7. Tomates

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Draco

El platinado no estaba muy seguro de la idea de su profesora de Música Muggle, pues no creía que su talento fuese a tal punto, como para tener que molestar a la directora por una nimiedad.  

Ni siquiera quería pertenecer al coro del sapo, o a la banda. Pero claro que cuando se lo dijo a su profesora, ella se limitó a hacer como si no lo hubiese escuchado, y siguió alabando su talento, tanto instrumental, como vocal, terminando la clase, y jalándolo, directo a la oficina de McGonagall.

- Adriane, a qué se debe su visita?- Preguntó la profesora McGonagall a la bruja que acababa de llegar, jalando consigo a un Draco, algo colorado. 

La animaga no pudo evitar pensar que el Slytherin se había metido en algún problema.

- Profesora, he venido a pedirle que deje que Draco se una en el Coro del Sapo, y en la banda del colegio.- La directora alzó sus cejas, entre aliviada por el hecho de que el joven mago no haya hecho nada, y sorprendida por la petición de la bruja.

- Adriane, me temo, que ya no hay...

- Sí profesora, por eso he venido a pedírselo a usted, y no a Flitwick...- La directora estuvo por cortar a la bruja, pero esta siguió hablando.- Por favor, es muy bueno, escúchelo y entenderá.

- Está bien, pero no le prometo nada.- Suspiró cansada la profesora. Mientras tanto, Draco se puso pálido. Realmente no había esperado que McGonagall aceptase escucharlo...

- Toma Draco.- La profesora Brown le pasó un violín sacado de la nada, para luego hacer aparecer un arpa y un piano.

-  ¿Qué es eso?- Preguntó McGonagall, viendo los instrumentos, pues estos se parecían mucho a los que los magos utilizaban, pero tenían algo peculiar en ellos; la ausencia de energía mágica.

- Bueno, esto es un violín- dijo Draco mostrándole el instrumento.- Eso de allá es un piano, y lo que tiene forma de corazón, es un arpa.

- ¿Para qué sirve eso?- Preguntó la directora, viendo al arco que tenía Draco en su mano izquierda.

- Esto es un arco, y sirve para tocar el violín...- Al ver que la directora no entendía, suspiró cansado.- Ya lo verá.

Entonces empezó a tocar. 

Al principio, Draco,( dominado por los nervios), tocó el instrumento rozando apenas el arco contra las cuerdas del violín. Pero enseguida fue tomando confianza, siendo rápidamente absorbido por la música... olvidándose de todo momentáneamente. 

Mientras tanto, la profesora Brown sonreía con lágrimas en los ojos, mientras que McGonagall analizar la canción sin sentirse mal por el chico. 

La canción que Draco tocaba era tan triste y simplemente desgarradora... y la crudeza en la que el tal arco parecía desquitarse con el pobre instrumento, creando una melodía hermosa a los oídos de cualquiera que la escuchara... 

La directora no pudo evitar preguntase si era así como Draco se sintió al vivir con el constante temor de tener a Voldemort bajo su techo. Si era así cómo se sintió al atravesar solo un juicio. Si era así cómo se sintió al quedar huérfano...

Al finalizar la canción, McGonagall tenía los ojos rojos e hinchados.

- Eso fue... bellísimo...

- Y es incluso mejor con el arpa.- Le aseguró la profesora Brown

- Admito que no me molestaría escucharlo.- Dijo la directora, prestando atención.

Draco se sentía orgulloso, pues que McGonagall lo dejase continuar significaba que lo había hecho bien. Claro que enseguida se reprendió por ese sentimiento, pues se acordó de todo lo que había hecho, y de que cuando su padre se había enterado de que tocaba instrumentos muggles, le había dado la paliza de su vida, diciéndole que sólo un marica toca esos instrumentos, y gritándole que se alejara del mundo muggle.

Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora