6. Cuentos para las heridas Pt. 1

351 38 5
                                    

¨A pesar del gran amor que podrían darse Orange y Blue en el mundo ¨Pink¨ ambos olvidaban que fuera de su mundo perfecto existía el odio y la no aceptación, haciendo que ambos lo experimentaran por primera vez después de salir de su hogar perfecto¨

.

.

.

El fin de semana había terminado demasiado rápido para mi gusto, y es que en todo lo que duro no había podido dejar de pensar en aquellos labios pegajosos robándome besos y aquella sonrisa que tanto caracterizaba a Tin. Cuando éramos niños yo solía besar la mejilla de mi amigo para hacerlo callar, pero en cambio el jamás había posado sus labios en mí, bueno no hasta ahora.

—¡Can! —, Aquel grito me saco de mis pensamientos levantado la mirada del cuaderno sobre mi mesa— Estas muy distraído ¿Todo bien?

Tin estaba sentado en el asiento frente a mi con la barbilla apoyada sobre sus manos y me miraba con algo de preocupación. Mis ojos fueron directamente a sus labios delgados de un color rosáceo lindo y una ligera capa de saliva brillante.

—Si estoy bien— Dije sonriéndole igual para evitar que se preocupara

El castaño me miro dudoso para después levantarse del asiento— Vamos hay que ir a cambiarnos para deportes.

Solo asentí y me puse de pie para caminar junto con Tin a los vestidores mientras este se iba quejando en que hacia mucho frio para ponerse los pantalones cortos de basquetbol, y seria mucho mejor solo dar un par de vueltas a la cancha y ya.

Una vez que toda la clase se reunió en la cancha de basquetbol llego el profesor y nos dividió en dos grupos, en donde yo era el capitán en uno y Sammy del otro.

Esta vez Tin y yo estuvimos separados.

Usualmente los maestros no nos separaban por el problema de audición en Tin, pero el profesor de deportes era una expresión ya que el había dejado muy en claro que Tin ya estaba demasiado mayor para cuidarse solo así que el jamás le daba algún trato al castaño. A pesar de ello jamás nos tocaba había separado, hasta ahora.

—Muy bien chicos son siete canastas— Dijo el profesor con una mano en la cintura y la otra sosteniendo su silbato— ¡Comiencen!

Con aquello dicho el profesor lanzo el balón dando comienzo al juego, en donde todos peleábamos por conseguir el balón, dándonos unos que otros empujones y codazos en el trascurso.

Todo iba bien o eso hasta que el balón fue lanzado con fuerza, volando por el aire para terminar aterrizando de lleno en la cara de Tin haciendo que este cayera al piso.

—¡Tin! — Gritamos al unísono Sammy y yo para después correr hacia donde estaba el castaño— ¿Estas bien? — Pregunte alarmado una vez que llegue hasta donde él estaba. El castaño quito la mano de su nariz dejando ver un gran mar de sangre saliendo de esta.

—...Duele— Dijo con algo de dificultad llevando una mano a su oído izquierdo para retirar el retroauricular roto.

Estuve a punto de correr hacia la enfermería por un botiquín, pero el profesor llego con él, tomando a Tin por un brazo para ayudarlo a levantarse.

—Todos sigan con el juego— Grito el profesor mientras se alejaba junto con Tin— Cuando vuelva quiero saber quién fue el ganador— Con aquello dicho el profesor se fue junto a mi amigo.

Sammy poso una mano en mi hombro y me sonrió— Estará bien, no te preocupes— No respondí, solo mordí mis labios con preocupación, dispuesto a ir a la enfermería, pero otra mano se posó sobre mí.

—Si te vas el profesor se molestará— Hablo Fluke— Además solo fue un golpe en la nariz. No se va a morir por eso.

—Su auricular se rompió— Explique quitando amabas manos de mi— Así que podría necesitarme.

—Él puede arreglárselas solo— Dijo Fluke con algo de molestia frunciendo el entrecejo— No puedes estar todo el tiempo para resolver sus problemas.

—Fluke tiene razón— Hablo Anong, una de nuestras compañeras y amiga de Fluke — Estará bien solo.

—No les pregunte su opinión— Conteste ya algo molesto.

—Tranquilo Cannie. No lo dije para molestarte— Fluke relajo su rostro dejando una pequeña sonrisa en su lugar— Mira si tanto te preocupas yo iré— el pelinegro se señaló con su dedo— Soy el presentante de clase y así nadie saldrá regañado.

—...De acuerdo— Conteste no muy convencido y esperando a que Tin no se moleste conmigo después.

.

.

Cuando la hora del almuerzo llego corrí hacia la enfermería encontrándome solo con Tin, sentado en la camilla con la mirada hacia el suelo y una bandita sobre su nariz hinchada. Me senté junto a el en la camilla esperando a que dijera algo, mas sin embargo el nunca me dirigió una palabra.

—¿Estas molesto? — Pregunte al ver su rostro molesto— Prometo que la próxima vez no vendrá Fluke— Tin negó con la cabeza— ¿No estas molesto por eso?

—Deja de tratarme como un estúpido— Dijo en un tono de voz apenas audible, dirigiéndome una mirada molesta— No lo soy.

—¿Eh? No te entiendo— Conteste alzando un poco mas la voz para asegurarme que me escuchara, pero no me contesto simplemente volvió su mirada al suelo.

Jamás lo trate así, porque de repente lo creía.

—Lo siento— Dije recargando mi cabeza sobre su hombro y tomándolo del brazo— Solo estaba preocupado.

Nos quedamos así hasta que después de un rato me separé de él, viendo como tenia en el rostro una pequeña sonrisa, estuve a punto de decir algo, pero el sonido de unos tacones golpeando hacia el piso me interrumpe.

—¡Oh por dios! ¡Tin! — Grito alarmada la mujer que había entrado a la enfermería, acercándose al nombrado acunando su rostro entre las manos.

Era su madre.

Con una seña me despedí del castaño y Salí de la habitación, ya mañana podre preguntarle el porque estaba tan molesto.

Orange and Blue: Cuentos para niños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora