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Narrador: Omnisciente

Willy caminaba por el pueblo con una expresión despreocupada, una sonrisa de las suyas, esas que hacían que los comerciantes le saludarán con una sonrisa amable, que hablaran maravillas del gran guerrero. Habían tantos rumores acerca de Willy, pero todos tenían algo bueno que decir de él, nunca nadie presentaba quejas; el vecino ejemplar, valiente y caritativo, siempre tenía las palabras correctas para cada persona. Willy siempre decía lo que los demás anhelaban escuchar y lo halagaban luego, se lo agradecían luego, sin saber que bajo toda esa fachada de chico modesto, su ego no hacía mas que crecer hasta expandirse por sus intestinos. Pero Guillermo sabía ocultar muy bien sus facetas, sabía ser varias personas en una, nunca lograbas encontrar al verdadero Guillermo, ese que alguna vez fue débil, que se enamoró, que gritó que estaba enamorado, que lloró, ese Guillermo que era real. Que se miraba al espejo y se reconocía.

Había aprendido a fingir, había sido siempre el alumno excelente, no hablaba mucho y prefería quedarse en casa a estudiar, en las clases se dedicaba a observar a los demás con sus brillantes ojos verdes y su cabello blanco que no era tan corto como ahora. Todavía puede sentir las calidas manos de su madre peinando su cabello, mientras Guillermo le contaba lo que había aprendido, con una sonrisa. Le hablaba de sus nuevos amigos en Karmaland, le hablaba de que jugaban a ser grandes héroes y de sus sueños, de que quería ser un héroe honesto, uno al que todos respeten.

Era el sueño más puro e inocente, pero con el tiempo ese sueño se volvió una obsesión y su padre no ayudaba demasiado, la presión sobre él se volvió mayor el día que su madre partió a un lugar mejor. Y Guillermo no la culpaba, para nada, sabía muy bien que nadie aguantaría vivir con un hombre tan asqueroso como su padre, lo que lo diferenciaba de su madre es que Willy no tenía la valentía suficiente para abandonar el mundo, no tenía más opción que soportar los malos tratos, los golpes, aquello que su padre juraba que le forjaria una personalidad fuerte, aquello haría al verdadero héroe.

Y Guillermo era muy pequeño para entender que ese no era el camino correcto, que eso no lo convertiría en un héroe honesto tal y como en sus sueños. Guillermo ya había caído en la trampa, ya estaba dentro y no había marcha atrás. Todo lo que había empezado en un juego con sus amigos, se había convertido en su único objetivo en la vida. Poder.

Guillermo quería poder. Quería que los demás agachen sus cabezas al verlo, que le tengan miedo, que sus ojos tengan terror cada vez que se mencione su nombre. Quería ser temido y respetado, y lo había conseguido; pero no era todo mérito de su padre. Willy era inteligente, astuto, sabía como manejar a las personas a su antojo y aquello solo empeoró su deseo de poder, de control, de adueñarse de todo y todos; cuando vió a ese pequeño niño llamado Bruno agachar la cabeza frente a él, pedirle disculpas casi de rodillas, Guillermo supo que todos los humanos tenían un punto de inflexión, solo era cuestión de hurgar tan profundo en sus cerebros como una larva, hasta que ya no sean capaces de diferenciar qué es la realidad, quién es el malo en la historia.

Willy sabía que el silencio era la mejor virtud, y a él se le daba muy bien quedarse callado y simplemente hablar cuando era necesario, cuando necesitaba imponer sus ideas y sus pensamientos, no sin antes observar el tablero de ajedrez desde todas las perspectivas, analizando sus jugadas como un cazador, como un rey. ¿Qué pieza debía mover primero? ¿Qué pasa cuando hace un movimiento?

A diferencia de lo que todos piensan, las personas son muy fáciles de convencer, obviamente algunas quieren más que otras, pero todas quieren algo, todas tienen sus deseos más oscuros. Todas son predecibles, y para alguien como Guillermo, que se había pasado la vida observando a sus compañeros, leyendo libros, soportando al imbécil de su padre y mintiendo por él, las cosas eran todavía más fáciles.

Se atrevía a decir que con el pasar de los años, la manipulación se había vuelto hasta divertida, las mentiras le salían incluso más rápido que la verdad, las respiraba, las analizaba. Siempre tenía una carta bajo su manga, absolutamente nada lo tomaba por sorpresa. Guillermo creía conocer a todos, a sus compañeros, a sus vecinos, y fue ese punto el que lo hizo formar la Hermandad Oscura.

Era un proyecto muy lejano en su mente, uno que había descartado miles de veces, ¿por qué? Buena pregunta. Guillermo no creía saber trabajar en equipo, mucho menos con los débiles sentimentales de sus compañeros, aún más cuando él se estaba volviendo un débil sentimental, cuando tenía su propio punto de inflexión. Y tal vez aquel punto no le hubiera importado si se trataba de una emoción, de algo material, pero se trataba de una persona. De personalidad animada, sonrisa contagiosa y un humor que era capaz de hacer reír hasta a la persona más seria del mundo, tenía aquella maldad y esa forma de amar tan ciega, amaba sin importarle nada de nada.

Fargan era una maravilla ante los ojos de Willy, Fargan era su punto de inflexión. Que cliché, ¿verdad? Débil por estar enamorado, débil por una persona. Podría escribir un maldito libro en el que un asesino dejaba todos sus crímenes por su amado... o aún mejor, cometían crímenes juntos. Los crímenes más horrorosos que la sociedad pueda ver, crímenes tan bien calculados que nadie se los vería venir. Pero Guillermo no quería eso. Había reprimido ese deseo de hacer a Fargan su cómplice por una simple razón; David no era como él, por más "malvado" que fuera, Willy lo destrozaría al segundo crímen que decidan cometer. Porque Guillermo era muy, muy consciente de que su mente estaba retorcida, de que no tenía remordimiento alguno, ni siquiera una pizca de culpa. Sabía que David no soportaría aquello.

Guillermo podía dormir todas las noches como si fuera un querubín recién nacido, pero sabía muy bien que Fargan no lo soportaría y esa era su única limitación. Todo se reducía a David, a su maravillosa forma de ser, tan opuesto a Guillermo, tan opuesto y aún así lo amaba, se amaban, la diferencia era que Willy jamás sería capaz de amarlo correctamente. Aunque bueno, el amor de David no era demasiado sano y eso perturbaba a Guillermo, le provocaba rabia que alguien lo quisiera tanto que fuera capaz (y a la vez incapaz) de hacer tantas cosas por él.

David fue una de las razones por las cuales la Hermandad vió la luz. Y Rubius...Guillermo no sabe explicar muy bien el por qué elegir a Rubén. Rubius era una persona muy impulsiva, muy sentimental, y su relación con él era muy caótica, siempre estaban en desacuerdo, Fargan era el intermediario para que no se mataran. Sin embargo, luego de que su segunda gran idea y mayor plan cayó cuál una manzana de el árbol, tener a Rubius en la Hermandad se volvió un gran, gran beneficio. Lo tenía controlado como le gustaba, lo tenía entre sus garras pero había algo que lo inquietaba, y ese algo solía ser su punto de inflexión, tenía nombre y apellido.

─Hola Samu, que bueno que viniste ─Willy esbozó una sonrisa que ocultaba sus ojos, mientras tomaba asiento frente a Samuel, en el café donde lo había citado.

Comenzaba su plan.

bUENAS, ¿qué tal estamos?

Wigetta...¿de qué hablaran los niños? 👀

Por fin conocemos un poco más a Willy, mi personaje favorito y sin dudas el más difícil de crear. De verdad no se imaginan lo costoso que fue lograr un villano como Willy, incluso todavía sigo dándole ajustes a su personaje haha...

Espero que estén disfrutando la historia! Leo todos sus comentarios y solo me queda agradecerles una vez más, lxs quiero!!! ( ꈍᴗꈍ)

Cuídense mucho y nos vemos pronto <( ̄︶ ̄)>

abril. <33

pd: escuchen la canción, no se van a arrepentir ;)

[PAUSADA] brotherhood of evil ─ rubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora