Mire mis manos. Estaban algo sudorosas y distorsionadas ante mi vista, fruncí el ceño confundido y sacudiendo mi cabeza para recomponerme, para dejar atrás los nervios y la ansiedad que trepaban por mis tripas hasta hacerme alucinar.
Un mechón de cabello blanco sobresalía de la mascara y la túnica que el hombre extraño frente a mí llevaba puesto. Su voz sonaba extraña y me atrevo a decir que conocida. Pero aún estaba indeciso acerca de aceptar lo que me proponía así que no quería indagar más en su identidad, y tampoco arriesgar mi propia vida.
─¿Ya lo has pensado? ─preguntó y se notaba a kilómetros que intentaba forzar su voz para que suene más ronca, más "varonil". Mordí mi labio inferior hasta el punto que se abriría en cualquier momento y sangrara sin parar ─No tengo todo el día ─se acercó a mi levantando mi mentón para que mirara hacía él o mejor dicho, a la máscara. No podía ver sus ojos y eso me hizo sentir un revuelto en el estómago, no tenía idea de dónde me había metido.
Simplemente seguí las pistas de unos carteles que llevaban tiempo escondidos en la mina de mi hogar, donde recogía todos mis materiales. Admito el crímen de ser un curioso de mierda y no poder evitar seguirle el juego al enmascarado que me guió hasta esa silla donde me encontraba sentado, debatiendo entre su hermandad oscura o que cuando a dicha asociación se le vaya la cabeza, yo también sea una de las víctimas por rechazarles. La oferta era clara y dura de procesar, más para mí, que sinceramente vivía una vida tranquila en la montaña, algo alejado de mis vecinos y amigos Karmalienses, sabía que al aceptar daba la espalda a mi vida de hombre que se la pasa encargado de sus animales y sus cosas. Ni siquiera sé que potencial vieron en mí, tal vez encontraron mi algo reciente historial de venganza poniéndole una que otra mina a Raúl o Auron, como quieran llamarle. Pero aquí estoy, con Juan Carlos en un rincón de mi mente, Ricardo, Coringa... si hago esto, es para protegerlos.
─Acepto ─dije alzando mi vista con seguridad y mi voz sonó tan segura como nunca antes, fuerte y clara para quien sea que me esté escuchando. Lo hacía por mi familia, por mis animales, por las cosas que amo y quizá, por cobarde.
Escuché que soltó una risa que erizó los cabellos de todo mi cuerpo.
─No es tan fácil, Rubius ─dijo mi nombre de forma que tuve que tragar en seco y volver a morder mi labio inferior ─Necesito una prueba de lo que dices, y para eso...─el enmascarado señaló un cofre y me animó a abrirlo. Había tres minas en el, conocía perfectamente aquellos artefactos, casi de memoria. Los tome sin duda alguna, una vez en el baile solo me queda bailar ─Sé oscuro ─susurró cerca de mi oído volviendo a erizar mi piel. Asentí y lo miré otra vez, no se quitó la mascara pero estrechó mi mano y sentí ese gesto como algo que me decía que había confianza entre nosotros.
Salí de aquella cueva con las indicaciones con las que había entrado antes y vomité. No sé si por tanto nervio contenido o porque acababa de girar mi vida a 360 grados y no había vuelta atrás, o porque tal vez me había sentenciado. Porque nada bueno puede salir de algo como la Hermandad Oscura, y eso lo tenía muy claro obviamente, pero no evitaba que mi cuerpo reaccionara de esa forma. Nada se compara esto a poner una que otra mina, el enmascarado me había advertido que los crímenes que ellos cometían eran los protagonistas de las peores historias que se escuchaban en el pueblo de Karmaland y eso era algo bastante tétrico para procesarlo sin echar un vomito.
Limpie los restos de mi boca y no pude evitar una mueca de asco, miré el cielo y suspiré, el sol aún estaba en su punto más alto así que esperaría a la noche para dar mi prueba a la Hermandad Oscura. Una parte de mi cerebro me decía "No lo hagas, Rubén. Estas a tiempo" y otra me decía "Es por el bien de todos, por la seguridad de todos. Házlo, revienta una casa" y otra parte solo quería vomitar de nuevo. Entré a mi hogar como si hubiera llegado de un día horrible pero la verdad es que recién empezaba, Juan Carlos me miraba y hacía sonidos de cerdo.
─¿Estás hambriento? ─un ruido se le escapó y no pude evitar sonreír ─Tomaré eso como un sí, voy por zanahorias campeón ─le dije, bajando la pequeña escalera hacía mis cofres y lo que ví me perturbo bastante.
Un cartel sobre uno de los cofres.
"No te arrepientas, no te arrepientas. La Hermandad Oscura es buena y siempre observa"
Leí sintiendo una presión en mi pecho al saber que alguno de los miembros de la hermandad estuvo en casa, junto a mis animales, invadiendo el espacio de mis amados. Sentí rabia pero me calmé, porque no le hicieron daño a nadie. Suspiré porque fue como si leyeran mi mente y mis pensamientos de cobarde, aquellos que me decían que lo deje todo atrás, pero tal y como había pensado, desde que seguí sus pistas ya estaba dentro.
─Lo siento Juan Carlos, tú come y no te preocupes ─le dije como si entendiera una palabra de lo que digo. Me senté en el suelo, a su lado y también con mis perros que no tardaron en mimarme, sonreí hasta que noté como el sol iba cayendo poco a poco y yo aún no había pensado dónde poner las minas que guardaba en mi mochila.
Si las ponía en el pueblo, tal vez no me consideren tan valiente. Si las pongo alrededor del pueblo, pensarán que soy un tonto y no entendí el significado de "Sé oscuro", si la pongo en la casa de uno de mis compañeros...
Bingo.
Ya sabía que hacer.
─
está es la introducción a la historia (◡ ω ◡)
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[PAUSADA] brotherhood of evil ─ rubegetta
Fanfiction[PAUSADA INDEFINIDAMENTE] "No te arrepientas, no te arrepientas. La Hermandad Oscura es buena y siempre observa."