4. De camino a Hogwarts

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Harry

- Se los digo en serio, ese orfanato era peor que la madriguera ¡ni siquiera tenía techo!- Un sentimiento de culpabilidad empezaba a expandirse en el corazón del niño-que-vivió-para-vencer, pero no por el hecho de que acababa de insultar la vivienda de los Weasley...

- Creo que exageras Harry.- Dijo Ron, zampándose una rana de chocolate mientras esperaban a que Arthur y Molly Weasley, salieran de la casa y se los llevaran a la estación de una vez.

- Creo que tendremos que aparecernos...- Comenta Ginny tras realizar un tempus, ignorando por completo, el hecho que su novio se haya pasado los últimos veinte minutos hablando sobre el orfanato de Malfoy.

- Tienes razón, - dice Hermione, con el ceño fruncido, pues le frustraba la idea de llegar tarde a la estación- los señores Weasley no parecen ir a salir dentro de un buen rato y si no nos vamos pronto, el expreso de Hogwarts nos dejará, no podremos llegar al castillo, no vamos a poder terminar los estudios, nunca encontraremos trabajo y...- 

- Muy bien queridos, es hora de irnos!- Exclama alegremente la señora Weasley, cortando a una, ahora más calmada, Hermione, y entrando con una enorme sonrisa a la sala de la madriguera, donde los jóvenes Gryffindors estaban sentados.- Arthur ha tenido un pequeño percance con un aparato muggle, por lo que no podrá venir.- Comenta apenada, para luego sonreírles afectuosamente.- ¡Pero yo los acompañaré!


Se aparecieron en la estación de King's Cross, para luego atravesar el muro que los llevaría al andén 9 3/4, procurando que ningún muggle los vea, (tarea difícil, considerando la llamativa cabellera de los Weasley).

Al pisar el andén 9 3/4, una multitud de magos y brujas los recibió con aplausos y vítores. 

Se notaba que las brujas y magos les estaban muy agradecidos por haberlos salvado hace unos meses.


Draco

Los aurores habían llegado a la hora acordada, y sin siquiera importarles las miradas de los chicos muggles, arrastraron fuera del orfanato a Draco, quien había estado cerrando el baúl de Theodore, (pues le había tenido que ayudar a empacar), y como si del baúl del niño se tratase, lo tiraron dentro de uno de los dos autos del ministerio que se habían aparcado en la puerta del orfanato.

Los chicos que estaban en el edificio, se habían asomado curiosos, por los huecos que simulaban ventanas del desgastado orfanato. Muchos miraron extrañados a los Aurores, que habían tratado como a un saco de papas a Malfoy. Otros lo hacían por la extraña vestimenta que traían puesto. Y un par habían bajado a defender a Draco, ganándose una paliza de parte de la directora, que al ver sus intenciones evitó que diesen un paso fuera. 

Por otro lado, aunque le dolió, Draco no  pudo replicar al notar que se llevaban a Theodore al otro auto, separándolos. Tampoco era como si al hacerlo, los Aurores harían algo más que ignorarlo. 

Lo único que calmaba a Draco, era la certeza de que su joven amigo iba a estar todo lo seguro que uno podía estar con la compañía de los Aurores. Y esto, considerando que Theodore era amigo de un ex-mortífago y de que se estaba dirigiendo al lugar donde se llevó a cabo una de las batallas más peligrosas de la historia Mágica. 

Hogwarts. 


Cuando el auto empezó a andar, los Aurores no tardaron en chismorrear entre sí. 

- Ni siquiera estaba preparado. Lo he encontrado haciendo recién su baúl-Bufa el Auror que estaba conduciendo.

- Es un patán, de seguro no había tenido que hacer nada hasta ahora.- Comenta la aurora que estaba de copiloto.

Draco solo los oía, pues aunque les dijera que su madre le había enseñado todo, desde tender la cama, hasta cocinar, los Aurores solo lo mandarían a callar, y ni siquiera le creerían.

- Oí que casi mata a Dumbledore, pero que el profesor de pociones ese, lo mató antes...

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- MORTÍFAGO.

- FUERA.

- ASESINO.

- ¡¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?!

- HAY NIÑOS PRESENTES.

- LLÉVENSELO A AZKABAN.

Fueron los comentarios que Draco recibió al llegar al andén 9 3/4.

Los Aurores no se habían despegado de su lado, y cuando el chico hacía ademán de mover algo que no fuesen sus pies, aprovechaban para abofetearlo, lo que causó que no pudiese ni preguntar por Theodore.

Agradeció mentalmente que, al entrar al ferrocarril, se hubiesen marchado, dejándolo en paz.

Al entrar Draco a este, los pocos chicos que estaban metidos en el transporte, huyeron hacia los compartimientos más apartados.

El platinado no dijo nada, y buscó a Theodore.

Empezaba a preocuparse, cuando se lo encontró en la mitad del pasillo, observando embobado todo a su alrededor.

- Aquí estás.- Dijo Draco, suspirando aliviado.

- ¡¡¡Draco!!!- El niñito le sonrío y fue a abrazarlo.

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Draco y Theodore ya se habían cambiado y puesto sus túnicas, por lo que en esos momento, ambos jóvenes estaban comentando el libro de Suzanne Collins, (Los juegos del hambre), en su compartimiento.  

Como solo eran ellos dos, el ex-mortífago se permitió reír, y hablar con soltura.

Faltaba ya solo media hora para llegar a Hogwarts, y Theodore se había quedado dormido sobre el regazo de Draco, mientras que el mayor, por estar viendo al atardecer, no se dio cuenta de cómo la puerta se abría.

- Hola.- El Slytherin no pudo evitar dar un brinco sobresaltado, por suerte, su pequeño amigo tenía el sueño pesado, por lo que se limitó a balbucear algo sin sentido y continuó durmiendo.

- Qué hacen aquí?- Preguntó viendo a los dos Gryffindors que se habían metido sin su permiso a su compartimiento.

- ¿Estás bien?- La pregunta lo tomó por sorpresa.

- ¡Harry!- El ojiverde recibió un codazo de parte de Hermione.

- ¡¿Qué?!- El niño que vivió se frotó su adolorido estómago. - ¡Vas a hacer que vomite!- Hermione y Draco, bufaron. ¡¡¡Exagerado!!!

Los tres jóvenes se miraron, logrando que Harry y Hermione rieran, y que Draco sonriera.

- Bueno, ahora en serio...¿Cómo te encuentras?- Draco observó a Harry con una ceja alzada. ¿De verdad creía que el príncipe de las serpientes le diría algo?

- Bien.- Respondió seco.

- Ok... si no te importa, nos quedaremos aquí por el resto del viaje.- Sentenció Hermione, sentándose el compartimiento, y jalando a Harry con ella.

- ...

Así fue como Draco observó por la ventana durante veinticinco minutos, intentando ignorar la conversación del par de Gryffindors, quienes no paraban de hablar.

¿Por qué rayos, los salvadores del mundo mágico se habrían sentado en el compartimiento de Draco?

El rubio no tenía idea.

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Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora