Capítulo 24: Cruel realidad✔️

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La castaña se quedó completamente quieta en aquella habitación. Después de la abrupta partida del rubio cenizo el pelirrojo llamado Kirishima la trajo a una aldea.

La aldea Wolfstrom.

Según las palabras de Kirishima es una manada repleta de los ahora existentes hombres lobos, ¿como puede ser posible? Ella no se arriesga a cuestionarlo porque después de todo no recuerda su nombre o quien es, de donde viene. Lo que si sabe es que en estos momentos hay un banquete o un tipo de fiesta con muchos hombres lobos reunidos.

Sin embargo su mente está completamente en blanco y para su mayor preocupación Kirishima aseguró que ella es una mujer lobo, ahora una parte fundamental de la manada.

¿Por qué y cómo? Son preguntas de las cuales no obtendrá respuesta.

Por alguna extraña razón la habitación en la que se encuentra lleva un tenue olor del rubio mezclado con el suyo, de hecho muchas de las cosas qué hay dentro del lugar huelen a ella.

Y esta sensación de dolor, de desolación, de que algo falta la tiene con dolor de cabeza.

La puerta se abre de golpe y una mujer rubia con ojos carmines se abren al verla.

—¡Ochaco!—Solo puede sentir cómo los brazos maternales la rodean con poca renuencia a aflojar su agarre—. No puedo creer que estés aquí, cariño.

—¿Yo...me llamo Ochaco?—Perpleja parpadea apartándose y notan como la mujer hermosa con características similares al rubio en el bosque se estrechan reemplazada por una expresión de dolor junto con tristeza.

—¿No me recuerdas? No creí del todo cuando Kirishima me contó—Frunce los labios soltando un suspiro parecido a melancolía—. Bueno, que se puede hacer, lo importante es que estás aquí y viva.

Recupera su feliz sonrisa y le da un apretón en las manos. La morena vacila pero termina asintiendo el contacto, es como si la mujer le brindara una cálida sensación en el pecho.

—¿Usted me conoce?

—Oh, si. Te llamas Ochaco Uraraka y eres la pareja de mi hijo Katsuki Bakugo, te contaré una historia de como ustedes dos llegan a enamorarse...


 Te llamas Ochaco Uraraka y eres la pareja de mi hijo Katsuki Bakugo, te contaré una historia de como ustedes dos llegan a enamorarse

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Bakugo intentó no golpear árboles a diestra y siniestra. Aún adentrado en el frondoso bosque su mente se sumerge en aquellos instantes donde la volvió a ver, donde la parte faltante de su alma volvió a su sitio.

Tan preciosa y tan pequeña. Quisiera poder resguardarla en una puta bola de cristal donde fuera intocable incluso para él mismo.

No la acepto.

Y ahora el problema. Desde la aparición de Ochaco rys se niega a aceptar que se trata de más ni menos su compañera, algo cambió, eso es seguro pero puede afirmar que se trata de ella.

Sin memoria. Sin recordarlo, sin recordar todo lo que pasaron.

Apretó los labios con irritación y dolor engulléndolo.

Es ella y no puedes cambiarlo.

—¡Ella no nos recuerda!—gritó su bestia interior con ansiedad—. Nuestra cara de ángel nunca nos olvidaría.

—Volvió de la muerte, está jodidamente viva y es más de lo que pueda pedir.

Aunque el precio sea alto.

Decidiendo a volver a la manada caminó rumbo hacia a ella, siguiendo el dulce rastro de su olor. Del aroma que tanto extrañó.
Recuerda el banquete y hace una mueca escuchando el bullicio en el centro del salón.

Ellos pueden joderse.

Su prioridad es su mate.

Toca la puerta de la habitación, de la habitación que compartieron antes que todo se jodiera.

Ella abre la puerta pareciendo sorprendida por verlo. Ahora bañada y menos en shock puede vislumbrar su clásico brillo en las pupilas chocolates.

—B-Bakugo—Tartamudea sin perder su estupor—. ¿N-Necesitas algo?

—Apártate—gruñe sin delicadeza y entra en el lugar sin detenerse a admirarlo. No ha dormido en él desde que ella murió, no pudo soportarlo, ¿por qué mierda Kirishima la trajo aquí?

No parece que el cuarto la ayudara a recuperar los putos recuerdos.

Ochaco a su vez intentó no ponerse nerviosa, dado la historia que ahora sabe que tuvo con Bakugo no puede ser grosera. No recuerda nada sobre él pero ya entiende cómo es que su cuerpo reacciona de alguna forma, inconsciente. Mitzuki contó cada cosa que necesitaba saber no obstante, eso no logra llenar el vacío.

Ochaco necesita recuperar sus recuerdos. Eso es seguro.

—¿Somos mates, verdad?—Interrogó de forma cautelosa y observó cómo los masculinos hombros del rubio se tensaron. Este se giró con brusquedad y la esperanza brilló en los rubís de sus ojos—. No lo recuerdo pero tú madre me contó algunas cosas.

—Mierda—Claramente intentó no mostrar su decepción pero al finar mostró sus afilados caninos, ladeando la cabeza—. ¿Por qué mierda te importa? De todas formas no lo recordarás, no tiene ningún puto sentido.

—Porque quiero recordar—Contestó ella con suavidad—. Quiero recordarte aunque no signifiques nada.

—Escúchame, cara redonda, eres mi hembra y siempre será así pero no te confundas, si no me recuerdas me matará como el jodido infierno pero eventualmente lo superaré—Murmuró entre dientes. Poniendo un gran esfuerzo al pronunciar esas palabras.

Crearían nuevos recuerdos. Él se aseguraría de hacerlo, pero no sería igual y el conocimiento le secó la garganta.

—Estás mirándome a los ojos diciéndome todo esto pero puedo escucharte, puedo escuchar los latidos de tu corazón, estás mintiéndome y estás dolido—Argumenta la muchacha sin piedad—. Yo no te amo porque no puedo recordar, eres un extraño para mi.

Bakugo contuvo un gemido lastimero que pugnó salir por sus labios. Mordió su boca carnosa y estrechó los ojos, dejó que rys tomara el control para no quebrarse frente a esa extraña mujer.
Una extraña mujer con el aspecto de su cara de ángel.

—¡Tú no eres ella!—Arremetió contra ella, estrellándola con la pared—. ¿Quien mierda eres? Jodidamente voy a matarte si no empiezas a hablar. Mi hembra jamás lastimaría a alguien incluso si fuera una persona que no conoce.

La fémina no se estremeció ni tembló. Simplemente lo miró con expresión vacía y únicamente tétrica, tan fría y calculada que confirmaron las sospechas de rys.

—No pensé que esto pasaría—Se limitó a contestar de forma burlona.

Y frente a sus ojos se desarrolló un escenario nauseabundo.
La forma castaña de su mate tomó lugar a una rubia con ojos siniestros.

—Soy una cambiaformas, Himiko Toga a tu servicio.

La mate del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora