4. Cuentos para el primer beso.

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El frio me estaba calando hasta los huesos debido a que solamente llevaba las ropas del uniforme y un suéter muy ligero, que, aunque no quisiera admitir, debí escuchar a mi madre cuando me dijo que hoy haría un frio extremo y debería llevar un abrigo más grande.

¡Maldita escuela! Si no fuera por ella, aun seguiría dormido en mi cama bajo las calientitas cobijas.

—¡Can! — Grito Tin quien ya se encontraba en la esquina de siempre junto al semáforo— ¿Por qué siempre tardas tanto? — Pregunto una ves que estuve a su lado.

—Lo siento. Me quedé dormido— Dije en un bostezo— Deje la tarea hasta el atardecer y termine hasta la noche— Explique mientras miraba como Tin novia su cabeza con desaprobación.

Yo solo reí un poco y cruzamos la calle ya que el semáforo ya había cambiado a verde, mientras miraba como Tin-a diferencia de mi- si llevaba un abrigo café obscuro sobre las ropas del uniforme, una bufanda roja sobre su cuello y unos guantes cubriendo sus manos. Aquella ropa sí que le combinaba.

Me abrace a mi mismo, al sentir la brisa de la mañana chocar con mi cuerpo.

—¿Tienes frio? — Pregunto mi amigo, para después sacarse la bufanda y dejarla sobre mi cuello, acomodándola de tal manera que me cubriera gran parte del cuello— Listo. A la otra carga con un abrigo más grande— Asentí y seguimos nuestro camino al escuela.

Su bufandas olía muy bien, era como una combinación de suavizante y una loción ligera. Sumergí mas mi nariz en aquel aroma tan agradable.

Todo lo que resto del camino fue en silencio, ya que desde que éramos niños Tin nunca fue de hablar mucho, aun así, no me molestaba porque el silencio entre ambos era cómodo y sin la presión de que alguno de los dos tenía que hablar. Un silencio relajante.

Una vez que entramos al aula fuimos hasta nuestros lugares los cuales quedaban uno a lado del otro, esto debido a que cuando íbamos en jardín de niños, nadie sabia como callar los llantos de Tin a excepción de mi por lo que con el tiempo los mismos maestros me pedían sentarme junto a él, hasta que se formó costumbre entre ambos.

—¡Ai-Can! ¡Hola! — Nos saludó Sammy acercándose— Hola Ai-Tin— Saludo a Tin con un poco más de calma.

—Hola Sammy— Saludo Tin forzando una sonrisa algo tímida. Si eso es algo que no ha cambiado en él, yo solo sonreí en su tierno intento por hablar con ella.

—¡Hey bobo! — Dijo Fluke pasando un brazo por mis hombros—pásame la tarea— Dijo sonriendo. Si el también seguía con nosotros.

—Vete al diablo. No lo hare— Dije devolviéndole la sonrisa, apartando su brazo de mi— Me costó mucho terminarla.

—¡Ohu! Eres muy malo Cannie— soltó Fluke en un intento de berrinche— ¿Qué hay de ti? Tin.

Tin por su parte solo le miro con molestia, saco sus libros de la mochila y abrió uno al azar para así comenzar a ignorarnos. Bueno supongo que es normal ya que la relación de Tin y Fluke nunca había sido la mejor.

—Eso es un no ¿Verdad? — Dijo el moreno con un tono juguetón.

—Deja de molestarlo o te golpeare— Dije un poco más serio mostrándole el puño, a lo que Fluke solo revolvió mi cabello mientras Sammy miraba todo con una sonrisa.

—¡No calma! — Dijo haciendo una señal de paz— Suficiente tengo con las patadas que me dabas cuando éramos niños—Sammy comenzó a reír fuertemente para después correr hacia sus amigas bajo la mirada amenazante de Fluke.

—Oh por cierto Can— Fluke se llevo una mano a la nuca— Hoy podría hablar contigo antes de que se acabe el almuerzo. Aquí en el salón.

—Claro, ¿Sobre qué? — Solte pero antes de que el moreno me pudiera responder llevo la maestra, a lo que Fluke se fue a su lugar, y yo me sentaba en el mío.

Le dirigi una ultima mirada a Tin-antes de que la maestra comenzara a hablar- y seguía con su cara tras el libro y una mueca molesta en el rostro.

Bueno supongo que ya se le pasara... siempre lo hace.

.

.

Una vez que la clase termino guarde mis libros y junto a Tin nos dirigimos a la pequeña cafetería por algo de comer, eligiendo un plato de ternera con arroz mientras que mi amigo eligió algo mas ligero que fue un sándwich alegando que a el si le había dado tiempo de desayunar.

¡Menudo presumido!

Ambos nos sentamos con el almuerzo de una de las mesas cerca de la puerta, era mi lugar preferido para sentarme ya que podía sentir el aire de afuera cuando alguien entraba.

—Tin hoy podría dejarte solo un rato— Dije entre el bocado de arroz en mi boca— Fluke quiere hablar conmigo— Explique recibiendo una mirada de curiosidad.

—Si lo escuche todo— Dijo sacando la lengua en un gesto divertido— Seguramente quiere que le ayudes con algo.

—No lo sé, solo me pidió eso— Dije encogiéndome de hombros— Bueno te molesta o no.

Tin negó— Solo recuerda patearlo de mi parte.

Ambos nos miramos por un momento, para después comenzar a reír.

Una vez que ambos terminamos nuestro almuerzo yo me dirigí al aula dejando a Tin en la cafetería leyendo un libro. Camine a pasos lentos hasta que llegue.

Ahí estaba Fluke recargando su cuerpo en el escritorio de la maestra y mirando hacia el suelo jugueteando con los pies, tal como si estuviera nervioso o apunto de confesar alguna travesura frente a su madre.

—Ya estoy aquí— solté entre el silencio, llamando su atención— ¿Qué quieres?

Tras haber echo esa pregunta el cuerpo de Fluke se movió hasta quedar frente a mí, tomándome por los hombros para acortar ese pequeño espacio entre nosotros sintiendo su respiración tibia en mi rostro y sus manos temblar sobre mis hombros.

¿estaba nervioso?

Poco después sus manos pasaron a sujetar mi rostro, y como si de un rayo se tratase sus labios se posaron sobre los míos en un roce, sus labios estaban húmedos y fríos, pero sin embargo aquel tacto no me estaba desagradando.

Se sentía bien.

Cuando nos separamos Fluke me miro con una pequeña sonrisa y las mejillas sonrosadas mientras yo lo único que atine a hacer fue quedarme ahí estático, escuchando como la campanilla anunciaba el final del almuerzo y todos nuestros compañeros comenzaban a ingresar al aula, entre ellos Tin.

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Las clases habían acabado y caminábamos como costumbre por las calles, aun con el frió helándonos los huesos y el silencio reinando entre ambos solo que esta vez no era porque no quisiera hablar, sino que, mi mente solo podía pensar en aquel beso que me había robado Fluke, que si bien no había echo que mi corazón latiera, pero tampoco me había desagradado.

Eso significaba que, ¿Me gustaba Fluke?

No, no, no, eso no creo.

¿Me gustaban... los chicos?

Podría ser que...

—Llegamos— Dijo Tin deteniéndose en la esquina frente al semáforo— Nos vemos mañana.

—Espera...Tin— Le detuve antes de que comenzara a caminar de frente. El se quedo frente a mi esperando a que dijera algo, sin embargo, yo solo estaba ahí examinándole, tratando de encontrar algo, o alguna señal.

Será lo mismo si lo beso.

—Can, ¿Estas bien? — Me pregunto llevando una mano a mi hombro.

—Si lo estoy— Dije sonriendo— Nos vemos mañana— Me despedí para después cruzar la calle corriendo

Si le cuento a Tin el... ¿El me entendería?

¡Ahg! Porque me pasan estas cosas a mí, solo tengo 14 años.

Orange and Blue: Cuentos para niños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora