Capítulo 15: Namikaze

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Cinco horas de coche daban para mucho, sin embargo, poco las aprovecharon. Sasuke había encendido la radio y Naruto se centraba en la aburrida conducción, algo tenso por lo que encontraría allí, lo que le hacía estar tremendamente silencioso.

Al entrar por la ciudad, el sonido del gps rompió el silencio. Sasuke aprovechó para bajar el volumen de la radio y centrarse entonces en localizar la casa. Tuvo que mover muchos hilos para conseguir aquella dirección. ¡Conseguir los datos de un ex policía no era fácil!

- Al final no me has dicho cómo conseguiste la información.

- Sí te lo he dicho – susurró Sasuke – llamé a tu orfanato.

- ¿Cómo diste con él?

- Dijiste que celebrabais la navidad, lo que me hizo intuir que eras católico. Ser católico en Japón no es muy corriente y, por tanto, hay muy pocos orfanatos católicos. No fue difícil hallarlo. En cuanto dije tu nombre, se acordaban de ti.

- Ya... ¿Y el resto?

- ¿Lo del policía? Digamos que tengo mis recursos e influencias – sonrió.

Con esa frase Naruto no se quedó satisfecho. Sasuke lo notaba en los gestos de su rostro, pero no pensaba contarle todo lo que había tenido que hacer para poder llegar a la información. Incluso involucró a su propio representante para hacer trámites.

- Un mago no revela sus trucos, Naruto. Además, aprovecha tu regalo. Yo no te pregunté de donde sacaste el mío. ¿No?

- Sólo era una maqueta de un coche.

- Bueno... seguramente de una juguetería, probablemente antigua por el diseño – sonrió.

- Sabelotodo.

Aquel fue el último quejido o lloro de Naruto. Evidentemente, hizo sonreír a Sasuke, quien giró el rostro a la ventanilla observando las nubes grisáceas que amenazaban tormenta.

- Gira a la derecha – comentó Sasuke – y a doscientos metros a la izquierda. Es el número doscientos seis.

¡Tenso! Así se encontraba el rubio con el coche detenido frente a la casa. Sus manos sudaban y trataba de secarlas sobre el pantalón, moviéndolas incesantemente sobre sus muslos mientras miraba la puerta azul de la vivienda al otro lado del patio. Sasuke prefirió esperar unos segundos a ver si se calmaba, aunque sabía que era complicado.

- Cuando estés listo – comentó.

- Vale... vamos allá.

Los dos bajaron del vehículo y tras cerrarlo, caminaron a la puerta. Seguramente, trabajaba el jardín él mismo o puede que aún estuviera trabajando en algún lugar más tranquilo. Al fin y al cabo, en Japón no existía la jubilación. Eran los hijos los que se hacían cargo de sus padres al llegar la edad. Eso le hacía plantearse a Sasuke... ¿Él acabaría cuidando de su padre después de todo esto? ¿Itachi se haría cargo? Intentaba no pensar demasiado en ese tema, pero la verdad era... que solía hacerlo. La relación con su familia estaba tan deteriorada que había momentos donde egoístamente... pensaba que no quería hacerse cargo, prefería darle la espalda, como ellos se la daban a él, pero cuando lo pensaba seriamente, el dolor en su pecho por pensar en dar la espalda cuando le necesitaban, no le dejaba conciliar el sueño.

- ¿Estás bien? – preguntó Naruto al ver cómo su compañero se había quedado pensando en algo a la vez que miraba el cuidado jardín.

- Nada importante – dijo con seriedad – venga, toca a la puerta.

Con nervios, alzó la mano y golpeó los nudillos sobre la madera. Dejó escapar una profunda exhalación y esperó a que alguien atendiera. Tras unos segundos allí de pie, dio media vuelta con rapidez para volver al vehículo.

Nunca lo imaginé (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora