Capitulo 27

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Abrí mis ojos de repente, me había quedado dormida apoyada en la camilla. Lo primero que hice fue mirarle. Estaba durmiendo. Su madre también. Me incorporé cuidadosamente tratando de no despertarle ya que estaba a su lado, pero intento fallido.
Sus ojos se abrieron lentamente y de quedaron fijos en mí. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro bajo la mascarilla.
-hola. - Su voz se oía bastante baja. Me seguía mirando y sacó sus brazos fuera de la manta que le tapaba.
-hola. -Sonreí. Por fin despertó. -Que tal estas...-Pregunté en voz baja para no despertar a su madre.
-Bien, creo.-se apartó la mascarilla de la cara y la hechó a un lado.
-No deberías quitartela.-Dije cojiendole de la mano. Estaba fría.
-Ya lo.-Dice sonriendo. Su sonrisa sigue siendo perfecta.
-Pronto te traerán el desayuno, reza para que no esté tan mal, suelen ser horribles.
-No Anna! No lo permitas! Traeme algo de la cafetería! Te lo ruego!. - su sonrisa sigue presente al igual que su sentido del humor. Me asombra las condiciones en las que está y aun así sigue sonriendo pese a todo. Me alegra.
-Está bien, ya vengo, quedate aquí.
-¿A donde quieres que vaya?-Me mira frunciendo el ceño.
Salí de la habitación y bajé por las escaleras hasta llegar a la cafetería. Cojí algunos pastelitos y pedí unos vasos con zumo de naranja. Según iba andando, miraba a mi alrededor. Estaba lleno de personas con cara de llevar allí mucho tiempo. Todos familiares de alguna persona enferma...

Cuando entré a la habitación su madre ya habia despertado y estaba recogiendo sus cosas metiendolo todo en un bolso. Dejé la bandeja en la mesilla que estaba junto a la camilla y ayudé un poco a incorporar a Iván.

-Bueno Anna, gracias, tengo que irme, vendré mañana ya que llegaré bastante tarde a casa del trabajo. Muchas gracias.

-No te preocupes. -Dije sonriendole mientras le alcanzaba a Iván uno de los pastelitos. Su madre salió apresurada y cerró la puerta tras ella. Puse algo de música con mi móvil y desayunamos charlando. Realmente no parecía que estuviera tan mal como los médicos indicaban, almenos no lo aparenta. Cuando terminamos de desayunar recibimos una charla de una enfermera que venía a traerle el desayuno, y nos advirtió de que no cojieramos nada más de la cafeteria y bla bla bla. No sé como pudo aguantar la risa, porque justo en medio de la charla estallé una de mis carcajadas de foca retrasada.

Una vez por fín se fué aquella mujer tan pesada no vino nadie más en un par de horas. La pasamos charlando y riendo tan normal, que ni parecía que estuvieramos en el hospital. Solo éramos nosotros dos. Nadie más. Aunque la tarde fué un poco aburrida, entre los dos nos encargamos de entretenernos, no me gustaría que aparte de estar en un hospital estubiera aburrido, yo le veía bien.

Nos interrumpió un médico que entró en la habitación. Era un hombre bastante alto, tenía un bigote bastante peculiar, parecía que llevaba medio bote de gomina para el pelo en el bigote.

-Buenas tardes. El paciente Iván tendrá que acompañarme para hacerle unas pruebas.- Era inevitable sonreír al ver a aquel hombre hablando serio con ese bigote de dibujos animados.

-Emm..sí ya voy..-Dijo Iván levantandose de la camilla despacio.

-Coje esa silla de ruedas para su comodidad.-Tras decir eso se da media vuelta y sale de la habitación.

-No me quiero subir ahi, Anna.-Dice abrazandóme y sonriendome. -Eh, puede ser divertido...-Alcé una ceja y le miré divertida, llevé la silla hasta donde está el y se sentó. Le llevé empujando la silla en busca del médico que iba bastante lejos por delante de nosotros, asi que...

-¿Preparado? -Le dije alzando un poco la voz.

-Me da a mí que no...-¡Agarrate que nos vamos!-le interrumpí y solte una pequeña risa divertida y a la vez maligna. Empecé a correr y haciendo que la silla cogiera velocidad y fuimos corriendo con la silla de ruedas por todo el hospital detrás de el médico. Iván solo reía. Se lo estaba pasando bien, con este juego de niños. Aveces, te puedes divertir también en un hospital, y está comprobado.

Cuando llegamos a la sala intenté no frenar bruscamente, y dejé la silla parada con Iván encima. El médico le ordenó que bajara y así lo hizo. Entraron los dos por una puerta y tuve que quedarme fuera esperándole. Me apoyé en la pared y revisé mi teléfono. Tenía un mensaje de mi padre preguntandome que como estaba. Miré todas las notificaciones de las redes sociales tras contestarle. Guardé el móvil y me quedé esperando bastante tiempo, se me hizo eterno.

Cuando porfin salieron de aquella sala Iván no es que tuviera la misma cara que cuando entró por la puerta. Venía andando detrás del médico con la mirada hacia el suelo.

-¿Qué pasa doctor?- Pregunté preocupada al ver a Iván así.

-Verás, le hemos hecho algunas pruebas y le hemos encontrado un problema en los pulmones, va a tener que quedar ingresado una semana más, y cuando ésta acabe le haremos otra prueva para ver como ha ido, y en caso de que esté mejor le mandaremos un tratamiento y podrá volver a casa, pero si sigue igual tendrá que ser operado. -Dicho esto dió media vuelta y volvió a entrar a aquella sala. Avancé hacia Iván y le dí un abrazo. -No te preocupes, verás como todo va a ir bien.-Le dije al oído. Volvimos a paso normal a la habitación de nuevo. Iván se sentó con las piernas cruzadas al estilo indio sobre la camilla, y se tomó las pastillas que le acababa de traer la misma enfermera de esta mañana.

-Gracias Anna.-Dijo Iván volviendo su mirada hacia mí.

-¿Gracias por qué?-Le pregunté sentandome en el borde de la camilla.

-Por estar aquí conmigo y no hacer que esto sea una mierda.

-Siempre voy a estar contigo.- Trás decir esto me acerqué a él y le dí un beso. Al cabo de unos instantes él separó sus labios de los mios.

-Te quiero.-Dijo con una mirada triste, que me miraba a los ojos. En ese momento fuí consciente de que era una de las personas que más me importaban, y en este momento, la que más.

La chica raraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora