3. Callejón Diagon

3K 331 69
                                    

Draco

Eran las 7am y tanto Theodore como Draco se encontraban ya en el Callejón Diagon. 

...El lugar donde el platinado conoció a Harry ocho años atrás...

Draco sacude su cabeza y tomando la mano de Theodore, se dirige hacia la tienda de plumas, tintas y pergaminos, donde el mayor procura gastar solo lo justo. No  se molestó cuando el vendedor lo miró con asco al salir de ahí.


Luego, a eso de las diez de la mañana, terminó de pagar los libros de texto que Theodore necesitaría en su primer año y salió de la tienda, dejando atrás a los magos y brujas cotillas que ahí compraban. 

Se alegró de poder alejarse de las miradas de miedo y asco.


Después de consultar la hora, decidió que lo mejor sería pasar a comprar la varita de su amigo, pues al pasar por la tienda de túnicas la vio repleta y realmente no creía que valiera la pena esperar.


Al entrar a la tienda de varitas, el señor Ollivander empalideció, pero después de que Draco le pidiera formalmente una varita para su amigo, y de haberle mostrado la carta de Hogwarts, este recobró un color más natural e incluso sonrío a Theodore cuando encontró al fin su varita.

- No tengo suficiente para pagarla...- Dijo Draco, contando el dinero que el ministerio le había mandado.- ¿No habrá alguna más barata?- Ollivander observó a los chicos que tenía en frente, y  sintió lástima con tan solo ver sus viejas prendas.

- No hace falta, pueden pagarme solo con cinco galeones.- Draco abrió sus ojos sorprendido, (iba a pagar cincuenta galeones menos), para luego sonreír al viejo hombre, agradecido. 

- Muchas gracias señor, se lo compensaré.- Entonces, mientras salían de la tienda, añadió en un susurro, para que Theodore no lo escuchara.- En serio lamento lo que le hicimos el año pasado en la mansión Malfoy.


Al pasar de nuevo por Madame Malkin, notó que la tienda seguía bastante llena, por lo que llevó a Theodore a comprar un caldero.


Al salir de esta tienda, cargando ya una pesada bolsa, Theodore le preguntó si le podía comprar un helado, y Draco, contando el dinero, llegó a la conclusión de que podría darle ese lujo al pequeñín.

- Uno de chocolate, por favor.- Pidió el menor a la bruja que atendía. Esta paseó su mirada de Draco a Theodore hasta reconocer al mortífago, empalidecer, y entregar el helado rápidamente.

- Gracias. Aquí tiene.- Draco le puso en su mano veinte knuts, para luego dirigirse hacia la tienda de túnicas, que al fin estaba vacía.


Al entrar, Madame Malkin casi grita de terror al identificar al ex-mortífago.

- P...por favor...no me ha...haga da...daño.- Suplicó la regordeta mujer.

Draco sólo bufó exasperado. ¿Es que nadie entendía que era inofensivo?

- Solo tómenos las medidas, y denos las túnicas para Hogwarts.- Madame Malkin asiente rápidamente y los lleva al fondo de la pequeña tienda.

- Cu...cuantas qui...quiere?- Preguntó la señora a Malfoy.

- Seis para el joven.- Dijo apuntando a Theodore, que miraba confundido cómo la mujer se moría de miedo ante Draco.- Una para mí.

Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora