la tarea de buscar más. Fue inesperado recibir un mensaje proveniente de él diciendo que iría a por él; no pudo evitar sonreír al instante y dirigirse hacia el corral en donde tenía a sus ovejas, tomando una para llevarla hasta su altar de la traición para pedirles a los dioses oscuros una manera de vengarse contra él. Sería divertido. Auron obviamente pensaba que el seguiría jugando a ser el buen vecino, que iba a tratarlo como si nada, quizá incluso pensaba que le pediría una disculpa o que se sentiría realmente mal. Pero explotaría a más no poder ese papel de niño bueno tratando de ser un niño malo.
Los dioses lanzaron de nuevo un rayo a su altar y dejaron unas pociones en el lugar del impacto, pociones que cogió y agradeció con una sonrisa retorcida. Ese relámpago también había hecho un cambio en el tiempo del pueblo, ya que tuvo un cambio abrupto del día a la noche. Todo parecía irle de maravilla, a pesar de seguir pasando las noches en vela se había vuelto un gran amante de la oscuridad que había en ella; subió de nuevo a su muralla y para su sorpresa se encontró con el menor subiendo su montaña como si fuese a hacerle una visita como las que solía hacer hacia un par de semanas atrás. No dijeron nada a pesar de tener contacto visual fijo durante algunos minutos para Luzu se trataba de un juego y el primero en hablar seria el perdedor; para Auron se trataba de una estupidez que rozaba con la locura, pues ver a su compañero y vecino velo fijamente con un semblante serio sin decir una sola palabra le ponía la piel de gallina.
-¡Cerdo! –saludo intentando acabar con aquella sensación -¿Por qué no me habla? –murmuro más para sí mismo que para el otro. Subió un par de escaleras más y aun bajo la mirada del castaño quito algunas decoraciones y puso unas maderas para ver si tras eso obtendría algún resultado.
Nada paso, el castaño seguía en silencio observando como el menor se comportaba de manera nervios, sonrió para sus adentros eso le resultaba muy divertido, el azabache tras no obtener nada decidió bajar y regresar a la seguridad de su casa, no sin antes ver nuevamente con dirección a aquella muralla confirmando que el mayor seguía observándole.
Una vez vio como el menor se adentró a su casa Luzu decidió que bajaría para poder llevar a cabo su pequeña venganza, pero antes de eso fue a su sala de cofres donde luego de unos minutos salió con una de esas bombas que había aprendido a hacer gracias a la ayuda de sus compañeros más bromistas, obviamente era peligrosa, pero solo pensaba en hacerle un cráter cerca de su propiedad con ayuda de una de sus flechas con fuego, ¿Por qué? Simplemente le apetecía hacer estallar algo, y ya que no iba en contra de su "papel" se daría el lujo de algo tan estúpido.
Bajo con la bomba en mano, su arco, sus flechas y por supuesto las pociones que le habían dado los dioses oscuros. Cuando estuvo cerca de la propiedad del menor dejo la bomba tan cerca de esta como pudo y luego se alejó prendiendo en fuego una de sus flechas; Auron por su parte al ver las acciones del chico corrió para intentar detenerle, sin embargo antes de llegar a su lado Luzu soltó su flecha dando de lleno en su objetivo que no tardo en estallar y producir un cráter de tamaño considerable.
-Acércate Auron, no tengas miedo –sonrió falsamente.
-¡Pero Luzu! ¿Qué es todo esto? Debemos hablar –dijo viéndole de manera recelosa.
-He traído algo como muestra de mis intenciones.
-Si es una bomba no lo quiero –corto de inmediato.
-No es una bomba... -sonrió –Es... algo mejor.
Y tras esto todo se puso negro para el menor; solo podía escuchar los cristales romperse sobre sus pies y sentir como poco a poco la temperatura iba aumentando llegando al punto de sentir que se derretiría, como si estuviese en el mismísimo infierno. Ponía sus manos frente a su cara en búsqueda de obtener visión y luego tocaba su rostro intentando calmar el dolor que sentía soltando gritos y maldiciones en el proceso, peticiones de ayuda que nadie respondía. Llego a pensar que el otro se había marchado, sin embargo estaba equivocado.
Para Luzu era como ver un espectáculo pirotécnico, vio como desde dentro Auron se transformaba en un ser de lava, también pudo sentir el aumento en la temperatura, sin embargo al ya haberse acostumbrado al calor que su casa daba esto no le produjo molestia, en cambio le produjo cierta nostalgia y sentimiento hogareño.
-¡Por fin puedo sentir algo saliendo de él!-dijo una voz, maravillado -¿Está sufriendo, no es así? -pregunto casi como un susurro.
-No seas tonto. Él es incapaz de sentir nada –comenzó con su camino de vuelta a casa.
-¡Luzu! ¡¿Qué demonios es esto?! Cuando Vegetta se enteré nos matará.
-Yo en tu lugar me preocuparía más por otras cosas –rio, mostrándose sobre su muralla.
-¿Qué cosas...?
-Por ejemplo; el hecho de que soy la única persona con la cura para esa maldición, y en caso de que desees volver a tu forma original debes hacer lo que yo diga de ahora en adelante.
-¿Qué pasa si me niego –frunció el ceño.
-Absolutamente nada por supuesto. Excepto por el hecho de que con cada día que pase te volverás un poco más de lava. Verás; ahora solo tienes la apariencia y por supuesto irradias cierto calor, conforme el tiempo pase te será imposible tocar algo sin quemarlo, y claro terminaras muriendo o matándolos a todos –sonrió –así que será mejor que me obedezcas.
-¿Y qué quieres que haga?
-¡Fácil! Solo tienes que darme información de Lolito y sus planes para la alcaldía –hizo ademanes de restarle importancia –Se te dará perfecto, eres muy bueno para traicionar a la gente.
-De... de acuerdo Luzu –dijo intentando procesar todo lo dicho por el mayor.
-Ahora ¡Vete!
Auron bajo de la montaña con un paso cansado y con miles de preguntas en su cabeza, pero lo más importante con la decisión tomada de no traicionar a Lolito. Por s parte Luzu lo vio hasta que este llego a su puerta, aun tras lo dicho el no confiaría en lo que Auron fuese o no a decirle sobre el alcalde electo. Él no era idiota como su contraparte, Auron no era de fiar. En realidad nadie lo era en todo Karmaland. No había ni un alma que valiera la pena.
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Llevado al limite.
FanfictionLa vida en Karmaland no siempre es tranquila, es decir, vivir en el mismo pueblo que sus amigos y compañeros conlleva muchas peleas, dramas, traiciones, y risas por supuesto. Y siendo él, el siempre feliz Luzu ha tenido que tragar muchos abusos de c...