Capítulo 21: Las familias no se eligen.

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Una sonrisa falsa tras otra. Fingía entretenerse con las anécdotas que los invitados contaban y en cuanto observó a uno de los camareros pasar a su lado, tomó una de las copas de champán entre sus dedos. Se giró y vació el contenido en un trago antes de dejarla en la siguiente bandeja que vio pasar a su lado. ¡Necesitaba más alcohol para aguantar esas conversaciones!

Una risa conocida llegó a sus oídos. ¡Naruto! Como un rayo de esperanza, se unía a la conversación fingiendo una gran admiración por la persona que contaba la anécdota y entonces, así sin más, Naruto sostuvo el brazo de Sasuke y se disculpó con los presentes para apartarle del grupo. ¡Era su salvador!

- Gracias a Dios – se quejó Sasuke, buscando con la mirada a otro camarero. ¡Necesitaba otra copa si tenía que aguantar una charla más!

- Vámonos, ahora – susurró Naruto.

- ¿Ya? Vaya, cuando me dijiste que me diera una vuelta creía que estaría al menos media hora para dejarme ver bien. Ni siquiera he empezado con la ronda de grupos.

- Ya te han visto suficiente.

- Vale... por mí genial. Estas fiestas me aburren, pero dame al menos diez minutos de cortesía, si nos vamos ahora no será demasiado cordial. Sólo llevamos veinte minutos.

- Sasuke, si nos vamos ahora te dejo conducir el mustang y vamos donde quieras ir.

¡El mustang! Ese coche que Naruto se negaba a dejar conducir a nadie. Sasuke sonrió ante aquello. ¡Veinte minutos en esa fiesta era más que suficiente! Podrían escabullirse por algún lado y si les pillaban, bueno, su representante se excusaría con algo.

- Por la puerta de atrás – sugirió Sasuke.

- ¿Ya no te preocupa ser cortés? – preguntó Naruto.

¡Comprado con un coche! Así era Sasuke Uchiha y Naruto sonrió al pensar en ello. Le encantaban los coches y conducir el Mustang era casi como haberle ofrecido una noche de sexo salvaje. ¡Ni se lo había pensado! Ya caminaba con rapidez hacia la puerta del fondo por donde salían los camareros con las bandejas.

Miraron a ambos lados y cuando nadie miraba, abrieron la puerta y se colaron por la amplia cocina del lugar. Todos estaban ocupados. Los fogones desprendían un calor infernal así que cruzaron con rapidez. Algunos cocineros les miraron escabullirse y aunque por sus caras se notaba que no estaban conformes con que los invitados interrumpieran su trabajo pasando por allí y obstaculizando a sus trabajadores, no dijeron nada. Sabían que eran gente importante y preferían no meterse en líos.

Al llegar a la puerta de atrás, se escabulleron entre risas. El callejón estaba desierto y el suelo empapado aunque no llovía.

- Me he olvidado el paraguas – sonrió Naruto, que ni siquiera había pensado en ello hasta el momento. De hecho, solía olvidarse siempre los paraguas en los locales y cuando salía a la calle y veía las nubes, recordaba que había traído uno. ¡Hoy no fue la excepción!

- Déjalo.

- Me gasto el sueldo en paraguas – bromeó, aunque la realidad era que perdía bastantes.

- Yo te compraré uno nuevo o vendré mañana a buscarlo. Seguro que lo guardarán en recepción cuando acabe la fiesta y nadie lo haya recogido. ¿Dónde está tu coche? – Sasuke estiró la mano para que le diera las llaves y aunque Naruto sonrió, por la lentitud en que buscaba en su bolsillo, le hizo entender a Sasuke que no le gustaba demasiado la idea de dejar su coche –. Vamos, Naruto, las llaves – sonrió Sasuke.

Nunca lo imaginé (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora