Capítulo 3: La manada Wolfstrom✔️

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La manada llamada Wolfstrom como dijo Kirishima es grande, más grande que en la aldea donde vivía. Las calles están repleta de vendedores y personas que transitan de un lado al otro.

Parece pacífico, sobre todo por el sonido de las conversaciones y bullicio de los niños correteando y riendo.

Ochaco se tranquilizó. Nadie le dió una mirada mientras pasaban y eso fue bueno.

—Hey, ¿quien está hermosura?—un rubio alto se planta delante del pelirrojo, dándole una mirada lujuriosa a la castaña, luego la ve de arriba a abajo—. Parece como si te hubiese pasado caballos por encima.

Luego se ríe estruendosamente de su propia broma. Ochaco y kirishima intercambian miradas.

—Déjalo, Kaminari, si Bakugo se entera que molestaste estarás doblemente muerto porque le conté los rumores que has estado regando por el clan—el pelirrojo le advierte con calma.

—Aww, hombre, creí que éramos amigos—lloriquea el muchacho agarrándose a su pierna.

—Somos amigos—admite el beta—. Pero a veces mereces que Bakugo te de una tunda, ahora dame espacio que llevaré a la hembra a descansar.

Apartando al rubio gimoteando falsamente en el suelo pasa de largo con una confundida Ochaco siguiéndole.

Eso fue extraño.

Pero no puede pensar en eso tanto puesto que ve una extraña y antigua mansión frente a ella. Parece un castillo al estilo dracula.

Con la boca abierta le da una mirada de interrogación a su guía.

—Aquí es donde vive el Alfa de la manada junto con sus padres, aunque tengo entendido que cuando su hijo encuentre a su luna ellos se irán a una casa aparte—explica sabiamente.

¿Luna?

Vacilante por aquello lo ignora y sigue al joven dentro del exuberante sitio, viendo y admirando cada pasillo a medida que caminan.

Hay pinturas por cada esquina, muchas habitaciones y poca gente. Que extraño.

Viviendo en una casa así debe sentirse solitario.

—Entonces esta es tu habitación por ahora—se detienen en una puerta—. Te bañarás y vendrá una curandera a revisarte, cenarás y descansarás. Luego hablaremos más.

Ella no tiene tiempo de protestar porque el pelirrojo se aleja rápidamente y lo ve doblar la esquina del pasillo, desapareciendo de su vista.

Boquiabierta y sin saber que hacer se dispone a entrar a la habitación.

Bakugo corre en su forma lobo sin control, olfateando su terreno con obvia frustración, debe saber quienes fueron los desgraciados que lastimaron a la hembra cara redonda

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Bakugo corre en su forma lobo sin control, olfateando su terreno con obvia frustración, debe saber quienes fueron los desgraciados que lastimaron a la hembra cara redonda.

Y es inaudito que otro manada pise su territorio.

No lo permitirá.

Dejaste a nuestra hembra sola—lloriquea su lobo interior—. Ella tenía miedo, debemos alimentarla, protegerla y darle placer.

Él ignora a rys, cada vez parece cada vez más molesto. Le recuerda que aquella pequeña y temblorosa humana es su compañera, su mate y su luna.

Maldita sea.

Le molesta que haya sentido miedo de él, la han lastimado, mancillado y no va a descansar hasta matar a esos bastardos, no por la hembra si no por pisar su territorio.

Eso quiere creer.

Pero aquella esencia a verbena y chocolate es algo insoportable, molesto, delicioso. Quisiera poder ignorarlo.

Es como si algo lo instara a adueñarse de absolutamente todo lo que tenga que ver con la castaña.

Volviendo a su forma humana camina rumbo a su manada, no tarda en llegar por su velocidad. Odia estar rodeado de extras así que toma un atajo rumbo a su guarida como prefiere llamarle.

A medida que se acerca puede percibir ese ligero y maldito aroma enloquecedor en el aire. Su estómago se tensa en respuesta y la voz de rys toma una respuesta ansiosa a través de su cabeza.

Ah...si, deliciosa, entre sus piernas, más, dentro.

Palabras inteligibles cada vez que se excita por el olor de la hembra. Eso no ayuda demasiado a su frenable control.

Ignora a la bestia nuevamente. Hay algo irónico en eso pues rys es una parte de él mismo, que no quiera aceptar su verdadera naturaleza es otra cosa y sobre todo su interés por la humana.

Su olfato llega da con una habitación frente a él. Sin darse cuenta siguió el rastro, no puede creer lo incoherente que ha sido.

Pasó dos días rastreando a los desconocidos por el bosque, quiso evitar a la hembra pero ahora que tuvo que regresar debe ver qué hacer con ella.

Es obvio que fue herida y también evidente que tiene miedo de él. Sus padres no tardarán en notar que es su compañera, quizá ya lo han hecho.

Pero, ¿él realmente quiere eso?

Su objetivo sigue siendo ser el Alfa más poderoso de todas las manadas, eso no ha cambiado y difícilmente cambiará por una patética humana.

Es absurdo.

No quiere estar relacionado con ella, incluso si lo profundo de su interior la ansia con terquedad y ansiedad.

La puerta se abre antes de que pueda hilar pensamientos coherentes.

Ella es más hermosa de lo que él haya recordado. Ahora sin la suciedad y los golpes parece alguien distinta.

Su rostro está radiante.

—Oh...—ella vacilante lo mira y da un paso atrás—. Regresó, ¿necesitas algo?

Estático e irritado como es normal la analiza intensamente, lamiendo su labio inferior cuando aquel decadente aroma invade sus fosas nasales, sus sentidos.

Rys en su interior gime de ansiedad, ardiendo por tenerla en más de un sentido.

—Hembra—contesta con voz ronca—. Hablemos.

La castaña parece ligeramente confundida pero asiente y cierra la puerta detrás de ella, ahora ambos se encuentran frente a frente en medio del pasillo. 

—Estoy agradecida porque me salvó—musita suavemente. Aquellos ojos cafés lo miran con calidez que lo descoloca—. Lamento haber sido mala agradecida, estuve asustada y cuando Kirishima me contó que no regresarías me sentí culpable.

El alfa intenta no parecer sorprendido y responder algo grotesco. Lo menos que quiere es volver a oler su miedo.

—¿Que malditos te hicieron daño?—gruñe en su lugar. La violencia lo aborda con tan solo pensar en su mate siendo lastimada aunque sea de una insignificante forma.

Para muchos puede parecer raro querer proteger a alguien que apenas conoces pero los hombres lobos con su compañera, mate, su luna. No importa cómo, desde que la reconoce como suya es lo más importante.

Solo que Katsuki Bakugo aún no lo sabe.

La mate del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora