9. Crucius

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Draco

Draco salió disparado de su clase de Alquimia. 

Había estado muy emocionado por volver a aquella clase, pues había logrado prender el foco, y había llenado cinco pergaminos del deber.

Sin embargo, encontrarse con esos tres leones, había causado que su entusiasmo se extinguiese de un golpe.

¿Qué no tenían suficiente con el ridículo que hizo el sábado durante Autocontrol?

...Flashback...

-Muy bien chicos, para la primera tarea de clase, vamos a hablar de los errores más atroces que hemos cometido, errores tales como haber querido matar a alguien, hasta el haber matado a alguien. Soy todo oídos, y no pienso dar ninguna información al respecto a nadie que no esté escuchando esta clase. ¿Algún voluntario? - Daphne Greengrass alzó su mano. No estaba sorprendido, conociéndola, querría hacer papilla al tonto maestro con sus mejores insultos. Insultos, probablemente afinados desde la detención de su hermana en el Ministerio. Como era de esperarse, Dawlish se enfocó en Draco.- Malfoy, ¿te importaría empezar?

- Señor, creo que a Daphne le gustaría hablar.- Resaltó lo obvio, el rubio. No tenía ganas de destrozar un profesor ese día, y estaba seguro de que Green grass lo haría bastante bien por él.

- Si no contesta, bajaré cien puntos a su casa.- Pansy se tensó a su lado, por lo que Draco se apresuró a hablar. No quería que la lengua viperina de su amiga causara más daño.

Apenas era la primera semana de clases. No quería tener que lidiar con aquello tan temprano. Especialmente considerando que Blaise ya no estaba ahí. 

- Bueno... soy Draco Malfoy, un sangre Pura.- Decidió decir el Platinado.

- Eso no es un recuerdo, diez puntos menos a su casa.- Draco hizo una mueca, mientras que todos los Slytherin fulminaban con la mirada al profesor. 

Al menos su casa lo apoyaba.

- Vivía en la mansión Malfoy, tenía un búho, y una familia amorosa. ¿Qué quiere que le diga? Nunca he matado, y nunca he querido matar, pero le avisaré cuando el deseo homicida, típica de los jóvenes mortífagos de hoy en día, decida tocar la puerta.

- ¡Qué insolente!- La orejas de Dawlish se tiñeron de un ligero rosa que causó que una risilla se expandiese entre las serpientes. (El trío dorado parecía estar demasiado sorprendidos por las palabras del rubio, como para notar aquel detalle).- ¡Veinte puntos menos!- Gritó, apretando con una fuerza que dejaba a sus nudillos blancos, su varita. - Muy bien, si no quiere decirnos uno de sus recuerdos, ¡muéstrelo!.- Draco sintió cómo alguien intentaba entrar en su mente. Mucha pena por el intruso, pues él había sido entrenado por los mejores oclumantistas del Mundo.

- Tráigame un frasco, porque no pienso dejarlo vagar en mi mente.- Bufó exasperado. 

El profesor sacó un tubo de ensayo, (claramente sorprendido por el hecho de que el Príncipe haya aceptado tan fácilmente compartir sus recuerdos). 

Al tener el tubo en sus manos, Draco pidió con la mirada, la varita de su amiga. 

Hizo un movimiento con ella, y uno de sus recuerdos se trasladó al tubo. Solo esperaba, que el hecho de haber utilizado una varita, que no le reconocía como dueño, no afectara en nada lo que hizo.

El profesor sacó un pensadero gigante, y vertió el contenido de el tubo en él.

- Muy bien, solo cuatro personas vamos a poder ver tus recuerdos... Potter, Weasley y Granger, vengan aquí.- Draco no estaba sorprendido, el profesor escogió a los héroes, para ver sus recuerdos. Les creerán si dicen incluso que vieron a Draco asesinando bebés, por pura diversión.

Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora