Desperté al oír a Iván hablandome.
-Hey, despierta, es tarde. -Dijo su voz. Abrí los ojos y estaba mirándome riendo un poco. -¿De qué te ríes? - Dije medio adormilada aún, incorporandome un poco de la camilla. Si, estábamos los dos en una sola camilla. Apretados digamos.
Sólo un poquito.
-¿Sabes que día es hoy? -Dijo con una sonrisa hacia el lado, mostrando solo uno de sus hoyuelos.
-¿Domingo? -Dije confusa. Me senté a su lado dejando caer mi cabeza en su hombro.
-Lunes. -Afirmó. -Deberías estar en el instituto, pero puedes fingir un dolor de cabeza o algo así. -Dijo sonriendo.
Abrí los ojos como platos.
Sí, dos platos enormes. ¡No me había dado cuenta!
-Bueno, supongo que por un día no pasará nada. -Dije levantando mi cabeza para mirarle. Su sonrisa seguía en su rostro y sus ojos se posaron en mi boca. Seguido juntó nuestros labios.
-Ejem, siento interrumpir...-Dijo una tercera voz. Nos separamos un poco y nos giramos a ver quien era. Era el mismo médico del otro día. -El paciente tiene que acompañarme, le haremos una última prueba a petición de un familiar para ver cuando le podemos dar de alta, por favor, acompañenme. -Y dicho esto giró sobre sus talones y salió rápidamente de la habitación.
Fuimos andando tras aquél hombre e Iván me tomó de la mano.
La foto que me mostró Bryan volvió a aparecer en mi cabeza.
Tenia que aclarar eso... tal vez fuera obra de Bryan, o tal vez no. Tal vez la foto de Iván besando a otra chica fuera verdad.
Y ahora parezco idiota.
Desconfiando de él.
Me odio.
-Espere aquí. -La voz del médico interrumpió mis pensamientos. Entraron los dos en aquella sala tan rara de el otro día y mientras esperaba saqué mi móvil para revisar los mensajes.
Me había escrito Nicco, mi padre y Alexia.
Nicco me decía que tenía que hablar conmigo urgente.
Alexia me preguntó como se encontraba Iván.
Mi padre solo quería preguntar si estaba bien, si mi perro seguía vivo y si había quemado algo.
Ya hace un mes más o menos desde que se fué. La verdad es que lo hecho de menos, pero a la vez estoy tranquila así.
Iván salió de la sala tras el médico con los brazos llenos de cajas de medicamento que apenas podía cojer tantas a la vez y las iba perdiendo por el camino.
Le ayudé cojiendo algunas y pregunté enseguida que qué había pasado.
-Anna. Tengo que decirte... que me volví gay. -Dijo Iván agachado la cabeza. Me quedé mirándole y no pude aguantar hasta que estallé a carcajadas.
-JAJAJAJAJAJAJAJAJA ¿Tú? ¿enserio? -Reí. Ni aunque estuviera loca me creería eso de él. Caminé hacia donde estaban él y el medico, que no había dicho nada aún y permanecía serio. -Eh... Bueno, ¿Qué tal ha ido? -Pregunté.
-Bueno, está bastante mejor, así que como les dije, le mandaremos medicamento y podrá volver a casa, tenéis hasta mañana por la tarde para marcharos.-Dijo feliz. No creo que esté feliz por que Iván esté mejor, sino porque nos vamos a ir.
Creo que nos odia.
Le dí un abrazo a Iván, lo que hizo que todas las cajitas de pastillas se cayeran al suelo. Lluvia de medicamento.
Salimos de la sala directos a la habitación para arreglarla un poco, si llega a entrar la enfermera nos pega por el desorden. Recogimos lo que pudimos y lo que no, pues se quedó allí.
Llegamos a nuestra calle y tras despedirme de Iván con un beso, entré en casa. Mi móvil aún tenia el mensaje que me había mandado antes Nicco que me pedía hablar urgentemente, así que no dudé en llamar para ver si había pasado algo.
Teléfono.- ¿Hola?
-Hola, soy Anna.
- Anna, quería hablar contigo.
- Para eso llamo, ¿Ha pasado algo?
- Quería decirte que no te extrañes si aparezco llamando a tu puerta de la nada, o si te estoy esperando en la salida del instituto, porque voy para allá, y voy a por tí.
