1. Cuentos de bienvenida.

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Era exactamente la hora del almuerzo, la hora en la que debía estar jugando con mis amigos y comiendo el sándwich con fruta de mi lonchera, pero por culpa de la lluvia estaba en mi pupitre comiendo las uvas de mi lonchera, mientras la maestra nos miraba sin dejar de beber su café.

—P' Lemon me permite un momento— Dijo desde la puerta otra maestra, solo que ella más parecía que estaba oliendo caca.

—Por supuesto— Dijo la maestra dejando su café sobre el escritorio y mirandonos— Todos permanezcan en su lugar. Vuelvo en un momento.

—¡Si maestra!— Dijo todo el salón a la vez, bueno todos menos yo, mis uvas estaban muy ricas como para parar de comerlas.

Así la maestra salió del salón junto con la señora que olía caca, ocasionando que todos dejaran sus lugares y comenzarán a jugar con la comida en sus loncheras, pero yo no. Yo seguía comiendo mientras las piezas de jamón y tomate volaban sobre mi cabeza. 

—¡La maestra viene!— Gritó uno de mis compañeros desde la puerta, para después correr hacia su lugar tratando de esquivar los restos de comida del piso.

Unos segundos después llegó la maestra frunciendo las cejas al ver el desastre de jamón y tomate en el piso, pero al parecer todos estábamos ocupados en observar al niño que se pescaba a la pierna de la maestra, escondiendo la cara de nosotros.

—Dejaré pasar su travesura porque tengo algo que contarles— Dijo la maestra cambiando de molesta a felíz— Tendremos un compañerito nuevo— La maestra sujeto al niño por los hombros y lo hizo caminar hacia al frente.

El niño tenía la camisa y short de nuestro uniforme, el cabello café fuerte, las mejillas manchadas de pintura verde, sus rodillas estaban raspadas y sucias pero lo que más me hizo verlo fue el extraño aparato en su oreja izquierda… o era la derecha y a pesar de que sus ojos estaban llorositos tenían el color del lodo. Me encanta jugar en el lodo.

—¡Niños el es Tin Methadnan!— Presentó la maestra con emoción mientras nos sonreía—¿Quieres sentarte junto a Fluke?— Le preguntó la maestra en un tono cariñoso mientras el niño comenzaba a llorar.

—¡Irme! ¡Casa, casa!— Decía el niño mientras la maestra trataba de consolarlo—¡Mamá!

Así como si le hubieran quitado su juguete favorito el niño comenzó a gritar, haciendo que la maestra le limpiara la cara con una servilleta, y trataba de animarlo cantandole una canción. En cambio de los demás que solo te tapaban los oídos y se le miraban enojados, mientras a mi solo me daba tristeza.

Una vez que, el niño dejó de llorar la maestra lo dejo sentarse en su silla, y tomo su libro rosa, dejando el claro que era la hora de un cuento.

—Bien niños vamos a contar este cuento para darle la bienvenida a nuestro nuevo compañerito— La maestra le sonrió y abrió su libro comenzando a leer.

El cuento hablaba de un dos mundos llamados Orange y Blue, y en él existían dos niños que se querían mucho pero como eran de lugares diferentes, sus padres no querían que fueran amigos. Así que los niños crearon otro mundo llamando "Pink" en donde podían verse sin que nadie los molestara.

—Bien, por hoy es suficiente— La maestra cerró su libró sobre la mesa, y comenzó a escribir los números en el pizarrón— Quién pueda describir los números del uno al 20 puede comenzar a jugar.

Todos empezamos a escribir los números, aunque para no había problema ya que, yo solito puedo hacerlo, los números son la cosa más fácil de este mundo.

Pero al parecer no para el niño de ojos de lodo.

La maestra estaba junto a él, ayudándole con los números sin dejar de sonreirle, mientras el niño solo inflaba los cachetes.

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—Muy bien niños. Nos vemos mañana—  Se despidió la maestra, para después caminar hacia la puerta, recibiendo a las madres que venían por nosotros.

—Mi mami dice que los niños que lloran mucho son malos— Dijo Shoompo, hundiendo su dedo en la mejilla sucia del niño—Tu eres malo— Dijo comenzando a reír al ver como el niño de ojos de lodo se le aguadan los ojos otra vez.

—Tonto, tonto, tonto— Comenzó Fluke, lanzándole bolitas de papel desde su lugar— Y feo también.

El niño de ojos de lodo se quitó el extraño aparato de su oreja y hundió su cara en el asiento, dejando que Shoompo y Fluke le dijeran cosas feas.

El niño lodo era como uno de los de la historia, el que vivía en el mundo Orange, siempre triste a pesar de que vivía en un mundo de caramelo.

¿Quien estaría triste ahí?

—¡Cantaloupe llegaron por ti!— Grito la maestra, así que tomé mi mochila y sali de ahi viendo a mi mamá en la puerta, sonriendome con alegría.

Orange and Blue: Cuentos para niños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora