capitulo 10

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No sé cómo explicar la manera en la que me sentí anoche cuando estuve con Manuel, a unos cuantos centímetros, en un edificio si mal lo recuerdo de unos 20 pisos, en la noche, sentados los dos en un muro y con los pies colgando hacia la ciudad tan iluminada. Fue una sensación divina, un regocijo inédito, me sentí como una masoquista temiendole a las alturas, pero retandolas

Sin embargo, me sentí mucho mejor, más tranquila. Aunque probablemente el ya haya llevado a más mujeres a ese lugar y es algo de lo cual, no me debería de importar, puesto que lo único que me importa es que por un momento me libere a mi misma.

Me acomodo ligeramente mi cabello y salgo con mi bolso a comer el desayuno. Mi madre últimamente ha estado muy pensativa por algo y por más que me comporte de intensa preguntando que es lo que le sucede, siempre termina regañandome o como respuesta recibo su silencio

Me termino rápidamente el desayuno, ya que me ha cogido la tarde para irme a la u, así que me cepillo y por último me miro al espejo. Llevo una falda de jean tiro alto, con algunos parches desflecados, color azul muy claro. La compre hace poco y me gusto; La acompaña una blusa amarilla corta, con una manga de tira gruesa en un brazo, y el otro destapado, llevo mi cabello suelto y un poco desordenado, no me veo tan mal como creí; todo este atuendo lo acompaña unos converse blancos y no alcance a hecharme algo de maquillaje, de hecho casi nunca lo hago y más si trabajo en un lugar de comidas

Le doy un beso en la frente a mi mamá y salgo apresurada. Llego y el bus ha pasado. Bufo y doy un zapatazo

Ahora llegaré tarde

La bocina de un auto suena al frente de mi y por suerte, es un chico de la u. Se ofrece a llevarme y acepto sin pensarlo, no quiero llegar tarde a clases

—¿Como va todo?—sinceramente esta es la primera vez en tanto tiempo que socializo con alguien diferente a mis habituales amistades, nunca hemos tratado

—puedo decir que bien. ¿Y tú?—medio sonríe

—tambien—y comienza un silencio que me provoca querer bajar de su auto ahora mismo

—te vez bien hoy—me mira un poco y le sonrío de manera agradecida, no suelo escuchar halagos a menudo. De hecho casi nunca

—lo mismo digo—detallo bien sus facciones, su piel es trigueña y un poco llena de diminutas manchas cafés, el es alto y delgado. Su rostro tiene rasgos muy finos y bien delineados, como si se los hubiera fabricado un escultor. Tiene la nariz recta, unos labios algo delgados y sus ojos son enormes con un marrón un poco claro. Tiene el cabello castaño, rizado muy hermoso y un poco largo e incluso unos cuantos rizos cuelgan en su frente, hasta me dan ganas de agarrar uno de sus rizos y meter mi dedo en su forma tubular, pero me abstengo. Tiene las cejas algo delgadas y perfectamente delineadas, su rostro tiene unas cuantas pecas del mismo color que las de sus manos, es un hombre muy apuesto, pero que no es el hombre que todas las mujeres desean y se vuelven perras en calor, sin embargo me sigue pareciendo apuesto y muy adorable (no tanto como Manuel)

Intento sacudir ese pensamiento de mi cabeza. A veces odio que Manuel aparezca en mi mente cuando estoy mirando a un hombre que me parezca lindo

—y...—vacila—¿Tienes novio?—pregunta apenado

—la verdad no—me mira extrañado y yo le devuelvo la mirada, pero sin entender

—que mal, sabiendo que eres bonita—me rio levemente

—la verdad es que no dispongo de mucho tiempo para sostener una relación, puesto que estudio por el día, trabajo por la tarde hasta altas horas de la noche. En mis tiempos libres hago las tareas...

—es entendible, mantienes ocupada—se encoge de hombros

—asi es. ¿Y tú tienes novia?—me mira

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