Draco
Al llegar Draco a su nuevo "hogar", la mayoría de los chicos lo habían tratado bien, incluso un par se habían vuelto buenos campañeros del ex-mortífago. Y aunque obviamente habían quienes molestaban a todos, o quienes también eran vulgarmente conocidos como los "matones", Draco pronto se había dado cuenta, de que sus prejuicios hacia los muggles estaban equivocados.
Los matones no se enfrentaban a Malfoy, pues este sorprendentemente, sabía cómo defenderse sin una varita.
Lo habían descubierto por las malas el primer día de Draco en aquel lugar, pues ni bien los aurores se fueron, un grupo de cinco o seis chicos de entre dieciocho y diecinueve años, se le habían acercado con todas las intenciones del mundo de golpearlo, pues al notar lo débil y desgreñado que se veía, no vieron en él amenaza alguna.
Vaya sorpresa se dieron al notar que Malfoy no era un debilucho como lo aparentaba, al defenderse y dejar K.O a todos en menos de cinco minutos.
Gracias a ellos Draco abrió por fin sus ojos y empezó a juntarse con los chicos más débiles, defendiéndolos cuando alguno era molestado, pues se había dado cuenta de lo detestables que eran los matones, sintiéndose un asco total al darse cuenta que él mismo había sido uno durante el colegio.
Pero a pesar de sus nuevos compañeros, Draco solía querer estar solo. Pues siempre que pasaba con los otros chicos muggles, sentía cómo se separaba cada vez más del mundo mágico...
Draco quería redimirse, y convertirse en una mejor persona. Y es que en serio lo intentaba, pues se había ofrecido ya varias veces para lavar los platos, y limpiar los pasillos de T.O.T. Pero todos los días, mientras comía con los muggles en el comedor, o se reía de algún chiste de ellos, o incluso, solo cuando se iba a dormir en la habitación, oía la voz de su padre diciéndole en su cabeza lo despreciable que era al convivir con seres tan ordinarios como los muggles, rebajándose al nivel de ellos y que estaba decepcionado de él.
Siempre acababa con una mueca de asco involuntaria.
- Te encuentras bien?- Le había preguntado una vez Theodore, un chico de no más de once años, con quien Draco había logrado formar un vínculo fraternal bastante fuerte. ¿Pero es que quién no querría a Theodore? ¿Un chico dulce, amable, chistoso y respetuoso? Era todo lo contrario a Draco y con eso ya digo todo.
- Nada de qué preocuparse.- Le había respondido el ex mortífago con una sonrisa forzada.
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Draco había pasado ya un mes en su nuevo "hogar" y por ende ya había dormido en las incómodas "camas" del orfanato, (unas mantas tiradas en el suelo), ya había compartido habitación con los jóvenes de entre 4-19 años, ya se había levantado a las cinco todos los días, ya había aprendido cómo vestirse para no resaltar y ya había convivido con los otros treinta niños y jóvenes muggle, que ahí habitaban.
Lo que, para cualquiera que conociese a Draco Malfoy, era un milagro que hubiese hecho sin quejarse una sola vez.
Ahora faltaba ya tan solo una semana para el primero de septiembre lo que hizo que Draco se sintiera mal, pues sabía que probablemente nunca volvería a Hogwarts, o pisaría siquiera la estación de King's Cross.
Solo gracias a la lectura olvidaba por momentos su destino fuera del mundo mágico y lo que en algún momento fue de su vida; un chico con una familia casi siempre amorosa, que lo mimaban sin parar. La casa común de Slytherin, el sentimiento que le provocaba hacer magia... Y sobre todo, la buena fama de su apellido, que les otorgaba el respeto de todos.

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Draco Malfoy
FanficEl Mundo Mágico nunca ha sido justo ni equitativo, pero siempre se ha caracterizado por sus decisiones en grupo. Y ahora todos estaban de acuerdo en algo; los mortífagos debían morir. Si tan solo fuera así de sencillo... Al ser los casos de los jóv...